14/5/20

Apuntes de cuarentena, parte 1

Al contrario de lo que creí en este encierro forzoso por el COVID 19, he mejorado la salud mental, ahora nada cohibido platico fluido entre yo y mí… 

Acá les comparto uno de esos diálogos.

Introducción o introspección
Apuntes de cuarentena; parte 1.

–Oiga don Yo le podría preguntar algo…  –y sin esperar aprobación o respuesta alguna continué–  ¿Cuál cree qué debería ser la verdadera reflexión sobre esta pandemia? ¿Usted cree que Nayib es un dictador?

Rascándome la cabeza en señal de indignación contesté: 
–El Decamerón fue un libro escrito por Giovanni Boccaccio, fue un hito, marcó el inicio de una nueva era, el renacimiento; él lo hizo durante una cuarentena como ésta, la famosa peste negra que azotó Europa.



–Mire don Yo… le estoy preguntando en serio, no evada el tema, a usted ya lo conozco, no sea ambiguo por favor.
–Lo que le estoy tratando de decir mi estimado es que en vez de estar preguntando tonteras debería de aprovechar el tiempo en esta cuarentena y termine esa su novela, ya lleva casi dos años haciéndola.
–Si ya la escribí pero revisándola no estoy conforme con el cierre.
–Revíselo más, o hágalo otra vez…
–No es tan fácil… esto no es como soplar y hacer botellas, no es como decir dos más dos es cuatro.
–Solo son pajas los escritores… ni usted se la cree.
–Lo que sucede es que para usted don Yo, que es periodista, todo es blanco o negro, sin embargo… la realidad no es así.
–Claro que es así; ser o no ser, fácil… lo que pasa que le cuesta entenderlo porque usted “Mí” amigo no es ni chicha ni limonada.
–Bien sabe que no caigo en esos clichés existencialistas que usted usa a cada rato. Hace años que no resbalo en pláticas chocarreras como las del principio de la no contradicción.
–¿Qué es eso de “la no contradicción”?
–No se haga el maje, si no se acuerda vaya a desempolvar sus cuadernos de filosofía y retórica.
–Yo ya boté todas esas tonteras, ya casi cumplo 50 años… no me joda.
–A pues googleelo, ahí aparece en wikipedia. No soy su profesor para estárselo explicando de nuevo.
–Sólo de intelectual de cafetería trabaja usted… además, le recuerdo que esa palabra de “googleelo” no existe.
–Pero lo están considerando en la RAE  –hubo entonces un largo silencio, caminé hacia un espejo y enfocando directo a los ojos, bajando con el dedo índice un poco las lentes sobre la larga nariz y haciendo un contacto visual directo, continué–  me va a contestar o no… ¿Cuál cree qué debería ser la verdadera reflexión sobre esta pandemia?
– Mejor vaya a terminar su libro hombre… o haga otro ya que veo que tiene tiempo.
–¡No puedo! … no ve que los escritores si no resolvemos cuestiones como éstas lo único que logramos es gastar tinta.

Hubo entonces otro largo silencio, pero a diferencia del anterior este fue aun más enigmático. Después de un largo suspiro “Yo” contesté: –Verá… la vida no será la misma pasada esta emergencia, tenemos ahora la gran oportunidad de cuestionar los valores humanos que al parecer están caducos, solo mire a todos los políticos sacar raja de la emergencia global, se les nota a legua que nunca les ha interesado el bienestar de la gente, son unos mezquinos; ahora no digamos si reflexionamos de temas como: ¿qué tan justo es el comercio que practicamos?; o bien, debemos o no asumir que la inversión en preservación de la especie pasa por una nueva óptica de lo qué es la educación, la ciencia y la tecnología. No obstante los verdaderos daños de esta pandemia apenas inician, y créame... está difícil lograr descifrar todos los alcances que nos llevará esto. 
–Pero mire, no me contesta lo otro... ¿Es Nayib un dictador o no?
–¡No joda!… mejor vaya a ver si pario la tunca… “Yo” prefiero ir a preparar un café, además quería sugerirle que buscara los archivos de aquel hombre anónimo de voz tenue, el que le contó hace tiempo un montón de historias extraordinarias ¿se acuerda?, ¿qué le parece si cuando regrese platicamos de eso?

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