27/6/16

Acuerdos de paz en Colombia

Acuerdos de paz en Colombia

Mientras escribo y escribo en esta aventura de la literatura, a veces me desconecto de las redes sociales y medios de comunicación, o me “desmediatizo” para concentrarme en esto de las letras... de pronto me doy cuenta que firman la paz en Colombia y en definitiva no podemos callar.

Soy latinoamericano, soy salvadoreño y sufro los embates de los políticos por sus erradas decisiones de no asumir con responsabilidad un proceso de post-guerra. La experiencia salvadoreña debe de ser capitalizada por la sociedad colombiana.

Los editoriales parecen ser claros en cuanto a las tendencias ideológicas, y los ciudadanos también no estamos para que venga un medio de comunicación a tratarnos de persuadir en cuanto a nuestra opinión sobre uno de los conflictos civiles mas añejos del continente, ya todas las personas tienen hoy en día su posición clara al respecto del caso colombiano.

En lo particular me gustaría dirigirme al colombiano común y corriente, y teniendo en cuenta que las redes sociales me lo permiten les puedo desde este humilde ordenador darles un consejo como salvadoreño: “La verdad es un tesoro que debemos valorar más allá que cualquier dogma”.

Por qué les digo eso, bueno porque a veces nos aferramos a una idea sublime (noble) pero por desgracia la clase política no tiene esos códigos y su habilidad es el mero afán del poder sin medir las consecuencias para obtenerlo, y por ahí debemos los ciudadanos (sociedad civil) bajarlos a la tierra para que no nos embobezcan con sus discursos de plazuela.

El presidente salvadoreño es invitado como testigo de honor para la firma de los acuerdos de paz colombianos; sin embargo, él es señalado por sectores de la sociedad salvadoreña como responsable directo de crímenes de lesa humanidad. La amnistía lo protege de cualquier proceso o juicio, evitando el esclarecimiento de los sucesos señalados, y por ende, la exposición de la verdad.

Los salvadoreños caímos en un error social el cual estamos pagando con creces: se llama amnistía, los colombianos en la medida que sea posible no deben caer en ese hierro. El principio es simple y no se necesita tener tres dedos de frente para entenderlo: un crimen de lesa humanidad no puede, no debe, ser amnistiado.

Eso evita que se conozca la verdad, eso evita que se haga justicia, eso impide que se cierren las heridas, eso veda el camino a la reconciliación. Sin perdón no hay olvido, sin verdad no puede haber dispensa.

Es bien fácil de entender y no hay que hacerse chibolas con el asunto, aun cuando la propaganda y los discursillos mediocres de los asesores políticos apelen al dogma de izquierda o derecha. ¿Cómo voy a perdonar a alguien que no me dice la verdad de lo que me hizo? ¿Cómo voy a sentirme libre de pecados sin ser sincero con el ofendido?



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“Los Ofendidos” reseña del documental de Marcela Zamora

“Los Ofendidos”

Fui este pasado lunes 27 de junio al final de la tarde a ver el documental de Marcela Zamora, “Los Ofendidos”.  Trata de testimonios de personas que fueron torturadas por el ejército salvadoreño en la década de los 80.

Ya sé lo que muchos creen, - Dejemos la guerra atrás… enterremos esas escenas y no hablemos al respecto… No abramos las heridas nuevamente.  Pero al ver el filme completo me doy cuenta que el mensaje de Marcela va más allá de esos argumentos. 

Esta producción es parte de la salvadoreñidad, brinda información que es necesario conocerla, para que entendamos en forma humana parte de las aristas de nuestra historia, por lo tanto recomiendo ver este documental, con énfasis especial a la nuevas generaciones.


La cita era en la Universidad de El Salvador, allí se proyectó. Llegando iba a la Ciudad Universitaria cuando de pronto una tormenta cayó, de esas lluvias tropicales tan fuertes que votan árboles y que les acompañan sendas ventiscas, los postes y cables del tendido eléctrico se mecían como si fueran salta-cuerdas; y como viajo en moto me detuve en una gasolinera a que pasara el aguacero.
                      
Caían granizos y los veía como revotaban en el pavimento, esperé un poco mas pero al final me armé de valor y continué mi camino aun mojándome para estar a tiempo, por suerte la proyección tuvo un inconveniente técnico y se retrasó un poco también y llegué justo a tiempo a la butaca del cine-teatro universitario. Me dieron un café por el corto chapuzón que aguanté y comenzó la presentación.

Les comparto el Trailer para que vean más o menos de qué trata la propuesta.

Digo “más o menos” porque tienen que verla completa; incluso, entrevistan a un torturador y en más de una ocasión me afloja las lágrimas cuando describe los crímenes de lesa humanidad que las personas sufren en los conflictos armados.

El documental tiene una duración de un poco más de una hora, pero ni se siente el tiempo por la buena fotografía y el excelente manejo del audio, no sin antes contarles que ella ya ganó un reconocimiento en mayo de este mismo año en el festival DOCS BARCELONA por otro filme que realizó (El Cuarto de los Huesos), el cual habla de la realidad actual de violencia que vivimos en el día a día los salvadoreños.

A pesar de que el cine-teatro de la UES no reúne las condiciones de audio, luz y proyección ideales para un trabajo como éste, es de mas decir que fue el lugar idóneo para presentar el documental, por su condición histórica, pero sobre todo, para la discusión posterior a la proyección; entre los argumentos que se manejaron fue el levantamiento urgente de la amnistía que protege a los criminales de guerra y torturadores.

Llegaron las organizaciones que esperaba le dieran el respaldo y validez al documental, como Pro-Búsqueda y otras, pero sobre todo pude ver a las personas que fueron torturadas hace mas de 25 años en nuestro conflicto armado, diciendo lo importante que es el trabajo documental de la joven cineasta.

La delgada línea entre la necesidad de documentar la memoria histórica y la re-victimización de los entrevistados es muy bien dirigida y el mensaje es contundente.

Si por meras casualidades del destino alguien lee este humilde blog quiero que sepan que la generación comprometida de El Salvador no ha muerto, ni tampoco se extingue, pues como dice la copla “aun que nos tiren al río en la espuma hemos de volver” (Jaime Dávalos, Vidala del nombrador).


Vidala del Nombrador




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