Análisis electoral 2018, El Salvador
A las puertas de un nuevo periodo electoral, el
pulgarcito de América elegirá el 4 de marzo de 2018 nuevas representaciones para
el parlamento y 262 sillas edilicias para cada municipio del país, y luego, un
año después serán los comicios presidenciales, pero al parecer estas opacan a
las primeras.
Lo primero a analizar es que los tres principales
partidos políticos llegan a estos comicios del 2018 débiles; GANA con la sombra
ineludible de su máximo ícono político preso, ARENA con serias divisiones
internas tanto que dos de sus diputados se declararon independientes, y por
último el FMLN en una seria fisura provocada por el alcalde capitalino Nayib
Bukele.
La militancia y simpatizantes de cada partido minimizan
los impactos de sus desgastes pero la verdad es que el “establishment” salvadoreño está más débil que nunca, la clase
política se desprestigia cada vez más. La encuesta de IUDOP de junio de 2017
revela que el actual gobierno es el peor evaluado en las últimas dos décadas.
El efecto Nayib
Después de la ruptura del alcalde capitalino con la
dirigencia del FMLN el deterioro de la imagen del partido oficial es significativa.
La inconformidad del primero por no ser el candidato presidencial para el 2019
lo lleva a una clara confrontación interna en el seno del FMLN, el cual lo
termina expulsando después de una serie de enfrentamientos domésticos.
Ahora el joven político y empresario de origen
palestino apela a un marketing político donde se vende como una figura “outsider”, es decir, fuera de lo
tradicional y lo establecido, haciendo uso de su rostro joven, su capacidad de
inversión en medios comunicativos y un discurso diferente; se muestra como un
posible candidato potable y alternativo a la derruida clase política
salvadoreña.
El problema es que tanto Nayib con su frescura,
GANA, ARENA, o el FMLN, necesitan convencer a un pueblo incrédulo que ha sido
engañado muchas veces. Desde que hubieron elecciones después de las dictaduras
militares todos los candidatos se presentan como salvadores con discursos de
esperanzas, y luego cuando llegan al poder los cambios no se formalizan, mientras los éxodos
masivos de migrantes huyen de un país maltrecho por la corrupción, azotado por
la pobreza y falta de oportunidades, siendo un caldo perfecto para la
proliferación de la violencia y el narcotráfico, y por su puesto el fenómeno
pandilleril.
Necesitarán más que palabras y bonitas frases para
que la gente confíe en ellos. Por desgracia la clase política lo sabe y pareciera
que a lo único que juegan es a ser menos peores que su competencia, a eso es lo
que le llamo: “la campaña electoral del menos malo”. Siendo por ahí donde el
joven alcalde puede ganar si sabe jugar sus cartas, después de todo tiene lo
necesario para hacerlo, en especial el dinero para comprar espacios y alianzas.
Este fenómeno de escoger al menos malo por desgracia
impacta en forma negativa la moral del pueblo porque la gente no es tonta, y
menos la juventud, que ve la realidad tal como es, siendo la desesperanza el
inevitable pan de cada día.
Mientras se juegan las cartas para las candidaturas
presidenciales, se olvida la importancia de las próximas elecciones, y a 100 días
de estas aun no se enmarcan los debates importantes como: quiénes serán los próximos
magistrados de la Corte Suprema de Justicia, Corte de Cuentas, Fiscalía General
de la República; elecciones claves que tiene que hacer la próxima asamblea
legislativa.
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