9/9/17

Faroles de Ataco y sopa de piedra

Faroles de Ataco y sopa de piedra

El jueves pasado fui al municipio de Ataco a cubrir la tradición conocida como: “Los Farolitos”, que consiste en que los lugareños forjan unos cubos con tablitas de madera forrándolos con papel celofán de colores y al colocarles una candela por dentro simulan un farol… eso es todo y ya. Hacen miles de ellos y adornan el casco urbano cada 7 de septiembre, haciendo de esto un patrimonio cultural intangible.


Ataco es un municipio cafetero, productor de los mejores cafés del mundo, pero cuando a finales de siglo pasado se derrumbó el precio del grano a nivel internacional la crisis y la pobreza azoló el lugar, así como muchas zonas de la región. Entonces hubo un alcalde visionario que le apostó al turismo. A más de quince años después afirmamos que, sí en efecto, tuvo éxito.

Cuando llegué eran las 5 de la tarde y ya no se podía entrar con automotor al municipio de lo atestado que estaba, solo al mostrar nuestras credenciales de periodistas pudimos ingresar con vehículo. Los buses que llevan a los turistas formaban una fila contiguo a la carretera de más de un kilómetro, y desde que ingresé me di cuenta que todo era comercio, desarrollo local y creatividad.

Las aceras peatonales son de piedra laja, las calles con un empedrado impecable, las fachadas de las casas con colores vivos, estructuras coloniales restauradas, y sobre todo servicios toilette para no pasar ninguna penuria. Todo me indicó que había organización.

Por ahí vi que caminaba el fiscal de la república, al otro lado de la calle la embajadora de EEUU, quien sabe que otras figuras andaban, lo que sí sé es que la actividad humana mostraba sus mejores matices de emprendedurismo.

A eso de las 8 pm, a la mejor hora del agasajo tradicional; qué creen… empezó a llover como solo en el trópico lo hace, el aguacero fue implacable, e incluso la banda y el espectáculo de la tarima frente al ayuntamiento se suspendió por el chaparrón. Eso sí, sólo duró menos de media hora el aluvión, luego no sé ni cómo la gente estaba seca y continuaba en el deleite.

Todos los faroles se mojaron y casi ni uno encendió de nuevo, el agua había hecho de las suyas, sin embargo, eso fue lo de menos, ya la gente estaba allí, y no se iba a ir nadie por un montón de farolitos inservibles, entonces pensé inevitable en la conocida historia de “la sopa de piedra”, que contamos los montañistas.


Cuando un viajero desconocido llegó a una aldea y nadie le ofreció comida, les dijo a los desconfiados habitantes que les enseñaría a hacer “sopa de piedra”, entonces tomó dos tetuntes de sus mismas calles y las vertió en una olla con agua, al ver esto los curiosos vecinos empezaron a salir y quisieron colaborar con el forastero, ofreciéndole todo tipo de verduras y especies, luego de que hirviera el cazo el señor sacó las piedras y las botó ofreciendo a los incrédulos la mejor sopa de verduras bajo una noche inclemente invernal.

La misa y procesión sin farolitos terminó, el grupo de chicas bailarinas también finalizó, y la noche se hizo madrugada, habían tantos autos y gente en el municipio que tardamos más de dos horas en lograr salir a la carretera, era una distancia de menos de dos kilómetros, mientras tanto me quedé tomando sopa de piedra, y por supuesto, acompañada con dos cervezas.

Les comparto estas imágenes tomadas con mi teléfono, (las profesionales se las debo pues la agencia pagó por ellas y su exclusividad, ustedes sabrán cómo funciona eso).
Para mí la noticia no son los faroles, sino, el acontecimiento es la actividad humana, la gente con toda su creatividad y astucia comercial.


Don Douglas cobra un dolar por una foto con su pitón de Rwanda (África), a su vez promociona su serpentario que tiene en Juayua, municipio cercano a Ataco.

El festival gastronómico no podía hacer falta.

El diablo de la feria.

Alondra una estatua viva haciendo su número.

Doña Guadalupe palmeando pupusas.

Una familia rural ganando un dinero extra.




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