3/8/20

El Agasajo

Todo lo que es bueno es malo y lo que es malo es bueno.

 

El Agasajo

Apuntes de cuarentena; parte 17.

 

Esta es la historia de un señor mercader experto en acarrear agasajo de un lado a otro, a lo largo de los caminos y océanos de los reinos e imperios, porque si algo le gusta a estas gentes, ricos y pobres, nobles y plebeyos, es el agasajo.

De tanto hacer negocio con eso fue que se le conoció a él en todas partes como “El Agasajo”, un man avispado que hablaba todos los idiomas en uno, y a pesar de eso todos le entendían porque sabían que él era único, por su facilidad de parla universal.


El Agasajo era exquisito y refinado, pero a la vez un vulgar pistolero salteador matarife achatado con quien no se jugaba. Él era el extremo de los extremos, de los pobres más pobres pasó a ser de los multimillonarios más pudientes de todos los tiempos.

Todo a base de punta de trabuco y compra de voluntades, empezó siendo un poquitero vendiendo porciones de agasajo, pero como es tan querido y desenfrenado el asunto, el negocio de El Agasajo creció como espuma, él era su producto y su producto era él.

Era bueno y malo, insigne y truhan, una persona de palabra o un estafador, dependía de cómo lo dijera y en qué forma, ya que hablaba el lenguaje de todos y el de todas las bestias también.

Por otro lado el agasajo era una pócima ruin que los brujos oscuros obtenían y servía para motivar el gozo desenfrenado, eran chorros de alegría lo que provocaba pero de modo antinatural, lo hacía de una forma tan exagerada que la pobre cabeza del atarantado que lo probaba quedaba trastocada, queriendo cada vez más ese asunto de manera instintiva sin sopesar las consecuencias.

Al agasajo le decían “la caspa del diablo”, porque el secreto para obtenerlo era saber encontrar las diminutas escamas y cenizas que dejaba a su andar el ángel caído mayor, el Luzbel.

Para eso había que invocarlo y tenerlo distraído, o en el mejor de los casos ponerlo a bailar para que destilara de él todo el agasajo posible.

Imagínense el trabajo del brujo oscuro que lo invocase… quererle ver la cara de tonto al mero cachudo, y como dice el dicho “más vale el diablo por viejo que por diablo”, y como ya sabemos que Satanás es tan vetusto como el infinito…

Pero lo que en realidad sucedía era que el muy pícaro se hacía el desentendido frente a quien solo por su caspa lo invocaba, cuando creían tenerlo domado comenzaba a danzar haciéndolo cada vez más de forma eufórica, luego en medio del jolgorio, así como Sodoma y Gomorra desaparecía dejando evidencias macabras de su presencia.

Todo lugar donde hubiese estado quedaba moribundo como zombi, luego se pudría desde las entrañas y al final moría de forma lenta y agónica.

Sucediendo eso con las personas y las plantas, con las lombrices del suelo, con las mariposas que volaran cerca, con los músicos de la parranda, con los meseros y los demás invitados de la fonda; con el brujo mismo que lo invocaba y por consiguiente con todo lo que tocaba el claro oscuro polvillo.

Con los acarreadores, con el expendedor, con los derrochadores y con sus familiares también. El agasajo deja un surco notorio por donde pasa, quienes se topan con él se tropiezan y caen; es como manosear la miel, una vez untado el fulano toda la mugre se le pega.

Así los nobles y pudientes también son tocados por las alas y la caspa del diablo, por muy pulcros que se crean, por muy santurrones que sean sus discursos, siempre hacen legal lo ilegal, haciéndose los del ojo pacho, dejando que en todos lares surque el agasajo como río desbordado de invierno copioso.

Ahora bien, El Agasajo como persona es el señor corrompedor, el sicario, es la tentación viva del camino fácil, el de la lujuria, el de las carcajadas desentonadas y enfermizas.

El Agasajo no pregunta sino ordena a quien se deja tocar, porque es el representante del demonio en la tierra, el amo de los engaños descarados.

Por eso es que sin razón aparente él siempre es bien recibido por la nobleza y demás dignatarios de todos los reinos e imperios, porque es el que lleva riquezas a las arcas de los hidalgos.

El Agasajo habla todos los idiomas en uno, el código de agarrar la zanahoria o esperar el garrotazo, eso todos lo entienden porque para escoger entre forrarse de monedas o ser vapuleado, todos sin mucha traducción toman la primera opción, el camino cómodo, donde el malo engaña al bueno y se hacen uno mismo sin que nadie lo note.


2/8/20

¿Sólo o solo?

¿Sólo o solo?

 

Les soy sincero, uno de los textos que más he revisado es el “Anda Solo”, un fragmento de mi primera novela, me costaba distinguir el uso de la tilde diacrítica en la palabra “solo”, cuando sí o no pinchar con el lápiz arriba de la vocal.

 

Me explicaba la profesora de sintaxis en la universidad (una viejita cascarrabias pero simpatiquísima a quien quería mucho), me decía la octogenaria que cuando era pronombre demostrativo era tónica, y ahí se tildaba, y cuando era adjetivo no se hacía, al final me enchibolaba todo y los editores terminaban de hacerme la plana.

 

Pero una vez, platicando con una de las mejores editoras que hay en este país, además de tener la dicha de haber sido excompañera de aula, quien es ahora una señora bonachona, me explicó que no había necesidad porque la Real Academia recomendaba no hacerlo, dándome los detalles técnicos, pero igual me quedé en el aire, no terminaba de entender por muy sonso que soy.

 

Visité entonces el sitio web de la RAE, y sí, en efecto, ahí dice que el uso de la tilde en el caso de la palabra “solo”, lo releí varias veces y les soy sincero, esta es una de las palabras que mas me cuesta usar; les comparto aquí el enlace, a ver qué dicen ustedes mis estimados conversas, andasolos…



EL ANDA SOLO

 

El anda solo es un solitario de las montañas y selvas tropicales centroamericanas, es conocido como “pizote solo”; es un poco más grande y lanudo que los comunes, los animales que todos conocemos, los que caminan en manada. En cambio este es un pizote ermitaño de los bosques, un andante insociable, conocido en algunos lugares como “gato solo”. También es uno de los animales más astutos que existen.

 

No tiene en quién apoyarse ni en quién confiar. Camina de manera muy peculiar, dando saltitos hacia adelante. Su naturaleza es andar con mucha cautela, va contra el viento para que las brisas arrastren los olores de los enemigos, o de sus presas. Se detiene, olfatea y observa; es sigiloso y no hace ruido al caminar, anda sin bulla en los charrales o entre las hojas secas. Cuando pausa la marcha, lo hace en puntos estratégicos, observa su alrededor y huele, husmea, pero no en cualquier lugar, sino, justo donde hay amplio panorama. Así sabe anticipar a lo que enfrentará, ya que la sorpresa no es parte de su itinerario; en eso estriba la inteligencia de este tipo de coatí.

 

Por andar solo, no deja margen de error. Si es emboscado por algún depredador o detectado por perros de caza, solo su destreza lo podrá librar; por eso es precavido y de andar preciso, no puede ser herido o lesionado, eso implicaría muchas veces la muerte. Camina zigzagueando, según las estribaciones del terreno para no ser previsible, y va agazapado entre vaguadas formadas por las aguas desbordadas que fluyen en las tormentas de la foresta. Tampoco utiliza sendero alguno, ya sea de humanos, venados o tapires, pues sabe que son peligrosos por ser custodiados por los grandes depredadores.

     

Sus enemigos son: el coyote, el puma, el ocelote y el gato zonto. El jaguar también lo era en antaño, pero ya no existe más en estas selvas. Ahora el enemigo más terrible para él es el cazador humano, el más temido, el que acecha con peligro su especie, con sus perros de caza, en los bosques de café y las selvas primarias.

 

El anda solo a veces es un caco, llegando a las granjas para robar gallinas, chumpipes, polluelos y comer huevos, por eso es odiado por los humanos. Cuando un cazador lo persigue, sabe de antemano que perderá a más de un can, sin la garantía de matarlo, por eso cuando lo ven a veces mejor lo dejan ir; sin embargo, si lo hacen y él se siente acorralado, espera a los perros con la espalda en el suelo haciéndose el indefenso, y cuando se acercan confiados creyendo que ya lo tienen atribulado, usa sus garras sagaces y las entierra en puntos vulnerables como el cuello o los ojos; luego se incorpora de nuevo y continúa su huida. Solamente estando acorralado en alguna cuenca o barranco puede ser blanqueado por las carabinas o fusiles, por lo general esto sucede cuando es viejo y el cansancio lo traiciona.

 

Pero a pesar de ser víctima también es un depredador, come huevos y crías de aves silvestres a su alcance, desde faisanes, codornices, pajuiles, chiltotas y chontes; también come reptiles como lagartijas, tenguereches, iguanas, garrobos tiernos, culebras zumbadoras y bejuquillas.

 

La soledad es su mejor amiga, pero a la vez enemiga íntima. No conoce el pánico porque sabe que es fatal siendo un asceta, pues la desesperación desacierta los reflejos, siendo uno de sus secretos en la caza, o bien, durante la estratégica huida.

 

No todos los pizotes eligen andar solos; su estilo de vida espiritual, austero y sencillo, es una vocación. Es un animal místico de las selvas y los bosques nebulosos, siendo difícil para el humano divisarlo. Muchos a veces lo confunden con el cadejo, animal mitológico del folclor de la América Central, ya que por la noche al alumbrarlo con las linternas de frente, sus ojos se ven rojos como el fuego y he ahí la confusión, pero nada tienen que ver el uno con el otro, el cadejo es atorrante y agresivo, en cambio el Anda Solo es esquivo y cauteloso.

 

Trepa por árboles y barrancas con suma facilidad y baja siempre de frente, sin lanzarse, paso a paso, cabeza abajo, sin correr pero rápido. No teme al buen caminante, asusta a quien se deja y es parte importante de la sabiduría de la selva.

 

Fragmento de la novela “Ojo de Venado”