En su vida
anterior fue hiena, de ahí su instinto depredador, carroñero y burlesco a la
vez. Para él la única forma de sobresalir era eliminar todo lo que estuviera a
su alrededor, ya sea persona, animal o cosa.
Le decían el
viejo del sombrerón porque se disfrazaba de vaquero en su mejor papel de bueno,
malo y feo; se modelaba parado frente a los espejos de cuerpo entero como el máximo ególatra que era, se veía directo a los ojos y se levantaba sutil el ceño a
sí mismo tal fuese un Narciso pistolero.
De todas la
patologías y miserias mentales que existen él las reunía todas; megalómano,
psicópata, fatuo, racista, xenófobo, sicofante, adicto al poder y por supuesto
no tenía conciencia del dolor ajeno. Su máximo valor era ser amoral.
No obstante
era simpático a más no poder, siendo el complemento perfecto y razón por la
cual fuese escogido a portar la corona de laurel del imperio. Los emperadores
nunca son electos o aclamados por las mayorías, en apariencia sí, pero en
realidad son designados y señalados a sentarse en el trono de Fausto por los
oscuros señores de la secta del ojo que todo lo ve, los dueños de todos los reinos y de todas las cosas también.
Cuando el
viejo del sombrerón fue coronado el imperio iniciaba su clara decadencia, aun así,
al borde del abismo los súbditos y esclavos demandaban de su emperador un poco
de pan y mucho circo, él lo sabía y se los daba.
Su única
forma de gobernar era depredando y ofendiendo; las falanges estaban siempre con
las picas hacia el frente amenazantes, lo hacía así porque era chato de ideas y
de vocabulario corto, por eso odiaba a la gente letrada y se burlaba de ellos
con su actitud de hiena, carcajeándose y mostrando a la vez sus asquerosos y desafiantes colmillos, desdibujando las otroras costumbres victorianas.
Era tan
exitoso que hasta mandó a escribir un manual de su forma de ser, y afirmamos
seguros que él lo mandó a hacer porque nunca tuvo la habilidad de sostener una
pluma entre sus dedos.
Su conducta
traidora y ruin la patentó como un método a seguir para quienes deseasen llegar
a la cumbre, a la cima de una montaña hecha de todos los cuerpos de sus
víctimas timadas y lanzadas a la bancarrota. Para el viejo del sombrerón sus detractores
y adulones son lo mismo, los ve nada mas como carne de cañón y de ambos por igual saca
partido.
Hoy en día
su escuela es estudiada por muchos monarcas y condestables, siendo el rey Trol uno de
sus aprendices más lozanos, abusados y evolucionados.
parte 4. La maldición de los cazadores del unicornio.
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 8. Balduino el descuartizador.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo
parte 12. La voz anónima de El Calvario.
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 15. El Condestable.
parte 16. El Rasputín bananero
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 8. Balduino el descuartizador.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo
parte 12. La voz anónima de El Calvario.
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 15. El Condestable.
parte 16. El Rasputín bananero
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