La
maldición de los cazadores del unicornio
Apuntes de
cuarentena; parte 4.
No eran
gemelos pero eran casi idénticos, y no solo eso, eran tal para cual, era así,
como si Caín no hubiese matado a Abel y anduvieran los dos hermanos haciendo
torerías de arriba abajo; jalándole la falda a las bichas, robándole las
papayas al vecino, disparando tacos de hule a los autobuses llenos de gente,
hurtando pisteras a las despistadas viejitas canasteras.
Es más… de
buena fuente se sabe que esta pareja de Abel y Caín no eran ni tan solo
hermanos.
Eso sí, desde
chiquitos chimuelos jugaban chibola, haciéndose mutuas trampas, a veces uno
ganaba y el otro perdía o viceversa, y así fueron creciendo en medio de la guerra,
en medio de ambos bandos; los buenos y los malos.
Sin embargo,
eso a ellos no les importaba, porque militaban en ambos lados, a veces entre el
uno y el otro, haciéndose pasar por buenos siendo malos y en ocasiones siendo
malos encubiertos de buenos.
Hubo una vez
que les tocó entre sus encomiendas cazar al unicornio azul, un corcel alado y hermoso,
con un cuerno largo de color celeste vidrioso.
De lejos se
notaba que ese era un ser mágico, inteligente, astuto y volador. Teniendo en
cuenta eso la pareja de malandros idearon un plan para engañar al unicornio, le
ofrecieron una flor de loto verde claro confundiéndolo en raras sensaciones de
esperanzas infinitas, despidiendo aquella flor el aroma de la curiosidad, fue
así que el unicornio se acercó porque después de todo él era de espíritu
buenesito, cayendo de esa manera en una estratagema bien montada.
Lo hicieron
llegar despacito con paciencia, paso tras paso. El desdichado caballo mago iba olfateando
y viendo apantallado la flor de loto, verde y enigmática, adentrándose así a
una cuenca estrecha, entre laderas cortas, en medio de árboles frondosos llenos
de musgos y líquenes, en una escena de ensueño tal como le gustaba estar al
unicornio
Pero poco a
poco la palazón se fue tupiendo cada vez más, entonces de presto cuando el
camino era estrecho y las ramas le cubrían el andar, detrás de un gran amate le
salió de un costado sorpresivo el Caín, quien era el más ajambado de los dos,
colocándole en la sien del unicornio el cañón de una escuadra cuarenta y cinco
bien aceitada y plateada lista para disparar.
Cuando el
unicornio quiso retachar Abel lo esperaba atrás topándolo de las grupas,
dándose cuenta entonces que estaba acorralado, y sin esperar más, el vulgar de Caín
percutió el fierro cegando la vida de aquel maravilloso flete, tumbándose el
unicornio y despidiendo sus ojos al infinito mientras caía, recogiendo por
reflejo macabro sus alas de bello plumaje.
Desde
entonces, para toda la eternidad malditos quedaron esos dos hijos de puta.
Fueron tan sinvergüenzas y de mala entraña que dejaron allí tirado en
podredumbre el cadáver del corcel tal le sucedió a Lorca.
No les bastó
con asesinarlo a sangre fría, sino que, cercenaron después sus dos alas y
cuerno, yéndose los descarados con sus trofeos.
Pasaron los
años y aunque en apariencia Caín y Abel tienen éxito en la vida, tácitos siempre
son marcados por ser los sicarios del unicornio, la gente les saluda y les da la
mano, e incluso hasta empleo consiguen simulando ser decentes, ya que son sin duda lo mejor de lo
malo, pero a la vez las personas atrás de sus ojos saben la clase de parias que
tienen enfrente.
En la
actualidad Abel y Caín se separaron, uno se hizo consejero de reyes y condes, algo
así como una versión moderna de Rasputín; mientras que el otro, Abel, anduvo
por ahí salvando gente queriendo limpiar un poco su mal aura de tamagás, pero
de nada le sirvió porque ahora anda suelto de nuevo viendo a quien tima en
solitario.
La maldición
de estos dos pusilánimes estriba en que al morir ellos deben ser secretas sus tumbas,
porque de lo contrario una vez se sepa donde estén, la gente querrá ir a cagar
y a dedicarles en epitafios sendos y asquerosos obrajes, acompañados de gases venidos del interior de las entrañas, justo
allí, en sus osamentas.
Entonces siendo mas malo que bueno... este cuento se ha acabado.
parte 2. La vaca sagrada.
parte 3. El rey Trol.
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 8. Balduino el descuartizador.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo.
parte 11. El viejo del sombrerón.
parte 3. El rey Trol.
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 8. Balduino el descuartizador.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo.
parte 11. El viejo del sombrerón.
parte 12. La voz anónima de El Calvario.
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 15. El Condestable.
parte 16. El Rasputín bananero
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 15. El Condestable.
parte 16. El Rasputín bananero
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