Balduino
el descuartizador
Solo
el hecho de contarla o escucharla causa gran repulsión, desatando una inaudita sensación
de frustración por todo el caudal de impunidad que revela; a lo que pide su
servidor disculpas anticipadas a quien por curiosidad quiera conocer este
relato.
Dicho lo
anterior, hablamos nada más y nada menos del engendro de un vizconde de la
época de antaño, de los pudientes que figuraban en sus escudos íconos de cabezas
de pescado porque sus ancestros nadaron desde la gélida bahía ilustrada hasta
la latitud tropical de estos reinos bananeros, dejándose llevar por la
corriente global interoceánica.
Erase entonces
una vez un tal vizconde conocido como “Yepeto” por su nariz acampanada y por
ser un hábil titiritero, pero era famoso también por su sagacidad y temeraria avispés con el uso de la
palabra, conocía bien el arte de la conjugación de los edictos y sabía
con acierto en qué árbol asombriarse y
en cuál no.
Como es
normal Yepeto con los años tuvo un hijo, a quien alegre bautizó con el nombre
de Balduino, gozando el pequeño de buena educación e instruyéndolo con esmero en
el fino arte de hacer negocios y acuerdos con los reinos de las lejanía; sin embargo, de nada sirvió todo
aquello, porque el tal delfín prometedor terminó siendo un asesino macabro con
sed de sangre, un estafador de poca monta y un ser ruin de mala entraña.
Su camino
empezó a torcerse desde su juventud, notándosele una clara tendencia y proclive
al malinchismo y a la insensibilidad del dolor ajeno.
Así fue que
hubo una vez que a pedido de los nobles norteños del lejano imperio del Maple,
se prestó Balduino a envenenar con arsénico el agua de su mismo reino, el muy sicofante
aceptó el encargo creyendo que nadie se iba a dar cuenta, se disfrazó de maseta
con patas para irse moviendo de apoco de pozo en pozo, colocándose un rotulito
que decía “mina verde”, según él para no hacerse notar, así se acercó con
sigilo al cenote principal del reino creyendo que nadie lo divisaría el muy Juan
véndemelas.
Rapidito fue
detenido y señalado como traidor y paria. Haciéndose conocida y publica desde ese
momento su patología de maldad aguda, siendo cada vez mas crónica su condición.
Convirtiéndose
desde entonces en un engendro digno de las estirpes de los patricios de las
tierras medias de las Américas, porque es normal entre estas gentes tener el
alma retorcida y ser descarados, con el agravante que Balduino era aún más enfermizo
en su forma de actuar.
Luego de ser
denunciado por querer envenenar el agua subterránea, de forma trapera asesinó a
sus detractores haciéndolo evidente y descomedido. De manera aleatoria iba
esparciendo los pedazos de los cuerpos de sus víctimas por todas las calzadas
para que la gente del común las viera causando así terror.
No obstante
al ser tan obvia la vendetta fácil lo supieron los espías del rey Garbito,
quien era el mandamás de turno, pero Yepeto quien sí era astuto de verdad,
negoció oportuno con el rey la libertad de su soso hijo; explicándole después,
a éste, que había maneras estratégicas y adecuadas de hacer aquellos asuntos, y
no, de esa forma tan borrica.
Tratando de
tomar escuela de lo sucedido Balduino se dedicó mejor a la venta fraudulenta de
títulos valores, asunto que no tenía que ver con la violencia ni con los
envenenamientos, con esto pretendía subir de nivel al estatus de los de cuello
blanco, pero como además de todo el costal de patologías conductuales que tenía,
era un adicto consumado por lo que sucumbió a sus ansias, y para poder
financiar su síndrome estafó en desespere a sus mismos vecinos y amigos,
quienes al darse cuenta del descarado timo lo ubicaron rapidito y lo denunciaron
para ser resarcidos. Siendo de nuevo su padre quien lo salvara de las mazmorras
una vez más solventando sus burdas acciones.
En ese rumbo
y a ese paso solamente se necesitaron un par de años más para que Balduino reforzara
el alias por el que se le conoce, “el descuartizador”.
Fue cuando
se enroló con una banda de ladrones de carretas, esclavistas y traficantes de
agasajo. Aparentando ser un caco de profesión castigó a otro truhán como él, en
otra de sus vendettas matándolo y haciéndolo pedacitos, descuartizándolo, pero
por ser descuidado no se ocupó de los detalles que todo eso conllevaba, cosa
como los trozos sobrantes, olores, sonidos, espacios, salpicaduras y caminos
mal tomados.
Fue así que
otra vez facilito le echaron mano, aprendiéndole la gendarme real. Viéndosele en
la plaza engrilletado y con bozal, siendo luego guardado para evitar que
hiciese más mal semejante abominación de clase pudiente.
Al final
para no hacer largo el cuento, pasó lo que tenía que pasar, el padre alcahueteó
de nuevo a Balduino dando la cara por él y con suma vergüenza pidió de nuevo clemencia
negociando otra vez más con el rey Garbito, quien era hábil para el chantaje y
el juego de poker bajo la mesa.
Fue así que logró que su hijo no sufriera un largo y lúgubre encierro, estando en mazmorras preferenciales, donde no habían cucarachas, ratas ni espantos, tampoco donde rugen los leones apestosos y garrapatosos.
Fue así que logró que su hijo no sufriera un largo y lúgubre encierro, estando en mazmorras preferenciales, donde no habían cucarachas, ratas ni espantos, tampoco donde rugen los leones apestosos y garrapatosos.
¿Y adivinen
qué es lo que más rabia da de esta historia? Es que a la vuelta de poco tiempo Balduino
gozó otra vez de libertad, gracias a los artilugios del uso de las palabras
quiméricas de su señor padre, Yepeto, quien decidió desde entonces desaparecer de
la vida pública del reino, por la afrenta que le genera las cosas que hace su
hijo.
Por seguro será nada mas cuestión del pasar de los años para se vuelva a saber de Balduino,
por su conducta maniática y trastocada, por sus imposturas, pero sobre todo por
su maldad enfermiza e innata.
parte 4. La maldición de los cazadores del unicornio.
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo.
parte 11. El viejo del sombrerón.
parte 12. La voz anónima de El Calvario.
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 15. El Condestable.
parte 16. El Rasputín bananero
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo.
parte 11. El viejo del sombrerón.
parte 12. La voz anónima de El Calvario.
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 15. El Condestable.
parte 16. El Rasputín bananero
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