Esta es la
historia de un caballero gris, eso sí, un gris más oscuro que claro. Era la mano de un virrey, pero no
cualquier mano ni cualquier virreinato, estos eran los dominios colosales donde el cóndor
vuela infinito sobre las interminables sierras blancas, sobre los
desiertos, arriba de las selvas inmensas y los caudales de los largos ríos de
aguas silentes.
Este territorio
lo tenía todo: Bosques, tundras, altas y medias montañas, volcanes ardientes,
áridos parajes, altiplanos y ensenadas tropicales de colores.
El Condestable era el señor de múltiples caras, el
concejero, el lord de los murmullos y los secretos. Era un camaleón, no de simples
camuflajes, sino, de formas corporales y lenguajes metafóricos.
Cuando
alguna persona hablaba con él no sabía si a ciencia cierta se dirigía a su rostro
o alguna mascarada de las tantas que usaba.
Su amo y a
quien servía era el Virrey Oblicuo, el de los ojos rasgados, un chusco
desgraciado quien a duras penas respetaba, ya que al virrey solo le gustaba la
vida cortesana, las pompas y modelar su séquito de adulones.
En cambio el
Condestable tenía un poder en particular, único, y era que tenía la habilidad alquímica
de grabar recuerdos. En particular guardaba escenas de la vida real en una esfera
de cristal de plomo, luego extorsionaba a los nobles incautos con mostrar al
público los resbalones de éstos.
Guardaba en su
esfera de cristal las caídas en el fango de muchas gentes, de cómo se
revolcaban entre el lodo y la caca; siendo embarazoso para quien fuese pillado por la magia del Condestable, el mandador de las ignominias y las mazmorras de
aquel virreinato.
Empero había
un precio a pagar por ser el poder atrás del trono, su costo estribaba en no merecer
ser visto en su apariencia tal cual era él, por lo que se mostraba ante la
gente siempre disfrazado para no ser reconocido, usando peluquines y ropajes
que no le eran de su agrado.
Fue dueño de
varios palacetes que se unían entre sí por medio de túneles y pasadizos secretos,
y cualquiera pudiese haber creído
que vivía con grandes ostentaciones, en apariencia sí pero en realidad no.
El muy ruin dentro de esa compleja estructura intrincada, solo tenía como morada un cuarto reducido y
desordenado, eso sí, a un costado había un amplio baño recubierto de mármol negro,
reluciente y fastuoso donde veía como fisgón, mientras defecaba,
los recuerdos que guardaba día a día en su bola de cristal de plomo, el talismán mágico donde recaudaba
su poder.
Pero hubo
una vez que fue traicionado por una señora de su confianza, una mujer empleada de él, quien no
soportó la conducta oprobia del Condestable, ella robó su esfera de cristal y
la mostró en la plaza mayor, para que cualquiera la pudiese ver, enterándose así todo el mundo lo sin vergüenza que era, no solo él, sino, el virrey también.
El Virrey Oblicuo
ponía tanta confianza en el Condestable que cuando se supo de su falta de decoro contra la aristocracia,
los accidentados y resbalados
nobles del virreinato pidieron la cabeza
de ambos, por ser los dos uña y carne, por estar unidos y ser inseparables
portadores de la mugre.
Los dos
huyeron, el Oblicuo se refugió donde
sus ancestros al otro lado del mundo, el Condestable a los territorios vecinos del Rey Topo,
quien al final lo entregó como un truhan de poca monta, lavándose las manos a
pesar de haber hecho negocios del agasajo con él.
Ambos fueron
atrapados y llevados ante los tribunales del virreinato, los carearon, luego
los jueces los confinaron a estar en las mazmorras de por vida.
Y es ahí
donde termina este cuento, porque los que se resbalaron y revolcaron entre las
heces decidieron que no se contara mas sobre el asunto, que no se mostraran sus
chascos ocultos, sus embarradas, no obstante no contaban que siempre
guardarían consigo al andar, entre sus sobacos y encajes, el olor delator e inconfundible de la mismísima mierda.
parte 4. La maldición de los cazadores del unicornio.
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 8. Balduino el descuartizador.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo
parte 11. El viejo del sombrerón.
parte 12. La voz anónima de El Calvario.
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 16. El Rasputín bananero
parte 5. Los López zopilotes.
parte 6. El pequeño Baba.
parte 7. Garbito.
parte 8. Balduino el descuartizador.
parte 9. El burro del barrio de allá abajo.
parte10. La balada del Tío Payo
parte 11. El viejo del sombrerón.
parte 12. La voz anónima de El Calvario.
parte 13. Diego de Landa.
parte 14. Acerino.
parte 16. El Rasputín bananero
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