La verdadera remesa
Creo que no todas las
personas están consientes que la principal remesa que recibimos de la diáspora es intelectual, los dólares son valiosos no estoy diciendo lo contrario, pero
debemos reconocer que el principal valor que gozamos los salvadoreños por tener
3 millones de nacionales en el exterior es cultural.
La principal riqueza que
recibimos de los salvadoreños en el mundo es educativa, moral, comercial,
artística, política, y ahora en forma más palpable, el aporte que brindan las
organizaciones civiles de salvadoreños en el exterior.
Tampoco se confunda la hipótesis con menospreciar la academia de la "guananxia irredenta" como bien afirma José Roberto Cea (que tanto admiro).
Tampoco se confunda la hipótesis con menospreciar la academia de la "guananxia irredenta" como bien afirma José Roberto Cea (que tanto admiro).
Para entender bien este punto
me gustaría contarles a manera de ejemplo esta anécdota periodística:
1993 elecciones en Canadá
Jean Chrétien ganó las
elecciones canadienses para ser Primer Ministro en 1993 en forma arrolladora,
aun cuando las encuestas lo daban por perdedor a nivel nacional.
Él sufrió cuando era niño un
ataque de parálisis facial periférica que le causó una discapacidad para hablar
de por vida, podía emitir palabras pero utilizando solo la mitad de su boca.
Diez días antes de los comicios sus oponentes políticos decidieron lanzar al
aire un spot televisivo donde se
insinuaba en forma burlesca la discapacidad de Chrétien.
Imagínense ustedes… los
salvadoreños que viven en Canadá no me dejarán mentir, el partido liberal de
Chrétien no solo ganó el poder Ejecutivo en forma contundente, sino, obtuvieron
177 escaños contra sólo 2 del partido conservador en el parlamento. La sociedad
canadiense castigó severamente a los emisores de ese mensaje por su falta de
ética, viéndose como promotores del “bulling" y la pedantería.
Recuerdo por otro lado un par
de años antes de 1993 las caricaturas llamadas “arenillas” que circulaban en El
Diario de Hoy acá en El Salvador, se burlaban en forma peyorativa del entonces
presidente José Napoleón Duarte, molestándole públicamente por la falta de sus
dedos de las manos que habían sido mutilados, incluso, el principal caudillo
del partido de derecha afirmó en televisión nacional que el presidente padecía
de “SIDA”, en esos años se vinculaba esta enfermedad con el homosexualismo y
otras condiciones promiscuas. Estos apelativos en vez de causar un furor
negativo para el emisor causaron por el contrario en la sociedad salvadoreña un
efecto positivo para ARENA, contribuyendo de esta manera a ganar las
elecciones.
Todos sabemos el resto de la
historia y la idiosincrasia política a la que estamos acostumbrados, tanto, que
es muy raro en la actualidad ver al político salvadoreño que no haga uso de los
llamados “trolls” que bien conocemos, los utilizan para atacar a la oposición y
viceversa: el alcalde (que tanto queremos), también los usa el ex alcalde, la
diputada, el parlamentario suplente y la concejal.
Por eso es normal encontrar a
cargo de las campañas proselitistas a odontólogos, abogadas, DJ´s y otras profesiones, pues para ser
“Troll” no es necesario estudiar comunicaciones, ni nada especializado en el
márquetin político.
Volviendo a la remesa
La gente salvadoreña canadiense así
como la mayoría de la diáspora ha absorbido de forma positiva la identidad y
cultura anfitriona, marcando claramente la diferencia entre el desarrollo y el
sub desarrollo. Los patrones de conducta colectivos nos connotan moralidad y
ética social, que está de más decir, que son estándares que cruzan una clara crisis
en nuestra sociedad.
Por eso veo con buenos ojos
cuando las comunidades salvadoreñas en Los Ángeles, Washington, Maryland, Houston,
Toronto, Montreal, Oslo, Milán, Madrid, Melbourne, entre muchas otras ciudades
a lo ancho de todo el mundo buscan dar su aporte e incidir en la política
nacional.
No solo están en su derecho
de hacerlo, sino, debemos reconocer el aporte ciudadano cualitativo que inyectan en el
ámbito cultural político, debemos acostumbrarnos a que tarde o temprano los
salvadoreños en el exterior podrán definir la balanza del poder; y por qué no,
se lo merecen. Es más... se deberían abrir curules para que las personas
con estatus migratorio sean representadas con su debida proporción en el
parlamento.
Mientras mis anhelos encuentran eco los grupos de
la sociedad civil en el exterior abogan por justicia social, señalan de forma tajante la corrupción en la cosa pública, promueven la ética empresarial,
el altruismo, apoyan los deportes, aportan a los fondos de becas, y por
supuesto, las remesas crecen año con año.
Si las personas que vivimos
en el territorio salvadoreño no entendemos esta contribución y no reconocemos
la necesidad que hay de esa mano hermana, entonces sería importante hacer
una pausa y reflexionar sobre nuestra madurez como pueblo, sobre el aplomo
evolutivo que el destino nos marca, pues el fenómeno migratorio salvadoreño aun
nos da pautas para seguir analizándolo, ahora de una forma cultural y dependerá
de los niveles de retroalimentación que tengamos con ellos para obtener mayor
provecho de la hermandad en la lejanía.
SAN SALVADOR, MARZO DE 2016.
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