21/10/18

Caifás y el matasantos

Caifás y el matasantos

¿Quién fue Caifás? Era el sumo sacerdote de Judea cuando Jesús fue crucificado, siendo la autoridad religiosa impuesta por el poder romano. Además cuenta la historia que fue el promotor del juicio que llevó al nazareno al suplicio y al martirio de la cruz.

Caifás en la voz popular cristiana es el “Matasantos”, es decir, el fulano que al ver cuestionado su dogma encontró un culpable y una solución; y para el caso fue, procurar la condena a muerte de Jesús el hijo del carpintero, porque él resucitaba muertos, además se proclamaba el rey de reyes, el hijo de Dios y el camino a la salvación.

Imagínense… eso debió ser algo así como “revolucionario”, cuando el imperio romanos era el crisol de la civilización.

En la actualidad tenemos un parangón, un símil, un Matasantos moderno, un ex Mayor del ejército salvadoreño señalado por diferentes organismos internacionales como el autor intelectual del asesinato de San óscar Romero, (no menciono su identidad porque sabemos hasta de sobra su verdadero nombre y apellido), y conste, lo traigo a colación no por odio, o por sátrapa como le acusan, sino, porque al igual que Caifás estuvo en el lado equivocado de la historia.

Caifás hijo de Anás era un nacionalista puro, por así decirse, alguien que defendía su país y sus creencias a capa y espada ante la ocupación extranjera (la romana), sin embargo, inteligente hacía pacto con los conquistadores para ver de sobrevivir como pueblo y sociedad.  (Datan los textos que entre artesanos, levitas, sacrificadores, liturgistas, músicos y porteros, eran unas 25 mil personas que vivían del culto judío en Jerusalén).

En lo personal como soy acucioso de la historia me tomé el tiempo de leer algunos textos traducidos al español del historiador Flavio Josefo quien narra décadas después estos sucesos, obteniendo una versión diferente de las conocidas referencias del Nuevo Testamento, recordemos que estos últimos ubican al señor Caifás como el malo de la película, lo cual no creo que sea del todo cierto.

De igual forma el matasantos (salvadoreño) fue un férreo defensor del nacionalismo, y desde mi punto de vista las circunstancias lo llevaron a ser “el hombre fuerte” de la CIA en la época de la guerra fría en El Salvador.

Matasantos se graduó en la Escuela de las Américas, organización de instrucción militar del ejército de EEUU; además creció en un ambiente de clase media donde el odio al “comunismo” era consumido casi en forma cultural; cine, televisión y propaganda anti comunista era la orden del día en la década de los 60 en este lado del mundo, bajo la influencia directa de la mayor potencia global, EEUU.

A nadie le cabe duda que el ex Mayor fue un luchador contra el comunismo, defensor del “neo liberalismo y el libre mercado”; y según su ideario El Salvador sería el punto donde los rojos (estalinistas) caducarían en sus ambiciones del dominio mundial.

Si algo he aprendido a lo largo de leer tanto texto “histórico” es que los libros oficiales los escriben los vencedores no los vencidos, por lo tanto, cuando cuentan que el señor Poncio Pilatos se lavó las manos ante la ejecución del nazareno, no es del todo cierto.

La crucifixión era una ejecución romana, y si Jesús la padeció fue porque, sí y sólo sí, el imperio la dictó. Pero como ellos fueron los vencedores, quienes erigieron la iglesia de San Pedro en lo que hoy en día es el Vaticano, no creo que cuenten la realidad de las intrigas sobre el martirio del Jesús de Nazaret.

Imagínense entonces al imperio del siglo XXI escribiendo la historia moderna; “Sí, fuimos nosotros quienes conspiramos en poner una bala en el corazón del Santo para extinguir su vida”. Eso no va a suceder, eso no lo encontraremos en ningún texto o documento, y menos en History Channel, por lo tanto, es más fácil culpar a Caifás, o al ex Mayor Matasantos como magnicidas; siendo nada mas meras marionetas del titiritero.

San óscar Romero un día antes de ser asesinado pidió a los soldados del ejército salvadoreño no acatar las órdenes de sus superiores para no continuar matando a la gente. Estados Unidos financiaba al ejército salvadoreño en el contexto de la guerra fría, por lo tanto, por simple inspección, el Arzobispo Romero… ¿A quién desafiaba en realidad?

Palabras de la última homilía del Arzobispo Romero.

Imagínense… eso es algo así como “revolucionario”, cuando los EEUU son el crisol de la civilización.

Epílogo: Matasantos murió diez años después de ordenar el asesinato de San óscar Romero, falleciendo de cáncer en la lengua; su tumba yace en el cementerio de los ilustres de San Salvador y aun es visitada por sus adeptos del partido político que fundó después de los acontecimientos de la muerte del Arzobispo Romero quien ahora es santo.
Caifás según textos históricos fue destituido a los pocos años de la crucifixión de Jesús y murió bajo las espadas romanas en la invasión del general Tito a Jerusalén en el año 70 dC; sus restos fueron enterrados junto con los de su linaje quienes eran prominentes fariseos, su figura ha sido demonizada a lo largo de la historia a través de películas y diversas obras literarias, incluyendo la Divina Comedia de Dante Alighieri.

Entonces, como dice un amigo también bloguero (José Roberto Campos) “Saque el lector sus propias conclusiones”.



12/10/18

Romero para las nuevas generaciones

Romero para las nuevas generaciones

A pesar de que era un niño de diez años recuerdo en forma vívida el día que mataron a Monseñor Romero, estaba junto a mi madre cuando llegó mi padre a contar la noticia, ella impactada se sentó y se llevó las manos a la cara en señal de angustia. Luego con los años supe que la historia se alteró de un antes y un después del magnicidio de óscar Arnulfo Romero.

¿Cuál fue el significado inmediato? La guerra civil abierta se declaró, porque si asesinaron al Arzobispo de San Salvador por denunciar los niveles de violencia e injusticia, entonces el mensaje fue que podían matar a cualquiera, la muerte de Monseñor significó la extinción de la vía diplomática para la solución del descontento social.

Después me acuerdo que veía por televisión el sepelio de Monseñor Romero que sucedía en la Plaza Gerardo Barrios, y pasó lo que todos ya sabemos, empezaron a disparar contra la gente y hubieron unos que ya estaban armados y se defendieron; las personas se desbordaron y entre el tumulto hubieron muertos, unos de bala y otros atropellados por el tropel. Recuerdo bien la montaña de zapatos que luego hicieron de todo el calzado que la gente dejó al huir despavoridos.

Pero a casi cuarenta años de esos acontecimientos ¿Qué le debemos decir ahora a las nuevas generaciones? ¿Cómo debemos asumir la historia? o bien, la pregunta más importante sería: ¿Cuál es el significado de la figura del ahora San Óscar Romero para la cultura global?

Les comparto entonces lo que le cuento a mi hijo, quien tiene casi la misma edad de la que yo tenía cuando supe la fatídica noticia de la muerte de Monseñor Romero.

A dos mil años después del martirio del nazareno el legado espiritual cristiano es más importante que la condena de quienes lo llevaron a la cruz, o las circunstancias políticas de ese momento entre judíos y romanos; no nos inculcan a odiar a Poncio Pilatos, ni a Caifás o a Barrabás, tampoco el culto se centra en el desprecio a Judas Iscariote, sino mas bien, la enseñanza de Jesús es que ofrendó su humanidad para que aprendiéramos a perdonar, porque si él lo hizo con sus captores porqué no nosotros con nuestro prójimo, la enseñanza es que la venganza y el odio no debe ser el patrón de conducta del futuro.

De igual forma el legado de Romero es que debemos aprender a escuchar a quienes son excluidos, dándole voz a los sin voz. El legado de Romero a nuestra cultura es la solidaridad con la gente pobre y con los menos afortunados. Su enseñanza es que debemos procurar un futuro más igualitario entre las personas.


Por eso fue asesinado, porque en su momento lo tildaron de comunista y subversivo, pero ¿Cómo no alzar la voz ante un orden injusto?

En cuanto a sus asesinos le digo a mi hijo: “Todos sabemos quienes fueron y ellos tienen que cargar con esa culpa, y sé que eso no es cosa fácil; la gente los ve y los saluda por educación o por política, sabiendo que la peor condena es la de sus mismas conciencias”.

Entonces le reitero a mi crío: “San Óscar Romero no es santo porque la iglesia lo canonice, Romero es santo porque resucita una y otra vez en la conducta de solidaridad de cada quien, su verdadero misterio y milagro es que dejemos de una vez por todas la cultura de la exclusión y procuremos ser más fraternos con el prójimo”.