26/1/16

Concierto de una Vida

Concierto de una Vida

Esta es una deuda moral y profesional a la vez, escribir sobre una pieza musical nunca es fácil. Ramsés Calderón además de ser un viejo amigo es un músico de vocación, de carrera, de pasión. De esos que nacieron con los acordes en las manos y con notas de pentagrama en su pulso.

Actualmente Ramsés vive en Canadá y viaja por el mundo dando a los oídos más selectos piezas que dan un gran acervo, alegría, y sobre todo, que hacen reflexionar sobre el destino.

No me atrevo a hacer una crítica musical pues no soy músico y dentro de mis lectores pocos lo son; que les parece si hacemos mejor una valoración semiótica de la significación de esta pieza llamada “Concierto de una Vida”, que fue presentada por primera vez el 3 de septiembre de 2015 acá en San Salvador en el Teatro Presidente y ejecutada por la Orquesta Sinfónica de El Salvador, la cual les reproduzco a continuación.

Les recomiendo entonces preparen una taza de café de altura y quesadilla, o bien, una copa de vino de buen buqué, y escuchemos:

Composición para Orquesta y Solo, Marimba, Saxofón y Clarinete. Esta es una simulación de orquesta hecha en el programa de edición y composición musical "Sibelius".
  
Ramsés Calderón junto con el Maestro Cecilio Orellana, quien le dio tutelaje en estudios de teoría y armonía musical. También estuvo por siete años en la Academia Nitsuga Mangoré dirigida por el Maestro Cándido Morales, pero antes a finales de la década de los ochenta en sus albores profesionales fue integrante del grupo musical Xoloth. 


A pesar que el autor y su trabajo ha llegado exitosamente a otras culturas, nunca pierde la identidad ni su buen atino autóctono, nuestras raíces van implícitas en los sonidos de la marimba y otras percusiones, pero no solo eso, a través del lenguaje musical el autor acepta el multiculturalismo y hace de otros saberes el nuestro también, es un concepto lógico y simple a la vez, es el proceso del mestizaje de las sociedades.

“Concierto de una Vida” es una unidad como discurso, pero está compuesta de diferentes fuentes culturales, y su deleite nos convierte en personas cosmopolitas; pero ojo, jamás olvidamos nuestras raíces, nuestra calidez, alegría, las ganas de emprender cosas nuevas, o ver otros horizontes.

Si bien es cierto Ramsés se inspiró en su colega Luis Ramírez, un jazzista y clarinetista de la Orquesta Sinfónica de El Salvador, quien con mucha entrega logra madurar el arte musical a lo largo de su vida y hace finalmente de la vocación un triunfo esperanzador; no deja la pieza de evocar el vivir del autor que se identifica tanto con su fuente de inspiración como en él mismo, pues es un migrante como tanto salvadoreño que toman gallardamente un camino incierto, peligroso muchas veces, sin garantías; pero con optimismo y con las ganas de querer ser mejor, es después de todo la historia que llevan muchos en diáspora.

Ramsés Calderón nos da esperanza y aliento a través de quince minutos lúdicos, que nos afinan los sentidos y nos reafirman que no estamos solos como individuos, pues compartimos una raíz y un origen. La pieza es un mensaje artístico que resume toda una vida (quizá migrante) hecha concierto.


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17/1/16

Continúa el éxodo salvadoreño

Continúa el éxodo salvadoreño

El Salvador sufre los embates de la criminalidad, producto del desborde de las organizaciones delictivas, como los narcotraficantes y las pandillas.

La situación de las personas de sectores pobres y de zonas afectadas por las denominadas “maras” es tan caótica y desesperada que ha provocado una nueva y triste oleada de migrantes que buscan refugio en Estados Unidos.

Ante la impotencia y la falta de control territorial del gobierno salvadoreño, la gente viaja de manera ilegal en una diáspora incierta hacia Norteamérica, pero el gobierno de Washington en los últimos meses toma la política inflexible de deportar a los que arriban en estas condiciones.

El sentimiento anti-emigrante arraigado en sectores de la sociedad estadounidense, mueven a la administración de Barak Obama a realizar deportaciones en masa y redadas para apaciguar esos segmentos de la opinión pública americana, que sin duda, son decisorios en las próximas elecciones presidenciales de ese país.


 La incapacidad de los diferentes gobiernos salvadoreños a lo largo de los años, pero sobre todo la indiferencia ante la problemática hace que los “lobis” entre cancilleres rindan pocos frutos para detener en forma efectiva las deportaciones, que son injustas pues mucha de esta gente huye de la criminalidad y de amenazas a muerte a manos de las pandillas.

Sin embargo, nada de esto sucediera si las condiciones de exclusión fueran superadas, es decir, las personas no tendría necesidad de migrar si no hubiese violencia, pobreza o inseguridad social (vivienda, salud, educación, alimentación), que en última instancia es responsabilidad de los gobiernos en turno.

La compleja problemática activa de forma automática la conciencia social de la comunidad de salvadoreños en el mundo, que exige por su condición moral ciudadana que se corrija el sistema de exclusión permanente. Organizaciones como FUSA nos manifiestan que están identificadas con el sufrimiento de la gente desprotegida que migra como su única alternativa, consideran que es necesario hacer cambios determinantes que van más allá de los conocidos discursos políticos.

Es inaceptable que no se traten los orígenes de la migración hasta la fecha, teniendo en cuenta que es una condición arraigada en la cultura salvadoreña, que llega a ser una de las pasmosas realidades por tener más de una cuarta parte de la población total fuera de las fronteras territoriales.


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El dilema de la Fiscalía y la CICIES

El dilema de la Fiscalía y la CICIES
(Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador)

La fiscalía de cualquier república o país representa la barrera que defiende al Estado de Derecho contra lo ilícito, es la institución que protege a la gente de la corrupción, del hampa, de la mafia y todo lo que sea contrario al orden social y el buen respeto de la ley.

Como todos sabemos el pasado 6 de enero la Asamblea Legislativa salvadoreña juramentó a Douglas Arquímedes Meléndez como nuevo fiscal de la república, en un país con un promedio de 100 personas asesinadas por cada 100 mil habitantes, datos que colocan a los salvadoreños como una de las sociedades más violentas del mundo.

Pero no solo eso, los vicios del poder de la clase política han demostrado a través de los años y las décadas, que la corrupción en los órganos de Estado ha terminado de descomponer a un país que lucha por su tan anhelada paz. Los niveles de violencia social hoy en día igualan o sobrepasan a los más agudos tiempos de guerra civil en los años 80.

La fuga o pérdida del patrimonio del Estado ha corroído el poder de tal forma que el descontento de la sociedad civil es determinante, este apremio social es una de las principales críticas a los diferentes gobiernos, tanto de derecha como de izquierda. La presión de una depuración del Estado es tan fuerte que el mismo gobierno de Estados Unidos condiciona su ayuda financiera a la formación de una CICIES (Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador).


A diferencia de Honduras y Guatemala que ya formaron dicha organización contralor, el gobierno salvadoreño ha sido categórico en no tener intenciones de hacerlo, a través de la Presidenta de la Asamblea Legislativa Lorena Peña y el Canciller Hugo Martínez respondieron a Washington con el argumento que el país tiene sus respectivas instituciones para que impere la ley y con suficientes herramientas para combatir la corrupción; sin embargo, por honor a la verdad a todos nos queda un sin sabor en el paladar ante esa respuesta, pues como sabemos las instituciones salvadoreñas no tienen las mejores calificaciones al respecto.

En medio de ese escenario el parlamento elige como fiscal a Douglas Arquímedes Meléndez, un profesional de la leyes que es respetado en el gremio y por la sociedad civil, un fiscal de profesión por así decirse, ya que es un abogado penal que se ha forjado en la misma institución (Fiscalía General de República FGR) desde finales de la guerra civil. Algo que puede ser positivo o negativo a la vez según analistas políticos.

Muchos casos sonados que fueron perseguidos por los buenos oficios de la FGR estuvieron a cargo del ahora nuevo Fiscal General a través de la Unidad Especial Anticorrupción y Delitos Complejo, entre esos casos están: el del Banco Fomento Agropecuario en el que se encarceló a su director García Prieto y el empresario Enrique Rais, o el de Carlos Perla cuando fue acusado de apropiarse de fondos de ANDA (Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados); a su vez llevó al banquillo de los acusados a policías, ex guerrilleros, funcionarios públicos, reconocidos empresarios y militares también, pues fue designado para dirigir, a sus buenos 25 años de edad, el caso del asesinato de los seis sacerdotes jesuita y sus dos empleadas.

En conclusión, la fiscalía salvadoreña ha sido tan deficitaria a lo largo de su historia que muchos casos logran justicia solo en tribunales internaciones, la justicia salvadoreña no es profunda ni tajante a la hora de perseguir a los corruptos, especialmente a los de cuello blanco y al crimen organizado, que como sabemos ha penetrado las instituciones del Estado, llevando al país a una situación caótica sin precedente.

Si en verdad el órgano Ejecutivo y Legislativo están interesados en combatir la corrupción designando a un nuevo fiscal notable y “potable”, queda la interrogante como inevitable reflexión: ¿Por qué no darle más herramientas al sistema?, ¿Por qué no darle una CICIES a la sociedad civil? 



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En vez de celebrar mejor reflexionemos sobre la paz

En vez de celebrar mejor reflexionemos sobre la paz

Estamos cumpliendo 24 años del armisticio donde se firmaron lo que la historia llama “los acuerdos de paz”. Las personas que aun recordamos el acontecimiento nos erizamos cuando rememoramos esos momentos.

Fue hace un cuarto de siglo cuando en el Castillo de Chapultepec México, Alfredo Cristiani y Shafick Handal firmaron y dieron sendos discursos emotivos haciéndonos creer que la esperanza de paz la teníamos ya en nuestras manos. Que tan equivocados estábamos los ciudadanos de la llanura.

Ahora sé que no eran acuerdos de paz, eran simples armisticios, una tregua que en última instancia llegaría inevitablemente a una nueva escalada de violencia. No hubo un foro de concertación económico social, no hubo en ningún momento intención de reconciliación entre ambas partes, no hubo justicia para los crímenes de lesa humanidad, no hubo resarcimiento a los daños, no se reconstruyó el tejido social, en resumidas cuentas no hubo salud mental.

Lo único que cesaron fueron las balas a granel, pero no los insultos, mucho menos hubo una visión común de país.

Pero no solo eso, gracias a un conflicto que nunca terminó permitimos y fomentamos la corrupción de la cosa pública, e inevitable nos abordó el narcotráfico en todas sus anchas, aunado a falta de valores y la tonta creencia que en el mundo siempre habrán pobres y desvalidos; entonces tomamos la exclusión social como el pan de cada día, surgiendo así en ese caldo infeccioso las pandillas y vimos como pasaron buena parte de nuestros jóvenes, de ser criminales comunes a organizados, todo entre manos duras y super duras.

Es duro aceptarlo pero esta es la paz que hasta hoy en día hemos construido.

Y hemos aquí de nuevo, en el año 2016 con una taza de violencia record a nivel mundial, los reyes de la página roja, como si fuesen los días más agudos de la guerra civil de los años 80, frente a una nueva oleada de migración. Ya tenemos otra marca notable en la historia universal, una tercera parte del pueblo vive en el exterior.

¿En qué momento perdimos el rumbo? ¿Cuándo fue que nuestro destino se torció? Ahora sé que en vez de celebrar los armisticios de paz hace 24 años debemos mejor reflexionar sobre el verdadero significado de este último cuarto de siglo.

Les comparto entonces mi reflexión pues siendo una persona que versa el materialismo, sé que nuestro problema es cultural y espiritual.


“Somos malos, somos buenos pero al final llegamos a donde se terminan y empiezan los caminos, es la bifurcación múltiple de las melgas, de los senderos, estamos entonces en los encuentros de las rutas y las distancias, en donde lo que empieza mal termina mal, en donde lo que empieza bien termina con una muerte en paz. Es ahí la prueba donde se templa el filo del buen acero cortando de un tajo el espacio exacto donde quepa cada palabra con la razón y significado justo para solucionar de una vez por todas el ciclo de la incertidumbre que todos llevamos a cuestas, de no saber la verdad desconociendo la historia…”   (Fragmento “Ojo de Venado”)