Yohalmo
Pasaje con un microempresario salvadoreño
Ayer estuve en el restaurante de un viejo amigo, un
camarada de mil batallas, un amigocho
de infancia a quien le tengo mucho respeto y cariño; Yohalmo.
A pesar que él es una persona de ideología de derecha, autodefiniéndose como nacionalista, patriota y conservador, y yo un individuo
de izquierda, socialista y para muchos tildado de “comunista”, llegamos al
final de la noche a la sencilla conclusión, que: La conciencia social no tiene
ideología, tanto el humanismo como el despotismo no reconocen tendencia o pensamiento
político alguno.
Mientras comía un coctel de camarones pequeños con
salsa rosada y aderezos a base de cebolla, cilantro y vinagreta, me hablaba
Yohalmo de los males y plagas que el país ha soportado por los embates del
comunismo y de la mala administración del FMLN. Le hice irónico el comentario
que necesitábamos a los salvadores del partido de derecha de nuevo en el poder para
enrumbar la economía nacional, entonces inconsciente volteo a ver a otro lado y
evasivo se paró yéndose por otra ronda más.
Me di cuenta que estábamos inmersos en unas de esas
pláticas trasnochadas donde no hay principio ni final, como a muchas personas
nos suele pasar. Cuando él regresó con un par de vasos llenos de un liquido
burbujeante y espumoso decidí mejor hablar de otro tema, pero de vuelta en
vuelta la parla le llevó a contarme que estaba pendiente y preocupado por el colegio de la hija de la
chef pues aun no había juntado el dinero suficiente para los útiles escolares
ni la matricula de la niña de 7 años.
También durante el resto de la noche me habló de los
problemas que el vigilante tiene para llegar a su casa, pues las pandillas a
ciertas horas ya no le permiten ingresar al cantón donde vive cerca del casco
urbano del municipio de Panchimalco. Así de esa forma me dijo que el hermano
del mesero se había ido hace pocas semanas en forma ilegal a Estados Unidos y
que aun no tenía noticias de él, lo cual le generaba ansiedad y estrés a su
empleado por eso comprendía el estado anímico retraído del tendero.
Como pequeño empresario me confesó las aflicciones
que tiene que sobrellevar mes a mes para pagar a tiempo los sueldos que son arriba del
salario mínimo, por su puesto. Me manifestó que aun en carencias siempre cancela la planilla del seguro social, pues la salud de ellos y su
círculo familiar es sagrada. Y en confianza con sigilo y en voz baja me narró
cómo trata con las eminentes extorciones de las pandillas, quienes así como hacienda
y la alcaldía también lo “sangran”.
A su vez me dijo que a sus empleados les da
alimentación mientras permanecen en sus horas laborales ya sea almuerzo o cena
sin cobrárselos, y además permite que lleven algún aperitivo a sus conyugues
siempre y cuando se pueda. Pero sobre todo me quedó claro que Yohalmo escucha el lado humano de su personal, diciéndome en el calor de la
noche tropical de San Salvador mientras se escuchaban los juegos pirotécnicos a
pocas cuadras de donde estábamos por las celebraciones del fin de año:
––Mirá Cheje
–pues así me dicen mis amigos en confianza– si vos no escuchas a tu gente…
¿cómo esperas que ellos te respondan a la hora del laburo? –continuando después
de una corta pausa– una persona mal querida o mal tratada no va a rendir ni ser
honesta en su trabajo… lógica elemental.
––Deberías ser revolucionario en vez de ser
conservador así como me decís que sos –le repliqué en tono de broma. ––No jodás
–me dijo en forma estrepitosa mientras se levantaba rápido de la mesa para
asegurarse que atendieran en forma apropiada a una pareja de enamorados que
estaban cerca y que pedían servicio mientras comían afanosos un plato especial
de costillas de tunco bien refritas acompañadas de aguacate y chirmol.
Al final mi estimado amigo se aseguró que todos sus
clientes se fueran satisfechos y antes de cerrar su negocio dejó arregladas las
condiciones para que el vigilante durmiera seguro en el mismo local, así no correría riesgo por la condición de delincuencia que sufre la zona de Panchimalco. Luego le dio los dólares
necesarios a la chef para que pagara un taxi y la llevaran a ella y su hija,
pues le permite llevarla al trabajo para que no gaste en niñera, por último habló
de cerca con el mesero para darle animo porque sabe la preocupación que siente
por su hermano menor que viaja en diáspora.
Mientras veía todo esto reflexionaba diciéndome a mí
mismo: ––Ojala el vicepresidente Oscar Ortíz creyese en el recurso humano como
principal valor que mueve toda empresa o corporación, pero triste me doy cuenta que no es
así, quedándome claro hace un tiempo que una persona de izquierda no es sinonimo a ser alguien de conciencia social. En una frase muy escueta
pero significativa dejó mucho que pensar al declarar a los medios de
comunicación el vice-mandatario, ante las protestas de cientos de policías por mejoras laborales:
––Si no les gusta su trabajo… que renuncien.
Me despedí de Yohalmo y le dije que sentía orgullo de ser su amigo, aun cuando las ideas y la política nos antagonizaran.
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