La política, el amor y los pedos
Leyendo un artículo “serio”
en una revista médica me doy cuenta que las parejas durante mas se aman mayor
es la tolerancia que tienen entre sí para soportarse los pedos.
Imagínense pues… cuantos
gases provenientes de los intestinos nos ha aguantado nuestra pareja, en
especial los pobres que comemos en desayuno, almuerzo y cena “frijolitos”. Si
es una pareja de recién enamorados lo que toca es jalar el gas para dentro, o
bien, si es uno de esos amores furtivos donde no queremos revelar esos detalles
lo más normal es apretar el glúteo y suspirar un poco para evitar el bochorno.
Si la pareja tiene una
mediana relación, lo que suele suceder es que cuando se revienta un ventoso se
sonríe y luego en una forma semi descarada se solicitan las respectivas
disculpas. Pero cuando el amor es eterno e indisoluble lo único que queda es respirar
hondo y agasajarse en una mueca liviana.
Algo así es la política y la relaciones entre
candidatos, partidos y electores. ¿Cuántos pedos estamos dispuestos aguantar a
los líderes de nuestra simpatía? ¿Hasta dónde llega la tolerancia del olfato
para soportar lo apestoso de las maniobras demagogas de los diputados,
alcaldesas, presidentes, ministras, magistrados, etcétera, etcétera, etcétera…?
La respuesta depende de dónde
nos ubiquen los estadistas, o quienes midan el márquetin político; por ejemplo,
si somos un voto lejano al “alcalde” hasta el rechinar de sus zapatos o el
color de sus calcetines nos parecerán mal olientes e inapropiados.
Si somos indiferentes al partido o al personaje, solo que sea sonoro el asunto le prestaremos atención, pero si nos
clasifican como simpatizantes entonces nos sentiremos sobrecogidos y traicionados si el obraje de gas
es muy... pero muy apestoso; sin embargo, si somos lo que se llama “voto duro”, estaremos fieles y dispuestos a respirar el pedo del político aun cuando en la
intimidad la sábana se infle como bomba atómica; más aun, sé de casos de
quienes dejan el ruedo de la frazada entre su nariz y los ojos para disfrutar
semejante cosa.
Entonces... ubíquese
cada quien con su pareja. La política así como el amor a veces es ciega.
En El Salvador cuántos pedos le
aguanta la militancia del FMLN a Sigfrido Reyes (ex presidente del parlamento
implicado en diferentes casos de enriquecimiento), a Mauricio Funes quien huye
en calidad “refugiado” evitando rendir cuentas a la fiscalía y a la opinión
pública… o bien, hasta dónde llega la tolerancia de los fieles del partido GANA
al ex presidente Antonio Saca.
Cuántos de la fanaticada de
ARENA se hacen del ojo pacho ante la corrupción descarada de sus gobiernos
anteriores: narcotráfico, desfalcos financieros e institucionales, llegando
hasta asumir indiferencia ante el asesinato del arzobispo católico por parte de
su máximo líder, ícono de su ideario. El amor es ciego.
Cuántos defienden a capa y
espada a Ríos Montt en Guatemala, de igual forma a Daniel Ortega en Nicaragua,
a Salinas de Gortari en México, a Uribe en Colombia, a Chávez, a Pinochet, a
Trump o a Hillary… Cuántas personas desestiman que Fidel Castro, siendo el padre
del socialismo latinoamericano, fue señalado como uno de los hombres más ricos
del mundo.
Bien decía la revista
especializada que leí, haciendo el parangón que si la pareja llega a cumplir
las bodas de plata habría disposición, sin duda, a limpiar las sorpresas
venideras de los pedos seniles certeros.
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