17/7/13

Renacho y los milagros…



Renacho y los milagros…


¿Qué es un milagro? Bueno, cada quien tiene su propio juicio de lo que es, a veces fundamentales o a veces pragmáticos. Por ejemplo, para mi vecina doña Carlota que su sobrino Nicolás permanezca sobrio unos quince días sería un milagro, pero para don Arturo un viejecito de 74 años que vende dulces en un canasto de mimbre en la esquina de la escuela Miguel Pinto a la vuelta de mi estudio, que apenas se pone de pie con su bastón ortopédico y anda siempre afanoso con su camándula entre los dedos, un milagro sería para él que pudiese caminar y hasta corretear a los chuchos que se le acercan apestosos queriéndose comer las migajas de pan dulce mientras toma su cafecito de la tarde.

Para Renacho Melgar un milagro es encontrar hasta de un acto vil y traidor una ventaja para hacer nuevos amigos, socios, y porque no decirlo, nuevos aliados. Lo entendí en su última exposición el pasado 21 de junio en el Museo Tecleño (MUTE), nos explicaba que mientras 3 días antes del evento su representante se le desapareció y al estar “varado” decidió enfrentar el reto con ayuda de sus amigos, necesitaba 200 dólares para cambas y le pidió 2 dólares a cada uno como colaboración en las redes sociales, nos contó en su discurso a la hora de inaugurar su exposición que tenía mucho más de 100 amigos que agradecerles esa noche, de pronto se hiso tropical mientras sosteníamos los presentes un envase verde de cerveza, empezó a llover.


Renacho es un joven artista pintor que está revolucionando el concepto y el paisaje urbano capitalino, lo conocí hace un par de años cuando pasé por la 3ª calle poniente y vi el icónico rinoceronte frente a la distribuidora de baterías “superior”, ahora modelado por sus singular estilo, muy salvadoreño. Averigüé quien era el artista y a los pocos días estábamos hablando de pintura en el “Expreso de la Noche”, el programa que conduzco en la radio universitaria acá en San Salvador.




No solo su obra es característica de nuestra cultura, sino también su personalidad, él hace de una dificultad una ventaja y de paso lo transforma en milagro, sólo a eso lo llamaría “el arte del vivir”, o bien, lo que conocemos los salvadoreños en el vox populi como “hacer de tripas corazones”,  después de todo… (suspiro)  todos llevamos algo de este dicho, una mentalidad y forma de enfrentar la vida a veces inconscientes, pero al ver la obra pictórica de Renacho asumimos nuestra salvadoreñidad aceptando como propia la realidad y finalmente la disfrutamos, a través de un concepto gráfico.

Renacho es eso, es la cultura e iconografía nacional, en otras palabras, es sobrecargar los espacios de colores y armonizarlos no importando las condiciones, si se hace con disciplina, con técnica y sobre todo con optimismo, la obra será impresionante.

LA CARRETA CHILLONA

En la obra de Renacho entendemos que ser impresionante no es ser monumental, tampoco es sinónimo de ser grande, para los salvadoreños después de todo ser grande no necesariamente es ser bueno. Para nosotros los espacios son cortos, las calles y andenes son estrechos, nuestras viviendas mínimas porque en general el territorio donde vivimos es chiquito, nuestra habitabilidad por metro cuadrado es mayor que la media mundial. Entonces sobrecargar nuestro paisaje de belleza es normal ya que la vida buena o mala es eso, vivir al extremo; ¡“vivan los muchos, viva la fertilidad y el trópico, vivan los colores y la obra de Renacho Melgar”!





Para él la pintura va más allá del tradicional lienzo o las convencionales exposiciones, los espacios son un todo para el artista y la colectividad hace incluyente su obra.









Sin embargo, veamos algunas de sus obras en lienzos.

LA ABUELA

EL CADEJO NEGRO

LA SIHUANABA

EL CIPITIO

CORAZÓN DEL CIELO (HURACÁN)

EL CHAMUCO

QUETZALCOATL