¿Qué es un milagro? Bueno, cada quien tiene su propio
juicio de lo que es, a veces fundamentales o a veces pragmáticos. Por ejemplo,
para mi vecina doña Carlota que su sobrino Nicolás permanezca sobrio unos
quince días sería un milagro, pero para don Arturo un viejecito de 74 años que
vende dulces en un canasto de mimbre en la esquina de la escuela Miguel Pinto a
la vuelta de mi estudio, que apenas se pone de pie con su bastón ortopédico y
anda siempre afanoso con su camándula entre los dedos, un milagro sería para él
que pudiese caminar y hasta corretear a los chuchos que se le acercan apestosos
queriéndose comer las migajas de pan dulce mientras toma su cafecito de la
tarde.
Para Renacho Melgar un milagro es encontrar hasta de
un acto vil y traidor una ventaja para hacer nuevos amigos, socios, y porque no
decirlo, nuevos aliados. Lo entendí en su última exposición el pasado 21 de
junio en el Museo Tecleño (MUTE), nos explicaba que mientras 3 días antes del
evento su representante se le desapareció y al estar “varado” decidió enfrentar
el reto con ayuda de sus amigos, necesitaba 200 dólares para cambas y le pidió
2 dólares a cada uno como colaboración en las redes sociales, nos contó en su
discurso a la hora de inaugurar su exposición que tenía mucho más de 100 amigos
que agradecerles esa noche, de pronto se hiso tropical mientras sosteníamos los
presentes un envase verde de cerveza, empezó a llover.
Renacho es un joven artista pintor que está
revolucionando el concepto y el paisaje urbano capitalino, lo conocí hace un
par de años cuando pasé por la 3ª calle poniente y vi el icónico rinoceronte
frente a la distribuidora de baterías “superior”, ahora modelado por sus
singular estilo, muy salvadoreño. Averigüé quien era el artista y a los pocos
días estábamos hablando de pintura en el “Expreso de la Noche”, el programa que
conduzco en la radio universitaria acá en San Salvador.
No solo su
obra es característica de nuestra cultura, sino también su personalidad, él
hace de una dificultad una ventaja y de paso lo transforma en milagro, sólo a
eso lo llamaría “el arte del vivir”, o bien, lo que conocemos los salvadoreños
en el vox populi como “hacer de tripas corazones”, después de todo…
(suspiro) todos llevamos algo de este dicho, una mentalidad y forma de
enfrentar la vida a veces inconscientes, pero al ver la obra pictórica de
Renacho asumimos nuestra salvadoreñidad aceptando como propia la realidad
y finalmente la disfrutamos, a través de un concepto gráfico.
Renacho es eso, es la cultura e iconografía nacional,
en otras palabras, es sobrecargar los espacios de colores y armonizarlos no
importando las condiciones, si se hace con disciplina, con técnica y sobre todo
con optimismo, la obra será impresionante.
En la
obra de Renacho entendemos que ser impresionante no es ser monumental, tampoco
es sinónimo de ser grande, para los salvadoreños después de todo ser grande no
necesariamente es ser bueno. Para nosotros los espacios son cortos, las calles y andenes son estrechos, nuestras viviendas mínimas porque en general
el territorio donde vivimos es chiquito, nuestra habitabilidad por metro cuadrado es
mayor que la media mundial. Entonces sobrecargar nuestro paisaje de belleza es
normal ya que la vida buena o mala es eso, vivir al extremo; ¡“vivan los
muchos, viva la fertilidad y el trópico, vivan los colores y la obra de Renacho
Melgar”!
Para él la pintura va más allá del tradicional lienzo o las convencionales exposiciones, los espacios son un todo para el artista y la colectividad hace incluyente su obra.
Sin embargo, veamos algunas de sus obras en lienzos.
LA ABUELA
EL CADEJO NEGRO
LA SIHUANABA
EL CIPITIO
CORAZÓN DEL CIELO (HURACÁN)
EL CHAMUCO
QUETZALCOATL
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