25/6/17

Ilusiones Áridas

Ilusiones áridas (crítica literaria)

Cuando las ilusiones son esos anhelos insistentes por ser realizados, e inexorables metas que marcan los destinos de las personas, y más aun cuando a pesar de las dificultades se logran, éstas se convierten en historias de vida, en historias que nos motivan a ser mejores; sin embargo, leyendo este libro titulado “Ilusiones áridas” de Alberto F. Alvarenga, asimilo que esta es una narración que va más allá del género conocido como superación; es más bien un libro social que denuncia injusticias, estafas, violaciones, explotación infantil, carencia de derechos básicos como salud, educación, vivienda, alimentación, y por supuesto, seguridad ciudadana.

La importancia de este libro es porque el lector hilvana el valor de la conciencia social con el desarrollo de los pueblos. Muchas naciones son tercermundistas no por carecer de grandes centros comerciales, edificios o carros lujosos que corren por las autopistas y pasos a desnivel; somos tercermundistas por la falta de oportunidades de la juventud, quienes sin apoyo construyen un futuro árido como es el caso de El Salvador, Guatemala y Honduras.


Esta es una novela biográfica que nos muestra en retrospectiva las cosas que están mal en la sociedad, pero por la forma y estilo del autor nos vemos reflejados con la parte de culpa de cada quien.

Esta es una historia dramática que muestra lo crudo que puede ser la vida si el Estado no toma su responsabilidad básica, procurando bienestar a la familia, la protección jurídica de la gente rural o marginada, la infancia sin una vida digna, la juventud sin educación, las personas de tercera edad sin pensión universal; pero sobre todo la deshumanización a la que hemos llegado, como si fuese un manto de invisibilidad de las cotidianas injusticias sociales que vemos día a día.

Ilusiones áridas debería ser una lectura obligada para personas que tengan un nivel de poder sobre uno o más jóvenes, para padres o madres de familia, o también, para esa muchachada que a veces no valoran lo que tienen.

Pero sobre todo este libro debe ser leído por la clase política para que entiendan lo que está mal en este país, para que sus buenos oficios procuren resarcir el daño que le hicieron al país por no invertir lo debido en la juventud, en la educación, deporte y cultura.

El autor cuenta como estafan a su padre y le despojan de sus tierras quedando la familia en miseria, luego relata cómo sus hermanas caen en las garras de un abusador sexual quien también lo explota a él a niveles de esclavitud laboral, asumiendo el lector en forma tácita la falta de oportunidades y protección jurídica que vive la gente, más aun la falta de educación y oportunidades en general.

No me queda más que felicitar a Alberto F. Alvarenga quien no es ese literato extrovertido de exquisita alcurnia, lejos de eso, es de los escritores que trascienden por ser de la calle y que describen denunciando injusticias sociales tal como lo hizo en su momento Manlio Argueta en su libro “Un Día en la Vida”.





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7/6/17

Arranca la campaña

Arranca la campaña y la contaminación electoral

Podemos decir categóricos que la campaña política para pedir el voto ya inició, aun cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) no ha abierto el periodo de proselitismo.

Las fichas en el tablero se mueven y las distracciones surgen como un enjambre de mosquitos al inicio invernal.

La derecha afila sus insultos y la izquierda apela al romance de la igualdad social, la contra-propaganda y el ejército de troles empiezan a invadir nuestros espacios, mientras las querencias de la gente se ven cada vez más utópicas.

Las primeras mediciones de la opinión pública ya salieron a la luz, tanto la encuesta universitaria del IUDOP (instituto universitario de opinión pública de la UCA) así como la de Cid Gallup, ambas muestran una realidad innegable y que todos sabemos; sin embargo, estos instrumentos nos permiten afirmar y resumir los siguientes puntos:

Primero: la imagen y gobierno del actual presidente es bastante negativa; dos: los principales problemas de la ciudadanía son la delincuencia, la corrupción y el deterioro económico. Y tercero: la clase política se erosiona cada vez más y la desesperanza es un sentimiento que marca el común denominador.

Esto hace que la derecha (la actual oposición) prepare su clásico discurso de terror acompañado de ofensas, prepotencia y otros eufemismos, que en última instancia van encaminados a la denigración del enemigo izquierdista, como si fuesen invasores extranjeros que quieren dañar a “la patria”, por lo tanto hay que defenderla.

Por otro lado la izquierda se empantana queriendo resolver una agenda de país, simulando ser un proyecto coherente a sus principios e ideario, pero la gente no lo percibe así, y cada día que pasa la esperanza y el cambio que evocaron en campañas pasadas se va desvaneciendo como un arco iris a la salida del sol.

Austeridad, cambio, meritocrácia (cuando se designan funcionarios por idoneidad no por preferencia política), fin de la corrupción, unidad nacional… son ideas que la población ya las escuchó en campañas pasadas y aun esperan que se cumplan.


Los resultados de los comicios del 4 de marzo de 2018 donde se elegirá el parlamento y los gobiernos municipales no marcarán mayor diferencia en el mapa político salvadoreño actual, son más bien una antesala para las presidenciales que se realizarán un año después, en 2019, y es ahí la importancia de la próxima justa electoral.

En ambas encuestas se revela que la ciudadanía no es apática o desinteresadas al tema electoral, más bien en forma tácita añora propuestas concretas, y no más burlas e insultos entre la clase política, pues ese circo no nos lleva pan ni bienestar. No queremos más peleas intestinas que nos distraigan de la verdadera problemática que es sencilla de entender; más allá de los informes sesudos de los macroeconomistas y estadistas.