El transporte público es un reflejo de
nuestro caos social
Si hablamos del proyecto SITRAMSS es necesario afirmar
lo que todos sabemos pero callamos en forma inconsciente: “El sistema de
transporte representa todo lo que está mal en este país”; más allá de los autobuses
articulados y el carril especial, más allá de la resolución de la Sala de lo Constitucional.
He aquí mi modesto análisis.
Para empezar la Sala de lo Constitucional dicta una
medida cautelar que pone entredicho el método que usó el gobierno para concesionar
el sistema de transporte a una empresa. La Sala no condena o cuestiona al
sistema en sí.
El sistema de transporte del área metropolitana de
San Salvador (SITRAMSS) surge del caos vehicular que nos acosa desde hace más
de veinte años, es producto de la necesidad de tener (como toda ciudad grande y
moderna) un transporte público limpio, seguro, inclusivo, ordenado, eficiente y
que esté a la altura del coste del ciudadano de escasos recursos. Pero así como
todo lo malo de este país el transporte urbano es víctima de la falta de planeación
oportuna, efectiva, transparente y consensual.
El SITRAMSS es presa de las disputas intestinas de
las facciones políticas así como cualquier proyecto de bienestar público a lo
largo de nuestra historia. Si la derecha estuviera en el poder la izquierda
estaría celebrando la resolución de la Sala de lo Constitucional.
El sistema de transporte así como la salud pública,
educación o seguridad, son pilares fundamentales del bienestar social, y del
éxito o no de estos proyectos dependerá en gran medida la continuidad de los quinquenios
presidenciales, es decir, son banderas proselitistas de los partidos políticos.
Y en el peor de los hábitos mezquinos está el boicot que se propinan unos a
otros para ver fracasar las gestiones de sus antagónicos, para jamás hacer valer
el interés nacional más que el de determinada facción.
Por otro lado, si las concesiones y licitaciones de
la construcción del SITRAMSS estuvieran otorgadas a las empresas afines a la
derecha estoy seguro que el nivel de protesta sería menor.
Mientras nos peleamos como “chuchos y gatos” para
ver quién tiene la razón, (sin saberlo) defendeos intereses foráneos que nos
empobrecen y como ciegos no vemos el problema frente a nosotros, el cual sin
ser un perito en la materia podría mencionar algunas causas del caos vehicular:
mal diseño urbanístico por la poca estrategia vial o acceso vehicular (terminales,
centros comerciales y educativos, mercados, complejos habitacionales, entre
otros puntos que generan alta densidad de los automotores).
La corrupción hace que los proyectos no sean
completos porque siempre desaparece parte significativa de la inversión. Además
hay poca visión de aplicar medios de transportes alternativos; entre otra causa
importante es que nunca se puso orden al gremio de transportistas colectivos (desde
que tengo memoria los choferes de autobuses y sus asociaciones empresariales siempre
terminan doblándole el brazo al gobierno en turno).
Pero a mi juicio el problema más significativo es la
falta de cultura vial que tenemos, la mala educación y poca cortesía es la razón
que genera más caos en el tráfico del AMSS.
Si la Sala de lo Constitucional emitió una medida
cautelar es porque el proyecto tiene vacios técnicos y jurídicos que deben
corregirse, pero eso no quita que el proyecto sea malo, o que debamos
descalificarlo, no sería sensato echar al cesto de la basura el intento de
tener un sistema público de transporte limpio, seguro, inclusivo y rápido.
Por eso mi humilde conclusión es que el SITRAMSS es
el reflejo de todo lo que está mal en el país, que es: Uno, las extremas
políticas nos llevan a una pelea visceral sin sentido en todos los escenarios;
dos, la corrupción hace que los fondos nunca alcancen; y tres, eduquémonos (culturicémonos)
para tener un sentido común en nuestros patrones de conductas, y que no sea el
clásico agresivísimo con el que queremos solucionar el problema vial, o bien, el
caos social.
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