31/8/21

La cripto identidad sefardí

La cripto identidad sefardí

“Entonces el señor llevó afuera a Abram y le dijo: Mira bien el cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será el número de tu descendencia”.

Génesis 15:5

Este no es un escrito de catecismo, nada más evoco estas palabras de la antigüedad como parte de la identidad de lo que quizá seamos. Digo “quizás” porque la diáspora sefardí es un pasaje de una historia enterrada de nosotros mismos, salvadoreños, centroamericanos, mexicanos y casi toda Latinoamérica en general.

¿Cómo es posible? Bueno, es una larga historia. Tan larga que se remonta a mil años antes del Cristo de Nazareth cuando se asentaban los comerciantes fenicios en la península ibérica, junto a ellos iban sus contadores, escribas y cartógrafos, los hebreos.

Con el pasar de los siglos los romanos expulsaron a los fenicios (cartagineses), luego los visigodos a los romanos y después los árabes a los a los visigodos, pero a los pocos años los castellanos y aragoneses reconquistaron España y expulsaran a los moriscos, pero hubo entonces un hito que cambió a diferencia de las invasiones anteriores, fue que los nuevos amos iberos decidieron exiliar al pueblo hebreo que vivía en la península desde hace 2,500 años atrás, a esta gente se les conoce como “sefardíes”.

Los sefardíes siempre convivieron con los poderes ocupantes, gobernadores, reyes, emires, califas, más no lo pudieron hacerlo a la llegada de los reyes católicos, Isabel y Fernando, quienes decretaron en 1492 la salida forzada del pueblo sefardí de España, a lo que se conoce como “la diáspora sefardita”.

A los que les parezca familiar el año de 1492 es porque fue justo ese el año que Cristóbal Colón encontró la ruta marítima a América.

Que fuese casualidad, o no, que ese año marcara el inicio de la diáspora sefardita es tema que se lo dejamos a los historiadores, lo que sí es de suponer es que muchos de estas personas terminaran en suelos americanos, a pesar de la prohibición manifiesta de las mismas autoridades reales.

Los sefardíes que decidían viajar a tierras americanas lo hacían a sabiendas de que podían ser aprehendidos, en especial por la iglesia católica, que ejercía su poder de manera más férrea en las principales ciudades coloniales, o mas bien dicho en las urbes mas pobladas durante la ocupación española; México, Santiago, Guatemala, Cartagena, Lima.

No obstante, había provincias donde las ordenes católicas (dominicos, jesuitas) a cargo de ejecutar el santo oficio de la inquisición les era más difícil ejercer su poder, entre ellas: Venezuela, Bolivia o San Salvador, entre muchas.

Estos sefardíes ocultaron a la luz pública sus tradiciones durante siglos por terror a ser quemados, dejaron de asistir a sus sinagogas y muchos enterraron sus libros sagrados como la torá. Hubo familias que sí llevaron sus tradiciones en forma rigurosa, escondiéndose y en secreto, pero la mayoría poco a poco las fueron perdiendo a través del paso de las generaciones.

El otro día revisando los apellides de origen sefardí me llevo la sorpresa que mis dos apellidos figuraban en esa lista, así como la mitad de los de mis compañeros de estudio y vecinos también.

Listado de apellidos de origen sefardí

Hace una semana fui a hacer la limpieza a la casa de mi abuela materna que está ya muy viejecita, vive en la ciudad periférica de Apopa acá en San Salvador (por cierto, me encanta como cocina) y, mientras regaba el limonero del arriate veía de reojo como ella afanosa encendía una vela, para luego rezar frente a una imagen de Santa Marta, sé que lo hace siempre los días viernes porque así contaba que lo hacía su madre también; luego contemplando la escena escuché a lo lejos la predica de un pastor, vociferando un versículo de la biblia que mentaba la promesa que Dios le hizo al patriarca Abraham hace miles de años... Cerré un poco los ojos, agudice mis sentidos y hasta entonces reflexioné sobre cuánto hemos enterrado de nuestra identidad sin que lo sospechemos.

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23/8/21

La tercera raíz, la identidad africana

 La tercera raíz, la identidad africana

Para que un país o región camine al desarrollo una de las características que debe cumplir es tener clara su identidad, y no solo para la élite intelectual, sino, que las personas del común tengan certeza de su pertenencia con su territorio y sus raíces culturales.

Dicho lo anterior, que los pueblos americanos nieguen o vean con desdén las afro descendencias resulta ser un craso error intelectual y de la sabiduría popular.

El Salvador es uno de los tantos países que discrimina a las personas con raíces africanas, pero no solo eso, también comete el yerro mas grande que pueda existir, el salvadoreño promedio crea un mito a su alrededor de negar a sí mismo su raíz africana, despreciando de manera tácita su identidad.

Las palabras que les comparto del coordinador y profesor de la licenciatura de historia de la Universidad de El Salvador Alfredo Ramírez son mas que explicitas al respecto. 

Cuando abordamos el tema en toda su dimensión llegamos inexorables a la conclusión de que, no podemos aspirar a un desarrollo social si no develamos ciertas realidades culturales latentes, y una de ellas es nuestra tercera raíz.

El eurocentrismo resulta ser para el caso el yugo con el que aun caminamos, África nos da una rica herencia a la cual renegamos, herencia de saberes filosóficos, sociales, teológicos, culinarios, musicales y artísticos en general.  

Con lo anterior no niego que para que un país logre su desarrollo pleno también hay otros factores como, sus recursos naturales, la inversión en educación especializada o, el fortalecimiento del sistema jurídico y Estado de derecho, entre otros. Pero en el caso específico de los pueblos centroamericanos el factor cultural es determinante, ¿por qué?, bueno esa es una plática para otras 500 palabras.

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18/8/21

La identidad mesoamericana

La identidad mesoamericana

Este es un tema que cobra vigencia de cara al bicentenario como república, pero ¿Qué rasgos nos caracteriza como pueblo?

He leído cantidad de ensayos y tratados al respecto, muchas sesudas definiciones del concepto de cultura e identidad, Google nos direcciona a un sin número de grupos y foros donde nos aproximan a este entendimiento; sin embargo, bajo todo ese palabrerío podría asegurar que existe una cripto identidad que no vemos, pero está ahí latente.

La esencia de los pueblos mesoamericanos podría enmarcarlos en las siguientes verdades inequívocas que son a veces molestas e incómodas, por tal razón muchos tenderán a rechazar u objetar estas palabras.

Quinientos años después de genocidio de los pueblos originarios debemos asumir que la cultura mesoamericana esta vida y lejos de ser extinta, vive en cada uno de nosotros aun cuando las instituciones no lo reconozcan, incluyendo la familia y el Estado (al menos en el caso salvadoreño).

En tal sentido las fronteras que hoy conocemos y las divisiones políticas que nos han enseñado a través de los mapas, no son las que en realidad nos identifican como pueblo en el sentido profundo del vox populi.

Nuestra identidad principal de la región es ser mesoamericanos y de ahí parte nuestra unidad cultural, esto incluye desde California hasta Panamá.

Para el lector promedio esto podría ser una locura, pero cuando viajamos entre los pueblos y municipios de cada país centroamericano o entre los Estados mexicanos nos damos cuenta que, sí, en efectos tenemos diferencias, pero es innegable a su vez que hay más similitudes que discrepancias.

No me gustaría caer en una discusión vana entre fulano y mengano para saber quién tiene “la pirámide” más grande.

Lo que sí les puedo asegurar es que después de recorrer tantos pueblecillos en el trasbordo de autobuses, gracias al deporte que practiqué durante mi juventud (el montañismo), es que pude constatar que la gente mesoamericana come tortillas todos los días (quizá con la excepción de Panamá).

Gustan las personas además de colorear con intrincadas figuras sus chalet y carretones en los mercados; la mayoría somos hospitalarios, entre tantas características que cada quien pueda agregar.

Estoy convencido que los macro problemas que tiene la región, tales como: La corrupción, la injusticia institucionalizada, la impunidad, la falta de moral y ética de la clase política, la violencia, el narcotráfico, las desigualdades sociales, la extrema pobreza, el racismo; tienen su origen en factores culturales.

La decadencia y transculturización es la que desde hace 500 años mueve primero sus fichas en el ajedrez del poder político y territorial, sin embargo, eso no quiere decir que no exista otro tablero paralelo, propio de nuestra idiosincrasia, tal cual tenemos el mito del sol y la luna, la dualidad exacta de las creencias primigenias, el día y la noche, la luz y la oscuridad, o bien, como les llegaron a conocer las gentes de maíz: Tepeu y Kukulcán para los mayas del Yucatán, o bien, Hunahpú e Ixbalanqué como los menciona el Popol Vuh; Tezcatlipoca y Quetzalcoatl para los aztecas y mexicas, Itanipuca e Ilanguipuca para los lencas, el Tamagastad y la Cipaltonal para los nicaraos, Sibú y Sulá para los habitantes de las tierras del Talamanca.

En otras palabras, mis estimadas conversas la suerte de nuestro destino cultural mesoamericano no está echada, aun tenemos la última palabra, y la clave está en saberlo, en conocerlo.

Nuestra identidad va de la mano con la relación y el amor al entorno natural, a los elementos dadores de vida (el agua, el aire, la tierra, el sol, los volcanes), siendo eso nuestro máximo legado intangible, el cual va más allá de cualquier religión o creencia; va más allá de una visión netamente ecológica o medioambientalista.

Nuestra conexión identitaria con la madre tierra y la fertilidad es intrínseca en los patrones de conducta que tenemos a flor de piel, lo único que los mismos sistemas educativos no lo fomentan ni lo clarifican, pero como les repito, está ahí latente.

En fin, ahí comparto entre líneas algunas luces de lo que en verdad somos, la identidad, la pertenencia; no obstante, en esta reflexión no hablo de los sincretismos, que también son incorporados a los patrones culturales en los últimos 5 siglos; las afro descendencias y nuestras raíces sefardíes, entre tantas que para bien nos han abordado a lo largo de la historia, pero esa es otra charla que dejaremos pendiente para las siguientes 500 palabras.

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