21/12/19

Salud mental, en los colectivos y las redes sociales


Salud mental, en los colectivos y las redes sociales

En las sociedades complejas del siglo XXI la salud mental del individuo y de la gente en general es determinante para factores económicos y políticos, porque muchas veces esto marca la prosperidad de un pueblo.

Los padecimientos mentales en las personas son tan comunes como los resfriados; sin embargo, se tienden a ocultar por el desconocimiento de los síntomas.

Los altos niveles de agresividad que vemos en el tráfico, en los colectivos y en las redes sociales, son evidencia del estrés y de las frustraciones que vivimos.

Para entender este complicado tema nos concede esta entrevista el doctor Francisco Antonio Araniva García, Médico especialista en Psiquiatría y Salud Mental, Jefe del departamento de Psiquiatría del ISSS, aclarándonos y ampliándonos puntos importantes de la conducta humana moderna, con el objeto de conocer más el fenómeno, y así obtener una mejor calidad de vida.


¿Cómo evalúa la salud mental de la sociedad en tiempos modernos?

¿Qué diagnóstico le da a la sociedad salvadoreña en particular?

El Salvador tiene 30 años de haber terminado su guerra civil, ¿Sobre este tema Ud qué opina de la salud mental de la sociedad?

¿Qué recomendaría a los políticos en tema de salud mental?

¿Qué opina de la salud mental del público en redes sociales?

Algo que quisiera agregar a esta entrevista.

El doctor Araniva es una persona accesible y está presto a hablar o ampliar cualquier duda al respecto de este tema a nivel social o personal, pudiéndosele localizar a través de su perfil de facebook: Francisco Antonio Araniva.


11/12/19

Latinoamérica en crisis


Latinoamérica en crisis

¿Qué está en crisis en Latinoamérica, la izquierda o la derecha?
Más que ideológico podríamos afirmar que la crisis es cada vez más aguda por culpa de la clase política, esos fulanos que se alejan a paso agigantado de su esencia, lo cual es, ser servidores públicos; en cambio se sirven, más bien, a sí mismos.

Es decir, estamos frente a una crisis moral y ética de políticos que enarbolan sus causas atropellando los derechos básicos humanos y el bienestar ciudadano, escudándose y justificándose en chocarreros dogmas.


Solo en este año hemos visto convulsionar a Puerto Rico, Nicaragua, Ecuador, Honduras, la eterna Venezuela, Perú, Chile, Bolivia, Colombia; y tensas situaciones en Brasil, Argentina, Guatemala, entre otras naciones.

En nombre del socialismo se tienen presos políticos en Venezuela, no obstante la propaganda nos vende la idea que en Venezuela, Nicaragua y Cuba lo hay es “políticos presos” y no viceversa; pero lo cierto es que son personas que no se someten al orden establecido, siendo confinados y torturados en mazmorras como el “Helicoide”, todo por atreverse a cuestionar la corruptela del “líder revolucionario”, figuras públicas que están involucradas en narcotráfico u otros menesteres.

En nombre de las libertades del mercado y el capitalismo generador de riqueza, los estadistas dotados de sabiduría erudita envenenan los subsuelos con metales pesados para extraer oro, depredan los bosques, el agua la hacen mercancía y dan rienda suelta a la usura descarada a través de un sistema financiero amoral; aumentando en forma significativa la pobreza, sin importar valores ético o sociales como el derecho a la educación, vivienda, salud, y no menos importante, el comercio justo.

La libertad del sistema de libre mercado nos quiere hacer creer en forma ciega que las fuerzas de la oferta y la demanda se “auto-regulan”, y así el ciudadano obtiene el bienestar creando excedente y riqueza… Jaajajaja.

Actualmente vemos que la gente en Colombia y Chile (países cándidos del capitalismo) se hartaron de esa mentira esquemática.

Cada  país es un caso y cada analista abre su singular escenario; en fin, unas le echan la culpa al populismo como Gloria Álvarez (la aguerrida lideresa de opinión guatemalteca), aunque en lo personal sé que esto va mas allá de meras reglas compendiadas.

O bien, la agudeza de Vargas Llosa, voz calificada de la política latinoamericana, quien ha sabido retratar en repetidas ocasiones las dictaduras perfectas, desde las bananeras como la venezolana hasta las sagaces como la tradicional mexicana.

Creo que estamos empantanados, al menos en buscar una explicación racional de la crisis latinoamericana, en lo personal no me terminan de satisfacer los análisis de Noam Chomsky ni las compilaciones de opiniones que hace Andrés Oppenheimer en CNN. En muchas cosas tienen razón pero no terminan de dar en el clavo.

A manera de ejercicio me gustaría que reflexionemos sobre la historia y las relaciones de poder en Latinoamérica, conquistador-invasor, vasallo, esclavista, latifundista, criollo, ilustrado, liberal, conservador. El tío Sam, revoluciones, militares farsistas, y ahora socialistas, clase trabajadora, sindicatos y empresas trasnacionales.

Si nos tomamos un par de minutos sé que cada quien encontrará la respuesta; sin embargo, opino modestamente que para entender la crisis latinoamericana hay que incorporar el elemento oculto, el que el fanático no quiere ver reflejado en su inmaculado líder, el que el romancero intelectual obvia: el narcotráfico.

Cómo afecta en las bancas latinoamericanas los flujos de capitales mal habidos, en las pegajosas melodías que suenan al oído del encargado de la cosa pública; la avaricia humana, el político, el jurista, la fuerza pública, el gran empresario generador de riqueza, el revolucionario, el general, el comandante, el analista.

Bueno, para ser un modesto artículo de blog creo que ya fue suficiente, me despido entonces en este cierre abrupto.

24/11/19

BOLIVIA: ¿Qué sucedió?

BOLIVIA
9 ARGUMENTOS SOBRE LO QUE HA SUCEDIDO
Por: Jaime Ordoñez*

Bolivia es un país  intenso y hermoso, el cual  visité mucho  entre 1990 y 2005 (antes de la llegada Evo Morales)  colaborando con el IIDH en las leyes del Poder Judicial, el Ombudsman y otras reformas. Conozco La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y muchas otras ciudades. Tengo amigos entrañables allá. Justamente por eso, por respeto a su historia y a su gente, me he esperado algunos días antes de escribir estas notas.

Me asombra la irresponsabilidad y ligereza con la cual miles/ o cientos de miles de personas (en toda América Latina) sin conocer bien ese país, sin conocer su contexto, sin recabar información a fondo, se han arrojado a decir cosas en las redes sociales y los medios de comunicación. Sintetizo ahora mi opinión en estos 9 puntos.

1.-Esa Bolivia de 1990 que yo empecé a visitar era todavía cuasi-medioeval, manejada enteramente por la élite blanca de Santa Cruz (descendiente de españoles, alemanes y otros europeos),  un 20% de la población  que había gobernado por siglos sobre el restante 80%, indígena o mestizo. En ese momento, el presidente era Gonzalo Sánchez de Lozada, un tipo curioso, con apellido de conquistador castellano, pero que hablaba el español con acento inglés (pues su infancia y juventud la vivió en los EEUU).  Ese curioso acento le parecía hasta gracioso a su entorno de poder, fundamentalmente oligopolios nacionales y extranjeros. Así eran las cosas. Desde fines del siglo XIX,  el Ejército y la Iglesia fueron siempre los grandes árbitros que  quitaron gobernantes y administraron la segregación social a sangre y fuego.



2.-  El Ejército realizó más de 180 golpes de Estado en su historia republicana. Tan sólo entre 1978 y 1982, el Ejército ofició 8 golpes de Estado, prácticamente uno cada seis meses. La palabra democracia  siempre costó mucho que se arraigara en Bolivia. Los pocos gobernantes realmente democráticos que tuvo el país en el siglo XX , como el gran Víctor Paz Stenssoro o Siles Suazo, fueron siempre sacados del poder a metrallazos y tanques por los militares. 

3.- En lo económico (las cosas hay que decirlas por su nombre),  durante los siglos XIX y XX , Bolivia fue un país expoliado por esa pequeña elite  sobre la gran mayoría indígenas (aymará o o quechua),  con una pobreza casi del 40% y con sus mayores riquezas naturales (petróleo, gas, minería) en manos de empresas privadas extranjeras que se dejaban cerca del 95% de las ganancias. El fisco y el pueblo boliviano solo recibían el 5%.   En esos años, daba dolor caminar por muchas localidades del país.  Más aún que la pobreza, daba dolor ver  la sumisión cultural y la segregación racial. Los meseros en los restaurantes no le miraban a uno a los ojos. Una sumisión de siglos, exactamente los cinco siglos de la conquista.  Junto con Guatemala, fue históricamente el  país de América Latina de mayor “apartheid” y discriminación que yo haya visitado.

4.- En ese contexto, la llegada de Evo Morales al poder en 2006 era sólo cuestión de tiempo. Se veía venir desde una década antes o mucho más, era una suerte de reivindicación histórica, antropológica y cultural. Era la historia misma, el milenario mundo aymara y quechua, cobrando sus cuentas.

5.- Según el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial  la presidencia de Evo Morales no pudo ser más exitosa.   En 2006, el exmandatario recibió uno de los países más pobres de la región, con índices de pobreza que llegaban al 38 o 40%  y hoy es solo del 15%. El crecimiento económico de Bolivia fue uno de sus mayores logros. El PIB del país aumento  4% todos los años por más de una década, siendo el crecimiento más sostenido y sólido de toda Suramérica según el propio FMI.

6. La disminución en cifras de desempleo también es destacada. Bolivia cuenta con una población superior a los 11 millones 300 mil habitantes de los cuales casi la mitad, 5 millones 300 mil, hacen parte de la población activa. Evo Morales inició su presidencia con el 8,1% de desempleo y la redujo al 4,2%. A esto se suma el aumento del salario mínimo, que sus 13 años,  pasó de 60 a 310 dólares mensuales.  La infraestructura se desarrolló y mucho de ello fue resultado de la nacionalización de los bienes estratégicos como los hidrocaruburos y la minoría.  El propio Banco Mundial contabilizó más de 8,100 obras de infraestructura y avance durante todos estos años.

7.-  El gran pecado y error de Evo Morales fue apostar por la reelección en un cuarto período.  El referéndum del año anterior, 2018, el cual pierde por 51% a 49% debió haber sido el campanazo para no extender más su gestión.  En efecto, la elección de hace un mes parecía haber tenido irregularidades importantes, interrupción del conteo y otros puntos negros decisivos. Todo parecía indicar, según indicó la OEA,  que se trató de una elección opaca, manchada  en algunas regiones. Muchos de sus allegados más cercanos, incluso periodistas de izquierda como Raul Zibechi, han confirmado que ese error de Evo, de seguir insistiendo en su omnipresencia, no sólo le enajenó el apoyo de muchos de los propios sectores indígenas en los últimos años y meses y de varios grupos de la sociedad boliviana. Aparte de ello la economía, antes boyante, empezaba a mostrar signos de fatiga, con una inflación cercana al 8%.  Era el momento de salir, de que operara la alternancia en el poder, lo cual es parte del juego democrático. Evo no lo entendió

8.-  Presionado por la circunstancias, Evo Morales concedió (un día antes de su salida del poder) que se realizaran elecciones en los próximos meses.  Es decir, ante la presión interna y externa, acató la solicitud de la OEA que le solicitaba repetición del sufragio. Es decir, la solución constitucional y jurídica estaba prevista y podía realizarse.

9.- Todo lo anterior nos lleva al punto final. ¿Se justificaba la amenaza del Ejército?  Si Evo Morales había concedido repetir la elección tal y como le indicaba la OEA, ¿se justificaba  la amenaza del Ejército—declarada en cadena de televisión nacional por ese personaje ominoso y oscuro llamado Luis Fernando el “Macho” Camacho, cercano a grupos para-militares de Santa Cruz, y que ya muchos llaman el “Bolsonaro” boliviano y que entró al Palacio Presidencial con la biblia en la mano afirmando “Bolivia es para Cristo”?

Desde luego que no. La amenaza de Camacho, apoyado por el Ejército, no fue un bombardeo militar sobre una casa presidencial, pero técnicamente fue la intervención de un actor institucional militar alterando el orden civil.  Técnicamente, generó los mismos efectos de un golpe de Estado.  Evo Morales, ya desgastado en los últimos meses, iba perder la nueva elección. Lo que se buscaba con ese acto de Camacho y sus allegados militares era desaparecer a Evo del panorama político a toda costa.  O desaparecerlo físicamente.

Lo grave del caso es que esta nueva aparición de las Fuerzas Armadas en un país de América Latina (los militares asustando con sus armas y cambiando el destino de los países)  está siendo asombrosamente apoyada por cientos de miles de personas en la región. Algo triste y ominoso. Es volver al pasado. A la noche oscura de las dictaduras.  Y una aclaración final: quien escribe este artículo, se ha opuesto férreamente a los regímenes de Nicaragua y Venezuela. Creo tener autoridad moral para escribir estas líneas.

¿Con qué autoridad moral quienes se oponen a la mano militar de Ortega y de Maduro, justifican ahora la mano militar de Camacho, quien se ufana ser amigo de Bolsonaro?  Hay que ser consecuentes. El autoritarismo es el mismo venga de donde venga: desde la izquierda o la derecha.-  O creemos realmente en la democracia, o retrocederemos décadas en América Latina.

(*) Jaime Ordoñes es Director en el Instituto Centroamericano de Gobernabilidad (ICG) y catedrático en la Universidad de Costa Rica (UCR)