El
libro y la revolución
Sí, ya sé, cuando
decimos la palabra “revolución” el asunto se escucha muy incendiario y radical…
y tienen razón. Pero alguien me podría explicar ¿porqué las satrapías,
dictaduras y monarquías queman libros a lo largo de la historia?
Los libros
guardan conocimientos a través
de las generaciones, los libros son cultura, por eso no es de extrañarse
que a lo largo de la historia los dictadores de mala entraña los quemen,
castigando a quienes los leen así como sus autores.
Hitler,
Pinochet, Robespierre, Diego de Landa, Pol Pot, son algunos de los personajes
oscuros de la historia que están atrás de semejantes actos contra el
conocimiento, colocándose al lado opuesto de la razón, de la historia, queriendo
evitar la evolución de las sociedades, la cual jamás ha dejado de cambiar.
En Centroamérica
así como en la provincia de San Salvador a finales de la colonia la censura
estaba a cargo de la iglesia y de las autoridades monárquicas, pero fue
inevitable que periódicos y libros con ideas de la ilustración llegasen y
fuesen leídos para iniciar así un surgimiento del pensamiento republicano.
En ese
momento subvertirse a la iglesia y a la corona española era ser revolucionario,
por eso ante las requisas de las autoridades de la época, el título de un libro
marcaba la diferencia entre un rebelde o un conservador.
La
república
Una vez
lograda la independencia en 1821 (aboliendo la santa inquisición y la
esclavitud) y después de sortear la invasión mexicana del año
siguiente, se dio un proceso de consolidación de la república, bajo esa
coyuntura los libros y periódicos jugaron su rol determinante.
Al principio
de ese periodo (1824-1841) se trajo por primera vez una imprenta a San
Salvador, iniciando así la producción de textos impresos, tanto libros como
periódicos.
Si bien era
cierto la imprenta permitía mayor difusión de los textos, estos aun no llegaban
a ser formatos populares para la trasmisión de las nuevas tendencias del
pensamiento; los periódicos y libros seguían perteneciendo a las élites, por
eso tanto en el país como en el mundo los impresos eran de carácter
político-económicos, porque no dejaba de ser un producto caro, solamente las
clases acomodadas tenían acceso a la lectura.
En 1824 se
imprimió el primer periódico llamado “El Mercantil” y de igual manera al año
siguiente se produjo, en esa misma imprenta, un tratado de derecho
internacional escrito por Andrés Bello, el intelectual latinoamericano que
junto a Simón Bolívar eran considerados para la época como “revolucionarios”.
A mediados
de ese siglo XIX se desarrolló el telégrafo y a principios de siglo XX la
prensa del centavo, hasta entonces los textos impresos se empezaron a
popularizar, mientras tanto los libros en El Salvador fueron llegando cada vez
a más personas; surgió la radio y la televisión, pero el libro nunca pasó de moda, adaptándose a la modernidad y cumpliendo siempre su rol cultural y comunicativo.
Durante la segunda mitad del siglo XX el sistema educativo salvadoreño demandó para las masas estudiantiles mayores cantidades de libros, tanto educativos como literarios.
Durante la segunda mitad del siglo XX el sistema educativo salvadoreño demandó para las masas estudiantiles mayores cantidades de libros, tanto educativos como literarios.
Sin embargo,
fueron épocas convulsas de dictaduras militares contra estudiantes universitario, donde ser subversivo o
ilustrado era una delgada línea peligrosa. No obstante surgieron como espuma
una serie de generaciones comprometidas de escritores demandando cambios, y junto a cada empuje
intelectual se venía a su vez una nueva oleada de editoriales, bibliotecas y
libreros, pero ese pasaje se los cuento para el siguiente artículo, que acá mismo se los comparto.
PRIMERA ENTREGA: EL LIBRO Y SU RAZÓN DE SER
SEGUNDA ENTREGA: EL LIBRO EN AMÉRICA Y EL SALVADOR
CUARTA ENTREGA: EL LIBRO, LA GENERACION COMPROMETIDA Y LOS LIBREROS
QUINTA ENTREGA: EL LIBRO Y LAS EDITORIALES SALVADOREÑAS
CUARTA ENTREGA: EL LIBRO, LA GENERACION COMPROMETIDA Y LOS LIBREROS
QUINTA ENTREGA: EL LIBRO Y LAS EDITORIALES SALVADOREÑAS
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