5/8/10

Recuerdos de Payín Imendia

Recuerdos del Profe, Jerónimo San Juan.

Por: Max Herrador.

El café certificado y el desarrollo

En mis días de universitario tuve un peculiar amigo y profesor; ¿cómo olvidarlo?, imposible, el profe Jerónimo San Juan (Payín Imendia) digno catedrático del departamento de periodismo de la Universidad de El Salvador, allá por 1994 en plena post-guerra y época de vanguardia en la sociedad salvadoreña, marcaron esos especiales recuerdo que tengo del Alma Mater.

Era de aquellos tipos alocados que enseñaban publicidad sin perder la raíz de la academia, pero en realidad no aprendí sus mejores enseñanzas en el salón de clase, sino, el máximo conocimiento lo obtuve de él en la camaradería de los fines de semana que nos reventábamos en la bohemia de San Salvador en los alrededores de la Ciudad Universitaria.

Hablaba con gran propiedad hace más de quince años de las bondades del bosque de café, cuando en esos años tal cultivo iba en frenética caída a una crisis anunciada. Me parecía burdo hasta cierto punto dignificar el cultivo del café ya que inmerso en el ambiente estudiantil de la UES, sonaba el tema como una charla feudalista de la oligarquía salvadoreña.

El profe Jerónimo insistía e incluso vaticinaba al café como una alternativa viable al desarrollo del país. Yo no entendía cómo esto podía ser posible, pensaba cómo podíamos regresar a una economía ya fallida importada por los liberales del siglo antepasado, no tenía sentido.

Sin embargo, como todo buen publicista el profe Jerónimo San Juan era experto en re conceptualizar las ideas, mencionaba cosas como las certificaciones de las fincas de café por organismos internacionales como “Rainforest” y “Starbucks” (entre otros), explicándonos detalladamente como las formas de cultivo, fertilizaciones y trato del grano cualifican tremendamente la bebida, dándole el plus extra para cotizar mejor la excelencia de una mejor taza de café en el mercado internacional.
Aun así me parecía burdo y complejo el tema, ya que implicaba invertir aun más en un cultivo y una producción que tradicionalmente estaba caduca, ya que la certificación del café era sinónimo de fuertes gastos.

Con los años me fui dando cuenta de lo errado que estaba, luego de trabajar con algunas cooperativas de café vi claramente que la reinvención del cultivo del café, al menos en El Salvador, es una vía de desarrollo segura, eso sí, haciéndolo por el camino de la certificación. Eso significa la institucionalización de tres aspectos importantes e innovadores a este cultivo, esto es básico e imprescindible para la nación.

Primero, trato orgánico desde la siembra y cultivo, hasta llegar por todo el proceso de beneficio y tueste del café, protegiendo extremadamente de químicos a la bebida.
Segundo, la amigabilidad con el medio ambiente, o sea, se protegen las cuencas garantizando fuentes hídricas, cuidando los suelos, respetando zonas de bosque original y la diversificación del cultivo combinando el bosque de café con otras producciones frutales o madereras, en fin, protegiendo y garantizando la biodiversidad.

Y como último punto para la certificación es la responsabilidad social, entender este punto es básico para la sostenibilidad del desarrollo ya que esto replantea completamente el cultivo tradicional, de ser manejado por latifundistas que explotaban al campesino bajo la figura del caporal y colono, a un cultivo en donde los involucrados gozan de plenos servicios como salud, alimentación, vivienda, educación y sanos entretenimientos.

Bien decía el profe Jerónimo, - Ojala la certificación de “Rainforest” fuera más estricta y obligatoria en el país. A lo que continuaba, - Ojala viniera un gobierno que promoviera estas prácticas exonerando de impuestos y aranceles a las fincas que estuviesen certificadas ya que si cumplen con los tres puntos básicos no tendría ningún sentido que el ministerio de hacienda "los basculiara". 

En fin, recuerdo sus estoicas posturas mientras nosotros sus alumnos nos reíamos de él entre chistes y cervezas. Definitivamente estaba fuera de época, pero no hacia atrás, sino, al contrario veía el futuro con mucha claridad y trataba de orientarnos con sabios consejos, cariño y mucha humildad.

Seguramente vamos a seguir recordando a Jerónimo San Juan ya que era un personaje inagotable y sus enseñanzas dignas de ser reescritas.


La Pupusa Revuelta

Mientras nos gastábamos la juventud en la UES, con unos muy buenos amigos y colegas nos dimos la tarea de reeditar Opinión Estudiantil con la ayuda de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños, AGEUS.

Bien recuerdo las colaboraciones del profe Jerónimo San Juan, aun cuando ideológicamente estábamos casi siempre en desacuerdo esperábamos de él solo ayuda y buenas vibras, recuerdo una vez que nos dijo que si podía tener una columna en nuestra revista porque quería ser parte de ese proyecto, su primera colaboración fue esta, cómo no publicarla, los invito entonces a leerla.

La Pupusa Revuelta

De: Jerónimo San Juan


La expresión “hijue”, que ustedes mencionan queridos estudiantes de la UES es en verdad patrimonio de los salvadoreños, tan exclusivo como lo son las pupusas y el silbar o pitar “la vieja”. El “hijueputa” nuestro ha sido tema de una exploración sociológica de lo más divertida y profunda por parte de don Leonardo Heredia.

Ahora bien, no nos olvidemos que además del “hijue” que se aplica en expresiones como “hijuelmaiz”, ”hijuepoouta”, etc., existen alrededor de la universal putiada “hijo de puta”, otras expresiones muy salvatruxas; por ejemplo, cuando al “hijue” se le antecede la letra “q” para formar la expresión “quíjue” (ni más ni menos que el equivalente a la expresión de asombro:”qué hijo de...”) y de variada aplicación, como “quijuela gran puta!”, o en el caso de un extremado asombro: “ve quijuela gran puta!”.

El uso más común de esta expresión, sin embargo, es a secas: “quíjue!”. Pero también existe otra variante cuando se quiere expresar asombro, incredulidad, sorpresa, frustración, desconcierto, etc., y es cuando se le antecede la expresión “alijue”, que es decir “a la hija de la gran puta”; y su aplicación popular resulta en la expresión “alijueputa”, que in extremis se utiliza como “alijuelagran puta”. También acostumbramos a antecederle la palabra “no” y formamos la expresión: “noyjue”,la cual equivale a decir “ahora si me llevó putas”, por ejemplo: “noyjueputa, allá viene la cuilia”, o “noyjueputa, se me olvidó el pisto en el otro pantalón”, o cuando en una pelea o en un juego hay una reacción del contendiente que va perdiendo, “nnnooyjue!.

Y por supuesto están las expresiones en que las putiadas pasan de expresiones aritméticas, a geométricas, como “quijuemil putas!”, o “velijuecienmil putas”. A mí en lo personal, fue en Nicaragua, que me dieron la putiada geométrica más curiosa y divertida, pues me la dió un “chiguín” o cipotillo de unos 8 años de edad. Cuando éste amenzaba a otro cipotillo con una hondilla y yo le previne que no le zampara su cachirulazo, me dijo en tono irreverente y camorrista: “Viejo antiojudo, hijuecientosesenticinco mil PARES de putas”.

¡Se dan cuenta amigos, de lo bello de esta putiada! el monito este me dejó haciendo el cálculo automático de cuántas putas me había endilgado de un solo tanatazo: “165 mil por dos... (me dije), equivale a 330 mil putas!”. Bueno, me hizo tanta gracia la putiada, y por la sonrisita del bicho este, me di cuenta que él había captado que su propia malcriadeza me había caído en gracia, asi es que le dije “venite jodido, vamos a bebernos un pinolillo, en vez de estar peleando”, y juntos, el otro mono que iba a ser agredido, el putiador y el putiado nos fuimos a dirimir nuestras diferencias con un helado y exquisito cacao con leche. Bueno, para ser un tema humorístico, no está mal hablar de tanta “hijueputada”, no les parece amigos de la “U”?

Les saluda fraternalmente,
Jerónimo San Juan (1998)


Era inaudito que un profesor fuera el encargado de la columna del humor en la revista de los estudiantes de la UES, era la lección del siglo sin duda, Jerónimo San Juan era más cipote que todos nosotros juntos, y a la vez, más profe que muchos que tiránicamente trataban de aplicar métodos socráticos de enseñanza, el ego los desbordaba a la humillación hacia el estudiante, recuerdo a uno en especial en esta categoría, al célebre sociólogo Áyax no por gusto tenía ese nombre de bárbaro, ahora como profesional lo catalogaría como un aprendiz de megalomano.

En fin, sería imposible hablar de Jerónimo San Juan si no les muestro el siguiente escrito, en este da a conocer un poco su identidad, es un artículo humorístico que también lo publicamos en nuestra Opinión Estudiantil, instrumento de estudio y lucha.



ConfuSionismo
La religión oficial de los salvadoreños

Por: Jerónimo San Juan.

Nací cristiano, de padres fríamente católicos, con una abuela materna que me llevaba todos los eneros en peregrinación a Esquipulas y luego ayudó a fundar la iglesia evangélica del Príncipe de Paz. En la universidad gringa en la que estudié coqueteé con la Cientología y frecuentaba a los Hare Krishna; en Panamá, una prima hermana del actual presidente de Colombia me introdujo a la Meditación Trascendental y la Macrobiótica.

De vuelta en El Salvador, otra queridísima amiga, —profunda y muy intelectual— me mostró los secretos del I Ching, de las Cartas Astrales y del Bío-rítmo; y durante la Ofensiva Final, charlé largas horas con Paquito Flores sobre Sai Baba y la filosofía china aplicada a la acuicultura.

Sin embargo, a pesar de todo este menjurje de doctrinas y creencias a las que he sido expuesto, y en ruta imparable hacia el final de este siglo, voy abrazando cada vez con mayor fuerza un estado mental que se ha convertido en la religión oficial de incontables salvadoreños: el Confusionismo. Pero, debo aclarar, y por eso lo escribo con “s”.

Nada que ver con la filosofía moralista oriental del Confucionismo que exaltaba los valores de la nación y de la familia, sino que se funda en el hecho de que los salvadoreños estamos cada vez más “confusios”.

En un país en donde existe un queso que es duro, pero a la vez blandito, en el que hay una calle que es sexta pero a la vez es décima, en donde hasta hace poco los payasos daban vía y los policías daban risa, y que fueron sustituidos por semáforos inteligentes que hacen de tonto, no es difícil confusionarse.

Aquí los constructores aplanan con cemento los cafetales y los bautizan con nombres como “bosques”, “jardines”, “pinares” y “arboledas”; el diputado más anti-ecológico es el que más habla en la Comisión del Medio Ambiente de la Asamblea (descuajando los bosques con quijanas de burro) y cuando en Cuisnahuat piden agua potable, el ministerio ecológico les manda veneno.

Este el país en el que ingenieros sin títulos se convierten en vicepresidentes y ministros, y al ser despedidos por oscuros manejos los ponen de presidentes en la Corte de Cuentas, y los abogados que quebrantan la ley se convierten en procuradores de derechos humanos y hasta en candidatos presidenciales.

Este es el país en donde para controlar a los cipotes que tienen conducta de selva africana se les aplican leyes de Suiza (la cárcel es prohibida para menores de 18 años), y al ministro fundador de esa fábrica de leyes protectoras de la delincuencia lo premian con ocho años de magistratura en la Corte Suprema de Justicia.

Es difícil no vivir confusio, si somos el país con la mejor macroeconomía de Latinoamérica pero la canasta básica es cada vez más microscópica —como las tortillas-, y sin embargo tenemos la mayor cantidad de hamburguesas y pizzas por kilómetro cuadrado en Centro América; tenemos más universidades que Francia pero muchos licenciados escriben tuvo con “b” grande; hay periodistas que les interesa la mordida y dentistas que se vuelven periodistas (no obtienen sino que extraen la información).

Aquí los delincuentes andan libres y los decentes viven tras las rejas y los muros. Para nivelar el tráfico desnivelan las calles y se nivelan los que las encargan (después de todo MOP quiere decir “trapeador” en inglés, y los ex-ministros de ese ministerio ponen constructoras usando sus conectes, los ex-directores de ANDA ponen venta de agua pura usando sus pozos y cañerías y los ex -directores de ANTEL -ponen Cable TV usando sus postes).

En un país como este, en el que cada vez hay más pobres y menos ricos, los redentores venden la metralleta y se ponen corbata de políticos y los políticos venden el voto y se ponen pañuelo de redentores, cómo no vamos estar confusios.

Escrito en 1998 por Jerónimo San Juan.

Después de tantos años dejé la universidad, me gradué y ya no vi a mi querido amigo y profesor, supe que ya no trabajaba en la UES, un día los estudiantes lo esperaron y ya no llegó a su cátedra de publicidad, al estilo “Macondo” en un realismo mágico desapareció. Aburrido de ese universo burocrático se fue sin avisar, tiró la toalla y ya. No lo culpo yo que tanto lo conocí entiendo que no era de esa órbita y como cometa se fue escupido a otros espacios.

Después, hace algunos años me di cuenta que era el publicista de la Cooperativa cafetalera de San José de La Majada en el departamento de Sonsonate, ya me imagino haciéndose los bigotes; tanto, que decidió cambiarse el nombre, se hizo llamar “Chepe Majada”, ciñó bien sus botas, se puso sombrero y realizó entre otras cosas un video promocional educativo del cultivo del café, los invito a verlo e ilustrarse de las bondades antes mencionadas del bosque de café, así como sus certificaciones.






Actualmente en este año 2010 no sé del paradero de Jerónimo San Juan (Payín Imendia), pero si acaso llegase a leer estas letanías en el ciberespacio espero nos cuente mas de sus últimas andanzas. Salud profe, donde quiera que esté...


PD de actualización: Ahora ya es noviembre del año 2013 y me reencuentro con el profe, contándome que estuvo en Colombia trabajando en su último proyecto, escribiendo una novela con un corte de "realismo fantástico", a la que llama "EL CABALLO DE SOYA". Como siempre re inventándose. 




PD de actualización: Ahora es junio de 2014 y el profe Jeronimo San Juan, ¿qué creen?, se lanza para correr como diputado independiente de la república, pero primero solicita 12 mil firmas para que el Tribunal Supremo Electoral lo acredite como candidato al parlamento, tiene que vencer el estigma de la partidocracia salvadoreña, es decir, el monopolio de los partidos políticos y la tradición excluyente de las iniciativas independientes.