20/9/16

Crisis de credibilidad política y la CICIES

Crisis de credibilidad política y la CICIES

Apuntes cortos sin mayor opinión pero con reflexión.

Muchos oímos hablar de la CICIES, un organismo contralor aun no existente en el país, pero famoso por los resultados palpables en la vecina Guatemala.

No levantara tanto polvo la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (CICIES), si no existiera una seria crisis de credibilidad de la cosa pública.

Se escucharon voces en Washington pidiendo su creación en este país, y consigo volaron los ecos a diferentes públicos de la sociedad civil, en forma especial sonó viable tal receta a las diferentes comunidades de salvadoreños en el exterior. En el territorio nacional se escuchan opiniones encontradas unos a favor y otras personas en contra.

Está a favor de la conformación de la CICIES la clase civil que se decepciona cada vez más de sus mismos dirigentes políticos: alcaldes, diputadas, ministros, ex presidentes, concejales, juezas, magistrados.

Las redes sociales, este nuevo medio de comunicación masivo de naturaleza multidireccional se hace sentir en una clara balanza a favor de dicha medida.

Pero la verdad yace tácita en el fondo de cada quien, y es que la voz popular afirma contundente que la clase política en general es corrupta, incluso, los mismos que nos han pedido el voto muchas veces están vinculados en forma inevitable al crimen organizado; por lo tanto la crisis de credibilidad consiste en que los ciudadanos tenemos la sensación que no hay político alguno que esté libre de culpa; sin solvencia ni suficiente poder como para limpiar la casa, incapaces de librarnos de la lacra de cuello blanco.
                                                                                       
Ante la frustración colectiva, generalizada, de la insuficiencia de los organismos contralores la gente busca soluciones desesperadas, agotando cada vez más opciones, una de ellas es la CICIES que en términos jurídicos es un hibrido, es decir, un organismos donde extranjeros intervienen en la institucionalidad nacional.

Eso nos lleva a mencionar las voces en contra de la formación de dicha comisión, por lógica son los personeros de los tres órganos de Estado, o bien quienes su estatus depende de la posición oficial del gobierno. En su momento y a su manera tanto el poder ejecutivo, legislativo y judicial han mostrado su desacuerdo a la existencia de un organismo similar al guatemalteco, porque aceptarlo sería decirle al mundo entero que el Estado de Derecho ha fallado en El Salvador.



Lo que considero que debemos saber los salvadoreños es que Guatemala no diseñó la CICIG para lo que en la actualidad es, más bien, esta comisión evolucionó a lo que conocemos hoy en día.

Les explico en cortas palabras: Esta comisión contra la impunidad nació como producto de los acuerdos de paz a final de la guerra civil guatemalteca, siendo concebida para juzgar a los criminales de guerra. Y en un giro de las coyunturas se transformó, para bien, en una herramienta que la sociedad civil usó para combatir a la corrupción en su momento.

La memoria histórica se repite una y otra vez más, tanto en El Salvador como en Guatemala, después de todo un criminal de guerra no es menos asesino que un corrupto, pues el último también atenta contra los desprotegidos quitando recursos al Estado benefactor, o bien, violando las leyes contra la libre empresa. Hoy en día el corrupto goza al igual que el criminal de guerra de impunidad.

Dentro del dilema de la creación de una CICIES, reflexionamos: “En río revuelto ganancia de pescadores”; ante las sonadas voces a favor y en contra escuchamos: genuinas y justas esperanzas de un anhelado cambio, pero también vemos “nobles” oportunistas que se aprovechan del clamor generalizado para tomar su porción de populismo y desfachatez, en los que me atrevería a incluir a muchos de la oposición y una serie de personajes que creen que la gente es tonta; que no sabemos clasificar lo que nos dicen, separando la propaganda burda en el apartado que cada quien lleva, en el que dice: “más de lo mismo”.

No es la CICIES la que nos dará la solución contra la impunidad, esta afirmación no quiere decir que sea mala, creo que sería bienvenida para la mayoría, todo instrumento que aporte a este flagelo es bueno, pero al igual que la derogación de la ley de amnistía no podrá por sí sola (la CICIES) generar ese cambio fundamental que esperamos. Más bien necesitamos replantear el Estado mismo y la verdadera esencia de la república.



A manera de reflexión quizá necesitamos una Asamblea Constituyente con una fuerte intervención ciudadana para intentar definir de nuevo los roles: El político es un servidor público, brindando equilibrio entre el empresario y el asalariado; cada quien con sus libertades institucionalizadas generando producción y riqueza.




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