El Asco, crítica literaria
Había un profesor en la UES que usaba el método
(pedagógico) socrático para hacer que los estudiantes dieran lo mejor de sí
mismo, esta es la forma donde se apela a la razón a través de preguntas, a
veces, inquisitorias donde en ocasiones se lastima el ego, y de esa forma
provoca una reacción para el beneficio académico.
De seguro a mi ex profesor le funcionaba porque había
muchos compañeros que le agradecían su forma de enseñar, en lo personal creo
que hay formas más inteligentes donde se logran los objetivos sin
necesidad de apelar a la pedantería. No creo que el insulto y la denigración como
motor de la superación. Hay mejores métodos de enseñanza y conocimiento.
El libro “El Asco” de Horacio Castellanos Moya es
eso, una bofetada a la salvadoreñidad para ver si así despertamos de una
borrachera infinita. Esta novela corta narra los quejumbrosos argumentos de un migrante (salvadoreño-canadiense) que regresa por el fallecimiento de su madre
y en los pocos días de su estancia se confiesa, ya un poco desbocado por el
alcohol, con un amigo periodista (Horacio Castellanos Moya), quien luego
parodia ese dialogo y hace de esa charla un libro.
La obra fue escrita y publicada en la segunda mitad
de la década de los noventa, al cierre del siglo pasado. Siendo un libro tipico de un periodista, es decir, un colega que con el afán de ayudar al país, que desesperado
por querer palpar soluciones reales a los problemas del día a día busca
despotricar contra el estatus de la generalidad, algo parecido a la “Cultura
del Diablo” de José Humberto Velásquez nada más que en otro formato.
Desde mi punto de vista el autor habla con la verdad
pero le falta el toque para que el mensaje trascienda de generación en generación.
Cuando leí este libro por primera vez en los
noventa, me hizo reflexionar sobre la conducta colectiva, y bajó al suelo
cualquier ínfula de grandeza cultural que quizá surgiera después de los
acuerdos de paz. El Asco de Moya es un libro que quizá en su época era justo y
necesario, pero en la actualidad y en los años venideros será irrelevante,
porque la realidad lo supera con creces.
En buen salvadoreño: “es un pajaso”, una
introspección profunda pero vacía en investigación, en historia y mucho menos
en antropología. Eso no quiere decir que
sea una mala lectura, pero eso sí, el lector debe estar consciente que es
propia del cierre del siglo pasado, el libro es el último vestigio de la
generación pérdida, es el reflejo de ese tipo de actitud atropellada como su
estructura sintáctica lo es.
Es una narración corta pero envidiable donde el
autor no usa puntos, ni descansos de lectura; sin embargo, logra generar un
foco de atención que mantiene cautivo al receptor.
Lo cierto es que El Asco perdió vigencia como el
mismo método socrático para enseñar a los párvulos. El Asco responde a la época
del terrorismo mediático, cuando se espantaba a la gente con el petate del
muerto, es decir, cuando la enseñanza en las escuelas era a base de riendazos y el positivismo de ser excelso era exclusivo para las élites, los intocables y
las vacas sagradas.
"El Asco" en PDF (archivo de la Biblioteca Nacional de Argentina)
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