La noche de la tierra
No sé cómo llamar al 22 de abril, el día o la noche
de la tierra. No sé si celebrar o conmemorar esta fecha. No soy radical
ecologista, tampoco un activista ambientalista; solo soy un ciudadano del
mundo, común y corriente, como tú, ella o él.
Lo que sí sé es que no podemos quedarnos con los
brazos cruzados. Cada persona debe de hacer lo suyo desde su rol para evitar el
cambio climático, el sobre calentamiento del planeta es un hecho y sabemos en
forma clara que el consumo de los combustibles fósiles es lo que lo provoca.
También sabemos en forma tácita que la conciencia
colectiva debe cambiar los hábitos de consumo energético. Lo que afirmo no riñe con frenar el desarrollo o
evolución de la civilización humana, se trata en palabras simples de procurar
un cambio de combustibles de nuestra industria, de nuestros medios de
transporte y producción en general; en fin, se trata de cambiar del petróleo,
gas y carbón, a energías limpias: eólica, geotérmica, solar, mareomotriz, entre
otras.
Soy periodista y escritor, y decidí dar mi aporte
ciudadano al respecto del cambio climático, y lo primero que hice como
profesional de las letras fue investigar el origen del mal. Y me di cuenta que
la problemática es tan compleja y tan grave que sobrepasa el entendido de
cualquier escrito periodístico.
Ningún medio de comunicación serio logrará hacer
meya a favor del asunto, mucho menos mi modesto blog. Ni CNN, ni BBC, ni tampoco
National Geografic lograrán revertir esta
eminente hecatombe del planeta. Según la Universidad de Oxford 250 millones de personas se verán
obligadas a refugiarse en el 2050 por razones del cambio climático; por cierto
este éxodo ya inició.
A lo que me refiero es que la problemática estriba
en el cambio de actitud hacia el planeta, en pocas palabras se trata de cambios
de hábitos conductuales profundos que debemos asumir.
Pero no se lograrán si no hay una actitud decidida y
“desinteresada” en el aspecto material a corto plazo. Es decir, tenemos que
volver a nacer para revertir el cambio climático para que tengamos una actitud
diferente; pero esa solución me lleva a comprender que es imposible, es como levitar
en la realidad y quedarse hablando en el limbo de lo utópico. Por lo tanto concluyo
que el desafío radica en la conciencia de las nuevas generaciones, pues la
gente adulta es casi imposible de transformar, como los mismos cambios
climáticos que tenemos frente a nosotros.
Después de pasar más de un año investigando y
trabajando al respecto sobre esta problemática les comparto las siguientes
posibles soluciones que tenemos como sociedad universal para revertir el futuro
holocausto que tenemos por venir:
Uno:
el cambio de actitud y conducta de las nuevas generaciones es nuestra primera
línea de defensa.
Dos:
No podemos respetar a la madre tierra si no nos respetamos entre sí, por lo
tanto la sobrevivencia como especie humana depende del humanismo universal, es
decir, el principal motor de la producción y el desarrollo es la gente, no el
dinero o los millones acumulados en los bancos (los cuales son importantes pero
no determinantes para perpetuar la especie humana).
Tres:
No podemos hablar de un orden ambiental o ecológico sino entendemos el
equilibrio universal, eso incluye equiparar a la mujer y al hombre en igualdad,
pues el futuro de la naturaleza como tal significa recuperar esa ponderación
entre macho y hembra, entre femenina y masculino. No podríamos entonces hablar
de desarrollo sino dejamos de ser una sociedad machista (no solo las
latinoamericanas que bien conocemos, sino, todas
en general). Machistas las iglesias y los cultos, machista el lenguaje y la
Real Academia Española, machista la inmaculada creencia que todo lo que hacemos
está bien y que debemos conservar los valores, esos mismos que nos llevan en un
camino silencioso al holocausto.
Cuatro:
el problema del cambio climático va más allá de las ideologías de izquierda o
derecha. Solo la juventud podría entender este punto, pues son quienes pueden
romper los paradigmas que la politiquería establece en el discurso del panfleto universal que todos
conocemos.
Las petroleras son poderosas, amasan billones de
recursos e intereses a fin de mantener lo que se ha determinado como “correcto”,
ya que de eso viven; por lo tanto, la clase política que necesita un constante
recurso para su márquetin es incapaz de mantenerse a favor de las necesidades
de sus electores, al menos que los votantes les exijamos en forma directa y
tajante que representen nuestros intereses.
Cinco:
solo el conocimiento podría llevarnos a ver lo que la realidad nos habla en
forma clara. Para eso debemos de culturizarnos en forma universal: en historia,
en antropología, en arte, en filosofía y en las ciencias en general, pues este
último punto es el anticuerpo contra la demagogia de los líderes y lideresas
que nos hablan en el día a día, o bien, de noche en noche, ocultándonos el sol
con un dedo y creando distractores para que la gente de la llanura se entretenga
con sus torpes escaramuzas entre sí, mientras juegan como tahúres su partida de
conveniencia.
Este martes 25 de abril presento “El Ajillo” un cuento ecológico,
un libro que es tributo a la juventud, están cordialmente invitados.
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