Arranca la campaña y la contaminación electoral
Podemos decir categóricos que la campaña política para pedir el voto ya inició, aun cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) no ha abierto el periodo de proselitismo.
Podemos decir categóricos que la campaña política para pedir el voto ya inició, aun cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) no ha abierto el periodo de proselitismo.
Las fichas en el tablero se mueven y las
distracciones surgen como un enjambre de mosquitos al inicio invernal.
La derecha afila sus insultos y la izquierda apela
al romance de la igualdad social, la contra-propaganda y el ejército de troles
empiezan a invadir nuestros espacios, mientras las querencias de la gente se ven
cada vez más utópicas.
Las primeras mediciones de la opinión pública ya
salieron a la luz, tanto la encuesta universitaria del IUDOP (instituto universitario
de opinión pública de la UCA) así como la de Cid Gallup, ambas muestran una
realidad innegable y que todos sabemos; sin embargo, estos instrumentos nos permiten
afirmar y resumir los siguientes puntos:
Primero: la imagen y gobierno del actual presidente es bastante negativa; dos: los principales problemas de la ciudadanía son la delincuencia, la corrupción y el deterioro económico. Y tercero: la clase política se erosiona cada vez más y la desesperanza es un sentimiento que marca el común denominador.
Esto hace que la derecha (la actual oposición)
prepare su clásico discurso de terror acompañado de ofensas, prepotencia y otros
eufemismos, que en última instancia van encaminados a la denigración del enemigo
izquierdista, como si fuesen invasores extranjeros que quieren dañar a “la
patria”, por lo tanto hay que defenderla.
Por otro lado la izquierda se empantana queriendo
resolver una agenda de país, simulando ser un proyecto coherente a sus
principios e ideario, pero la gente no lo percibe así, y cada día que pasa la esperanza
y el cambio que evocaron en campañas pasadas se va desvaneciendo como un arco
iris a la salida del sol.
Austeridad, cambio, meritocrácia (cuando se designan
funcionarios por idoneidad no por preferencia política), fin de la corrupción, unidad nacional… son ideas que la población ya las escuchó en campañas pasadas y aun
esperan que se cumplan.
Los resultados de los comicios del 4 de marzo de 2018
donde se elegirá el parlamento y los gobiernos municipales no marcarán mayor diferencia
en el mapa político salvadoreño actual, son más bien una antesala para las
presidenciales que se realizarán un año después, en 2019, y es ahí la
importancia de la próxima justa electoral.
En ambas encuestas se revela que la ciudadanía no es apática o desinteresadas
al tema electoral, más bien en forma tácita añora propuestas concretas, y no más burlas e insultos entre la clase
política, pues ese circo no nos lleva pan ni bienestar. No queremos más peleas
intestinas que nos distraigan de la verdadera problemática que es sencilla de entender;
más allá de los informes sesudos de los macroeconomistas y estadistas.
La economía
y el nivel de vida no crece porque hay crimen organizado (extorciones, amenazas, secuestros y violencia
generalizada), y además los altos niveles de corrupción y favoritismos políticos no
cesan. Cuando nos
hablen de cómo resolver esta problemática entonces se merecerán el respeto de
las personas y quién lo haga pasará a las páginas de la historia.
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