11/6/20

El burro del barrio de allá abajo

El burro del barrio de allá abajo
Apuntes de cuarentena; parte 9.

Este es un relato inaudito que casi llega a rozar con la ficción; sin embargo, a las cabales… nada tiene que ver con cosas inventadas o fantasías, esta es una historia verídica de los llanos del barrio de allá abajo, rico en ciénagas, montañas misteriosas y saltos angelinos, tan altos como para ser los más raudos del mundo.

En las tierras del barrio de allá abajo había oro, dorado y negro, habían esmeraldas, maderas preciosas y agua de a montón. Estos eran los lares donde los profetas del antiguo testamento llamaban como la tierra donde emana leche y miel de sus entrañas.

Pero hubo una vez un burro atorrante de malas crianzas en esas laderas de allá abajo, donde la gente vivía a sus anchas. 

Él era amigo de la espuma de la garza y de la rosa, y por ser el recién nacido corcel asno agraciado, era el protegido delfín del moribundo rey Topo, amo y señor de allá abajo. El burro despotricaba al andar con patadas descomedidas y gemidos inaudibles que, literalmente, a medio mundo molestaban.



Al principio se le aplaudía por mancebo que era, al verle joven y lozano se le permitía que hiciera averías contra los tapiales, las verjas y los zaguanes del barrio de abajo. Solo se escuchaba a lo lejos su rebuznar bigotón de burro pasmado e iletrado.

Día a día crecía en tamaño y tropelía, cada vez hacia más de las suyas, estropeando los acueductos de mármol y roca de granito, dejando cochino pelotas de caca a su andar, tirándose pedos asquerosos en los alrededores del helicoide, lugar de su pastizal preferido.

El burro era patán y deslenguado, rebuznaba y cagaba a cada paso, por cada tropezón rompía un tapial o cerco de contención, por lo que concibieron mejor sus arrieros que sería más adecuado que no anduviera por ahí suelto, por ser un fulano de cascos torpes.

Lo mas insólito del burro del barrio de allá abajo fue que sus mismos arrieros exógenos lo coronaron al nomas morir el rey Topo, para que gobernara como el anterior, en ese barrio rico en recursos, y supliera sin protesto el desabastecido reino de los arrieros, seres desdeñables; víctimas y victimarios, esclavos y esclavistas, yunques y martillos, torturados y torturadores, revolucionarios y dictadores, invadidos e invasores.


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