2/6/20

Garbito

Escuché esto en una tarde gris y oscura, en un rincón funesto y bajo una tormenta torrencial. Yo solo se los cuento.

Garbito
Apuntes de cuarentena; parte 7.

Garbito era hijo de un albañil de antaño, de esos agremiados muy eruditos en la escuadra y el compás. Aun cuando su padre era respetado por ser un maestro de maestros en el arte de hacer columnas y cornisas, él no pasaba de ser un pregonero de poca monta, de aquellos que siempre necesitaron una palanca como bastón.

Garbito a pesar de hablar como erudito nunca llegó a coronar ningún grado en la escuela normal mixta de la compañía de los ropa negra, por ser atorrante, charlatán e indisciplinado. No obstante Garbito se hizo famoso por ser un lozano denunciador de los malvados reyes y condes, haciéndose llamar "la voz de la gente del común".


De esa manera, aconsejado por su padre y su cofradía, Garbito despertó con habilidad la tal esperanza que tanto anhelaba la gente, siendo así bien educado en el dime que te diré, diestro esgrimidor de la palabra, potencial profeta en tierra de ciegos e iletrados; por todas estas convergencias y habilidades juntas fue que llegó a destacar. Se convirtió en rey gracias a una astuta jugada propinada por el gremio de su padre, el constructor.

Garbito llamaba la atención a la muchedumbre porque su reflejo aparecía en las cajas de colores donde cantinfleaba, y estando de esta manera al día, en el lugar justo y a la hora de ser gallardo, se enfrentó armado solamente con una guayabera blanca a la pretérita nobleza de las tierras medias, la ortodoxa aristocracia que creía aun en los dioses antiguos y en el culto de las catorce familias.

Sin embargo, una vez coronado rey a Garbito se le subieron sus mismos excrementos a la cabeza, comenzando a hablar pura escoria lingüística, retóricas trasnochadas, siendo él la imagen retocada y difusa de una realidad alterna, en fin, el otrora paladín hablaba de repente cosas estúpidas que nadie le creía.

Se alejó de sopetón del oficio que le hizo famoso, convirtiéndose de la noche a la mañana en lo que tanto criticó, se hizo corrupto, mentiroso, bocón, prepotente, coimero, adúltero, un irrespetuoso a la familia, un mal padre para su hijo drogadicto, un cobarde maltratador de mujeres.

Al final terminó su reinado maltrecho como un converso ladrón librado, yéndose a duras penas trasquilado y prófugo al vecino reino eterno de los López zopilotes, donde la carroña nunca falta, asilándose impune y descarado en esos lares, acompañado de su enredadera y de su pinocho chocarrero, el eterno agasajado. 



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