Cómo inició la historia de El Ajillo
Todo empezó el sábado 1º de marzo de 2014, cuando dos montañistas partimos desde la frontera de Anguiatú a menos de 10 Km de Metapán (al nor-occidente del departamento de Santa Ana), iniciando la camita desde el punto fronterizo, planeamos subir el Pico de Montecristo, pero no por la ruta normal que todos conocen que es desde el parque nacional con el mismo nombre, sino, por la ruta del Cerro “El Brujo”.
CROQUIS DE LA ZONA
Una vez alcanzado este punto a un día de camino continuamos la travesía entre ambos cerros sobre el macizo montañoso, esto implica cruzar un bosque nebuloso “virgen”, arriba de los 2000 MSNM, caminata que tiene una duración de 6 a 8 horas; sin embargo, nuestra sorpresa fue ver el bosque nebuloso deteriorado, es decir, el follaje alto característico de este tipo de bosque se conoce como: dosel arbóreo, que impide que la luz del sol descienda en forma directa a las plantas bajas, impidiéndoles crecer de una forma abundante, esto permite a los montañistas que puedan caminar sin mayor dificultad aun cuando no exista camino.
No sé lo que pasó... lo que sí les puedo contar es que algo extraño sucedió, llegábamos al mismo lugar una y otra vez, como si camináramos en círculo, en los mas de veinte años de ser montañista y explorador nunca me había sucedido cosa alguna. La brujula estaba desorientada, a veces marcaba una dirección y a los pocos segundos marcaba otra. El día transcurrió y no encontramos la salida.
Un
montañista en este tipo de situación debe de buscar como sea el punto más alto
para tratar de ubicarse desde la altura, o bien, es la forma más certera de
pedir auxilio ya que desde esos puntos las señales de teléfonos pueden ser
recibidas. Al final lo logramos, llegamos a una cima que no tenía árboles pero
por la hora que ascendimos la visibilidad era nula; sin embargo, establecimos contacto con la Cruz Roja, específicamente con el equipo
de rescate en montaña de esta institución para ponerlos a tanto de nuestra
situación. Decidimos acampar allí contiguo a un nido de zopilotes que se nos
quedaban viendo de reojo.
Al fondo el Pico de Montecristo rumbo norte, foto en la madrugada del martes 3 de marzo de 2014, tomada desde el cerro Miramundo donde había un nido de Zopilotes.
En la mañana
el cielo estaba despejado y pudimos hacer una mejor evaluación, y tomamos la opción de continuar buscando el Pico de Montecristo e internarnos aun
más en la montaña, caminando sobre las complejas crestas de la sierra, pero
alcanzar la cima implicaba retomar la ruta extraviada del día abterior y subir a
las inequívocas antenas características del famoso Trifinio o Montecristo,
donde están los caminos de automotores y acceso a posibles rescates.
Nos comunicamos
con los equipos de emergencia e informamos nuestra decisión fue así que ellos
salieron a nuestro encuentro en una forma certera. El problema radicaba que al
tercer día de habernos internado en esta ruta nuestra provisiones se estaban
agotando, en especial el agua, teníamos que hacer esta caminata con un cuarto
de litro para dos personas, no teníamos margen de error si nos desviamos rumbo
a Guatemala implicaba un escenario fatal.
Dejamos la
cima del nido del zopilote (Miramundo) y caminamos hacia Montecristo, con gran esfuerzo
retomamos la ruta del paso que une El Cerro El Brujo y Montecristo, y sin mayor dificultad llegamos al medio día a este último donde fuimos encontrados, auxiliados,
rescatados por las personas que nos buscaban, estábamos presentando signos de deshidratación, a un nivel de media a severa.
El Ajillo, la planta que pierde.
Siempre había escuchado el mito que mencionan las abuelitas que dice: que el caminante que se adentra al bosque profundo y patea este bejuco se pierde y no encuentra la ruta, dando vueltas y vueltas en el mismo lugar. Aun cuando el montañista sea experimentado el extravió es inminente.
Al final cuando hablamos con un guardaparques de la zona me dijo que a él le había sucedido lo mismo y fue por haber pisado El Ajillo la planta que pierde y aturde los sentidos. Fue así que me cautivó este mito e hice la respectiva investigación antropológica y botánica, produciendo al final el cuento mitologico de "El Ajillo".
Nunca nos imaginamos que tantas personas e instituciones se movilizarían a nuestro auxilio lo que me hace pensar que este no es un país subdesarrollado como a veces nos quieren hacer pensar. Incluso, un helicóptero sobrevoló la zona. El nivel de reacción de las instituciones tanto de Metapán como a nivel central fue excelente, más allá de las expectativas, por lo que agradecemos tanto su servidor como Roberto Mario Ramírez a los siguientes organismos.
Al final cuando hablamos con un guardaparques de la zona me dijo que a él le había sucedido lo mismo y fue por haber pisado El Ajillo la planta que pierde y aturde los sentidos. Fue así que me cautivó este mito e hice la respectiva investigación antropológica y botánica, produciendo al final el cuento mitologico de "El Ajillo".
Nunca nos imaginamos que tantas personas e instituciones se movilizarían a nuestro auxilio lo que me hace pensar que este no es un país subdesarrollado como a veces nos quieren hacer pensar. Incluso, un helicóptero sobrevoló la zona. El nivel de reacción de las instituciones tanto de Metapán como a nivel central fue excelente, más allá de las expectativas, por lo que agradecemos tanto su servidor como Roberto Mario Ramírez a los siguientes organismos.
Cruz
Roja.
Policía
Nacional Civil.
Cuerpo
de Bomberos.
Guarda
Parques pertenecientes al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Ministerio del Interior.
Ministerio del Interior.
Ministerio
de Salud.
Alcaldía de Metapán.
Roberto Ramirez y su servidor Max Herrador en alguna parte de la selva virgen del Cerro el Brujo, aun atribulados por no tener certeza de la ruta .