12/2/15

Lenguaje de género

Lenguaje de género o transformación del lenguaje

Es extraño a veces que un hombre hable sobre lenguaje de género, pero para mí como humano es más que necesario, y más aun, como comunicador. El actual español que hablamos es machista, tanto que llega a ser repugnante lo excluyente que es hacia las féminas.

Cuando hacemos un análisis lingüístico del famoso lenguaje de género opino categóricamente que la aplicación de éste no es más que una deformación del habla que resulta hasta grotesca, considero entonces que esta forma de lenguaje no es la solución para incluir a la mujer en plenitud, al habla, al  lenguaje, y más aun, al pensamiento.

Las y los; diputadas y diputados; niños y niñas; amigas y amigos les cuento que haciendo una interpretación más profunda del lenguaje llego a la inexorable conclusión que debemos transformar nuestro idioma, debemos revolucionar el lenguaje, y porque no decirlo, el pensamiento para girar a la inclusión de género.



Actualmente hablamos como machistas, mujeres y hombres, estudiantes, maestros y profesionales aun cuando respetemos las normas de la RAE (Real Academia Española) estamos excluyendo en todo momento la existencia de la mujer no solo en los procesos lingüísticos, sino, en la forma de cómo conceptualizamos el mundo.

En principio el lenguaje español considera al hombre como sujeto de referencia y a la mujer como subordinada a él. Es el producto innegable de siglos e historia de dominio del hombre sobre la mujer, apenas a mediados del siglo pasado las mujeres ganaron derechos como la emisión del sufragio electoral y luego poco a poco significativas reivindicaciones de carácter feminista, lo cual es válido, justo y necesario en términos de humanismo y desarrollo social.

De qué nos sorprendemos si a lo largo de los tiempos hasta la actualidad la religión es machista, al igual la política, los congresos, entonces por lógica la RAE y el lenguaje son machistas también. No hace falta que gastemos mas letras y líneas para demostrarlo, es más una cuestión de pensamiento y de reflexión, una mediana introspección en el “mea culpa” del ciudadano androcentrista, si nuestro lenguaje es masculino nuestro idearios y referentes serán también masculinos, y viceversa.

Ser conservador, liberal o revolucionario en el lenguaje.

No trataré de persuadir a nadie solo me limito a hacer el análisis y que cada quien se ubique no solo en su sicolingüística propia, sino, en su pensamiento y concepción del mundo.

Los conservadores creen que la RAE es la máxima autoridad del lenguaje y que si existen cambios y giros lingüísticos deben de ser hasta que sean institucionalizados por eruditos de la palabra, de lo contrario surgen dialectos y las convenciones entre los hablantes se pierden, existiría entonces una anarquía en el hablar y de castigo el desarrollo y la civilización peligrarían, así como la historia bíblica de la torre de Babel que jamás se terminó porque los constructores hablaban diferentes lenguas.

Los liberales o “modernos” aceptan que los hablantes cambian y son dinámicos, siendo las personas las que escriben como hablan y no al revés que se habla como se escribe, entonces el pensamiento y el lenguaje está supeditado a nuestras formas parlar, al concepto que tengamos del mundo, a los referentes de los cambios sociales, a partir de ahí es que la RAE admite el desdoblamiento de género para referirse a un universo determinado de personas, ejemplo: todo/as lo/as maestro/as y obrero/as son compañero/as en luchas revolucionarias. (La “o” para el hombre y la “a” para la mujer, casi siempre siendo primero la “o” y después la “a”).

Estando muy lejos de ser revolucionarios del pensamiento y la palabra, deberíamos ir más allá de los referentes establecidos y la transformación, incluso, de la estructura gramatical debe de ponerse en el tapete de la discusión, estoy seguro que la revolución femenina aun está en pañales teniendo mucho que aportar, en la actualidad el hombre como centro de la sociedad es en la práctica el punto de salida del pensamiento y del lenguaje, por lo tanto, la humanidad en igualdad de género debe ser el principio, piedra angular, de una revolución lingüística pendiente en los albores del siglo XXI.

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