Monseñor
Romero en febrero de 2015, San Salvador, El Salvador.
Ya es de todos conocido el anuncio del Vaticano de
la beatificación y ruta de canonización de Monseñor Arnulfo Romero, les
comparto entonces mi análisis.
Para empezar hay que notar como primer elemento que
tarde o temprano este anuncio iba a suceder, luego como segundo elemento no
podemos obviar que la noticia se da a las puertas de una jornada proselitista
electoral donde el hijo del principal señalado como autor intelectual del
asesinato de Monseñor Romero corre como candidato a la comuna de Santa Tecla,
de gran importancia política estratégica a nivel local – nacional, eso por
consecuencia despierta pasiones y las voces “mesiánicas” se hacen sentir,
incluyendo un ejército de troles de
todo tipo, anónimos y otros que llamaría “tontos útiles”.
Mas allá de los discursos trasnochados y
fundamentalistas que han surgido al respecto que van desde voces insultantes
hasta señalamientos directos que responsabilizan como autor intelectual del
asesinato al fallecido Mayor Roberto d´Aubisoon, me tomé entonces el tiempo de
investigar la opinión del ciudadano/a común y corriente al respecto, el de a
pie, el que en realidad ya superó el acontecimiento y lo echa en el morral de
la sabiduría popular.
La derecha salvadoreña tiene un tendón de aquiles,
un tema que no supera y eso se llama asesinato de Monseñor Romero. No hay ningún
discurso satisfactorio en el cual puedan hasta ahora convencer a la opinión pública
que el máximo dirigente de ARENA no haya sido, los voceros serios de la derecha
obvian el tema, los voceros más fanáticos se dedican a contra argumentar diciendo que la
ex guerrilla cometió también crímenes de lesa humanidad y que a ellos no se les
juzga (lo cual es cierto), pero la sabiduría popular solo los deja hablar pues
sabe en el fondo que no se está discutiendo eso (habrá un tiempo para lo otro) pues sus intentos de desviar la atención
son vanos ya que la gente no es tonta.
Monseñor Romero actualmente es un icono de
controversia en el pueblo salvadoreño, pero el Vaticano y la comunidad
internacional hacen bien en develar nuevamente el tema, para nosotros en este
paisito de reír y llorar es como una herida que merece curación y toda curación
siempre es dolorosa; sin embargo, es necesario hacerla de lo contrario se gangrena
y los gusanos inevitablemente aparecen (llámese troles/as y oportunistas políticos).
En conclusión mientras la derecha radical salvadoreña no superen este tema no podrán ganar elecciones, algo que le podría ayudar a la derecha es la verdad
y la humildad, el vox populi salvadoreño y mundial los sabría entender a estas alturas
de la historia, estoy seguro de eso, pero mientras no se “asinceren” como decimos en buen paisano, ARENA aun no toca fondo.
A partir
de la reflexión les comparto dos fragmentos de mi libro OJO DE VENADO, ya por
fin editado después de haber sido “timado” por un seudo editor medianamente conocido,
pero esa es otra historia que aun no sé si contar.
(Fragmento)
La
verdad después de todo es el principio de la justicia y si no hacemos el mejor
esfuerzo por sacarla a la luz, tanto individual como colectivo, y en especial
de frente a los implicados no llegará nunca jamás el perdón de sí mismo. Hasta
dónde llega la historia de cada quien y hasta dónde somos capaces de perdonar,
en esa media podemos seguir a delante y esperar que nos perdonen, lo suficiente
como para hacer que la humildad tocase a nuestras puertas y dejar que el ego se
fusione con el ciudadano común y corriente, para saber que cada persona con
quien nos encontramos en la vida cotidiana también tiene su historia de guerra
que contar, dirimir y perdonar, después de todo… todos necesitamos que nos
perdonen, entonces sí y solo sí somos capaces de caminar hacia adelante como
dios manda o como la justicia humana,
divina o anárquica lo permita.
(Fragmento)
Somos
malos, somos buenos pero al final llegamos a donde se terminan y empiezan los
caminos, es la bifurcación múltiple de las melgas, de los senderos, estamos
entonces en los encuentros de las rutas y las distancias, en ese punto vórtice donde
lo que empieza mal termina mal, en donde lo que empieza bien termina con una
muerte en paz. Es ahí entonces la prueba donde se templa el filo del buen acero
cortando de un tajo el espacio exacto donde quepa cada palabra con razón y
significado justo para solucionar de una vez por todas el ciclo de la
incertidumbre que todos llevamos a cuestas, de no saber la verdad desconociendo
la historia, escudándonos en artilugios legales y armisticios para eludir la
justicia terrenal y divina. Todo para llegar ahí, justo ahí, en el sitio donde
debemos decidir si perdonamos o no, si hablamos con la verdad o con la mentira,
si elegimos al Salvador o mandamos a crucificar a Barrabas, si seguimos
adelante o nos quedamos inclementes a esperar lo que nunca sucederá
contemplando solamente la ruta de los triunfadores, atrapados en un dèjá vu macabro tomando en una copa de
cristal en vez de vino, sangre, coagulada y granate, espesa y viscosa, amarga y
veteada.
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