El
Dilema de Benjamín
Mi vecino Benjamín
es un niño capitalino de 10 años, hijo único de padre y madre separados, al
final del pasaje vive con su progenitora quien es asistente de una concejal de
la comuna presidida por Normán Quijado, saliente Alcalde de San Salvador por
ARENA y su padre quien lo llega a ver religiosamente todos los días es un
muchacho trenzas largas que es asesor de comunicaciones del FMLN.
Por otro
lado a media cuadra vive Osvaldo un señor camarógrafo, ex corresponsal de
guerra, que cuenta que él vota por el FMLN porque cuando era pequeño, de la edad
de Benjamín, los soldados llegaron a traer a su casa a su papá que era
sindicalista, luego a esa edad tuvo que andar de morgue en morgue buscando
entre cadáveres desfigurados a su padre.
Anamaría una
muchacha bonachona, también del pasaje, le refuta que vota por ARENA porque la ex guerrilla
del FMLN secuestró y mató a su padre que era un hacendado algodonero. Benjamín
curioso se acerca a la discusión y se les queda viendo ojudo sin decir palabra
alguna, mientras observo la escena me fumo un cigarro y el niño de 10 años me
pregunta con vos sigilosa:
- ¿Entonces, quién es el bueno y quién es el
malo?. Me encojó entre los hombros siendo prudente pues sé perfectamente la condición
de su mamá y papá. Pero la curiosidad me gana y le pregunto al crío. ¿Si fueras
grande, tú, por quién votarías? Me contesta sin vacilar, - Por ARENA. E inmediatamente
le hago la siguiente pregunta: - ¿Y por el FMLN no votarías…?, - Claro que sí,
pero el otro año. Contestándome con su profunda inocencia.
Al final del
día mientras decido alimentar este blog concluyo ya con la mente fría, ¿qué
salud mental le estamos heredando a las nuevas generaciones? La respuesta mejor
se las dejo a ustedes para la reflexión de cada quien.
Les comparto este fragmento de mi libro OJO DE VENADO. Referente a estos impasses ideológicos que estamos acostumbrados a ver y vivir en esta sociedad profundamente dividida.
(Fragmento)
Somos malos, somos buenos pero al final llegamos a donde se terminan y empiezan los caminos, es la bifurcación múltiple de las melgas, de los senderos, estamos entonces en los encuentros de las rutas y las distancias, en ese punto vórtice donde lo que empieza mal termina mal, en donde lo que empieza bien termina con una muerte en paz. Es ahí entonces la prueba donde se templa el filo del buen acero cortando de un tajo el espacio exacto donde quepa cada palabra con razón y significado justo para solucionar de una vez por todas el ciclo de la incertidumbre que todos llevamos a cuestas, de no saber la verdad desconociendo la historia, escudándonos en artilugios legales y armisticios para eludir la justicia terrenal y divina. Todo para llegar ahí, justo ahí, en el sitio donde debemos decidir si perdonamos o no, si hablamos con la verdad o con la mentira, si elegimos al Salvador o mandamos a crucificar a Barrabas, si seguimos adelante o nos quedamos inclementes a esperar lo que nunca sucederá contemplando solamente la ruta de los triunfadores, atrapados en un dèjá vu macabro tomando en una copa de cristal en vez de vino, sangre, coagulada y granate, espesa y viscosa, amarga y veteada.
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