San Romero y Roma
Bajo el poder romano en la
antigüedad se crucificó a Jesucristo, y por cientos de años después Roma martirizó
a miles de sus seguidores, y luego en las vueltas de la historia Roma adoptó
esta religión y con los siglos fue la sede de la iglesia católica, madre del
cristianismo; actualmente Roma es la ciudad eterna.
En la agenda del periodismo
internacional El Salvador es conocido por la nota roja de los tabloides y
noticiarios, violencia y pobreza es desgraciadamente nuestro referente para el
ciudadano promedio a nivel mundial. Ahora óscar
Arnulfo Romero nos pone en el mapa nuevamente y la comunidad internacional gira
su atención por la beatificación y pronta canonización de un mártir de talla universal.
Un nuevo santo siempre es
noticia a nivel global, más aun por las condiciones de su muerte. Romero más
que Monseñor era un cura bueno, valiente, inteligente y con un gran poder de
oratoria que amenazó, en su momento, el estatus
quo de las clases dominantes, es decir, desafió un sistema basado en el
terror y el deshumanismo; él les dijo que no tenían razón y que estaban
equivocados.
El desarrollo lo concebían sobre
la exclusión de sus semejantes, (ejemplo: si el ciudadano era un originario americano
“indio pata rajada” no tenía derecho a educación ni superación y el que creyera
lo contrario era comunista y habían que matarlos a ambos); no es una clase de
historia la que cuento, solo es una interpretación de los hechos como
salvadoreño y como ciudadano del mundo en general.
Romero, como muchos sabemos,
fue electo Monseñor por el Vaticano en los años 70 por gozar de la simpatía de
la derecha salvadoreña; y luego a los pocos años se convirtió en su principal
detractor, denunciando en sus homilías y en la radio católica los múltiples asesinatos
que cometía el ejército, no solo con los insurgentes, sino, con la población civil
en general.
La política de “dejar sin
agua al pez” era el mero exterminio de poblaciones enteras en función de que la
guerrilla perdiera su base de apoyo, (el mejor ejemplo de esto es la famosa
masacre de El Mozote en el departamento de Morazán). Dicha política era ideada
y diseñada, nada más y nada menos, por los altos mandos militares de Estados
Unidos en el marco de la guerra fría a inicios de la década de los 80, es de todos
conocido que el país del norte financió al ejército salvadoreño, así como otros
conflictos muy cuestionados y discutidos por la opinión pública internacional.
Cuando Romero en su última homilía en la catedral capitalina llamó a los soldados del ejército a no acatar órdenes de sus
superiores, basándose en el mandamiento de la tabla de Moisés que reza “no
matarás”; al día siguiente, sin tardanza alguna fue asesinado mientras oficiaba misa en un altar en el momento justo que consagraba la ostia. Claro, estaba diciéndole
a los ejecutores que ya no mataran, que no reprimieran; siendo una política directa
de un ejército en tiempos de guerra. Ahí estriba entonces la polémica que 35
años después del magnicidio aun despierta la figura de Monseñor Romero, como
repito desafió el status quo.
Homilía del 23 de marzo 1980
Dudo mucho que Estados Unidos
no supiera en ese momento de los planes de los asesinos de Romero. La historia
es la historia y Roma sigue siendo eterna.
Pero la conclusión principal
es: Romero era un hombre bueno, un líder humilde y humano, gallardo e
inteligente, adelantado de su época que visualizaba un mejor mundo para el
futuro y que luchó para ello. Una persona que se decidió a jugar el papel que
el destino o Dios le había encomendado, agotando todos sus recursos, incluso,
su vida.
La enseñanza: Es que tenía razón,
y que hasta ahora en el año 2015, el mismísimo Vaticano y la comunidad
internacional lo reconocen pública e institucionalmente, otorgándole la próxima
canonización.
Y los salvadoreños tenemos
nuevamente la oportunidad de figurar en el concierto mundial, nada más que esta
vez por algo bueno; uno de nuestros máximos líderes le deja una enseñanza al
planeta y a la historia universal, como pocas personas lo hicieron: San Pablo,
San Bartolomé, San Pedro, Juana de Arco; entre varios.
El estudio de San Romero de
América debe ser básico para entender su esencia, que por lógica va más allá de
mis palabras.
Excelente análisis Max. Es serio, pero comprometido, muy bien documentado, acertado en la discusión política, y fiel en el recuento histórico, es breve y claro, pero sobre todo accesible para todo público, el ilustrado y el menos informado.
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