13/2/20

Nayib Bukele en contrapunto

Nayib Bukele en contrapunto

Contrapunto es una técnica narrativa, y en este caso, de redacción periodística donde se contrapone en forma simultánea a un personaje en circunstancias y opiniones, llámese entonces Nayib Bukele el presidente millennials salvadoreño.

Irrumpió en la palestra de la política internacional como el mandatario que se tomó una selfie en el podio de Naciones Unidas en Nueva York antes de dar su discurso, se le conoció en el vox populi como el presidente más cool del mundo; sin embargo, este personaje diamétrico militarizó el parlamento salvadoreño amenazando con romper el orden constitucional.

Pero si hablamos de orden les cuento que lo que menos existe en este paisito es orden, acá hay figuras de la política tradicional ligadas al narcotráfico, a las pandillas y a una sarta de amoralidades bananeras, por lo tanto, sacudir el supuesto orden establecido no parece ser tan descabellado. Incluso hay un magistrado que manoseó a una niña en forma inapropiada y está libre, mientras la familia de la menor ofendida huye del país bajo amenazas.



Ante lo sucedido las opiniones se contraponen, unas personas hablan que son los berrinches de un niño riquito quien está acostumbrado a que le digan sí a todo, o bien, son las acciones de un presidente que entiende perfectamente que es urgente recuperar el control del país ante las pandillas y una clase política oprobia a los poderes fácticos y oscuros.

El asunto en disputa que enfrenta a Nayib Bukele con el congreso es la aprobación de un préstamo de 109 millones de dólares para fortalecer a la fuerza pública en el combate al crimen; pero es de todos el conocimiento que los grandes empresarios evaden en materia fiscal mayores cantidades que esa.

Los Bukele han sido de las familias que tradicionalmente pertenecen al bloque hegemónico del país, sin embargo, Nayib es hijo de un respetado intelectual masón, y su imagen mediática refleja que es un pudiente millonario, con una sorprendente conciencia social y sentido común humano.

Sus niveles de popularidad y confianza son altos, quizá como ningún otro líder lo hubiese tenido antes, no obstante se sabe que es un experto manipulador de las nuevas tecnologías comunicativas, haciéndolo justo en los años donde el teléfono inteligente se posiciona en esta sociedad, sobre los tradicionales medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).

Lo que sin duda la gente admira de este joven presidente es su decisión de querer cambiar las cosas, él habla de una nueva forma de hacer política, es más, promete que los corruptos devolverán lo robado y habla de una horizontalidad en su gestión ejecutiva, pero para serles sincero no termino de ver esas promesas, y el mensaje de ver a los militares adentro del edificio de la Asamblea Legislativa no es correspondiente a ser un líder conciliador.

Por otro lado, quién quiere conciliar con los que han llevado al país a esta situación tan agobiante; corruptela, extorciones, narcotráfico y violencia generalizada.

Nayib Bukele en apariencia es inteligente y está bien asesorado, pero las críticas recibidas a nivel internacional no le han sido favorables ante su intentona y amenazas de rompimiento de los tres poderes del Estado.

A nivel interno el poder jurídico, la iglesia y las universidades no le acompañan en esta “aventura”, mientras que los sectores de la sociedad civil que empezaban a confiar en él ante esta coyuntura se han retraído.

En conclusión tenemos a un presidente que, con o sin querer, nos está dividiendo como pueblo y eso no es lo que queremos, queremos un presidente joven y decidido, sí, está bien, pero que sea inteligente y que sea humano, que sepa reconocer sus errores para que lo sepamos entender, y por lo que leo en el colectivo social los salvadoreños queremos un presidente que nos una, a pesar de las diferencias que tenemos, porque solo juntos podremos ver la luz al final del túnel; y sí ya sé, como lo dije en mi escrito anterior: no la tiene fácil.

PD: No preguntemos si Nayib Bukele, es o no es un gran presidente; lo que debemos reflexionar más bien es, si los salvadoreños somos o no “un gran pueblo”.


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