La juventud salvadoreña más vulnerable que nunca
Del cúmulo de amenazas y desvaríos que sufre nuestra
juventud, el plagio o secuestro es el más aterrador. En El Salvador más allá de
los números que brinda la FGR, la bofetada social es grande... tanto que sin
duda es un golpe serio a la moral popular.
Parece que de lo que voy hablar es un tema trillado en
medio de una agenda política, quizá sí, para unos es una cosa frecuente, para
otros un tema que es mejor ocultar como se disimula el polvo bajo la alfombra.
Lo cierto es que cuando se da una desaparición o
secuestro, en un barrio o colonia, el golpe a la salud mental de la familia y
de la comunidad es fuerte. ¿Imagínense si ustedes tuvieran que lidiar con una situación
como esta?
En un artículo nacional que leí sobre la desaparición depersonas, de Jorge Rodríguez (coordinador técnico del observatorio
universitario de DDHH), pude notar entre líneas que el contexto de la problemática
de las pandillas es el principal motivo que rodea estos casos, que no son pocos
y van en aumento.
En resumen, estos casos iban en promedio de dos
diarios, pero en los últimos tres años esa cifra ha crecido a cinco por día, haciéndose
cada vez más notorio este flagelo en la vida cotidiana.
Don Orlando el albañil que cambió el piso de cerámica de
la cochera de mi vecino, me contó en un cruce de palabras mientras hacíamos cola
para comprar tortillas, que su hijo quien estudiaba para enfermería lo había encontrado
vapuleado en una barranca años atrás, las pandillas se la propinaron por
negarse a participar en sus estructuras, no antes de estar desaparecido por un
mes, luego murió el joven en el hospital al no recuperarse de la golpiza.
La niña Graciela una señora vendedora de zapatos frente
a la iglesia El Calvario en el centro de San Salvador, me contó también que su
hija fue raptada por las pandillas, ella esperaba el colectivo cuando de presto
un micro-bus polarizado abrió su puerta lateral y dos tipos rapados y con tatuajes
introdujeron a la jovencita al interior del vehículo, de ahí en adelante nunca más se le volvió a ver o se supo
de ella.
Detrás de la noticia de un secuestro o de una desaparición,
hay una vorágine que le sigue, hay una madre y un padre en angustias, hay personas buscando a alguien en la morgue y en las quebradas, hay hermanos con sentimientos de venganza,
hay familias mutiladas, hay una comunidad en desosiego.
Detrás de este cúmulo de secuestros juveniles hay un país
en crisis política, moral y ética. Detrás de una desaparición forzada hay una institución
corrupta que no le cumple a la sociedad, y de igual forma hay una clase política
coimera que lo intenta obviar como un problema sin mayor trascendencia a la
realidad nacional.
Así como ellos (los políticos)
se escupen veneno entre sí, y también, así como en coyunturas determinadas escupen
hacia el cielo, les digo en nombre de tanta víctima de secuestro, en nombre del
llanto amargo de cantidades de madres y en nombre de la gente decente: Son unos
malditos.
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