Venezuela, ¿sin
gasolina?
Hacer un análisis de la
coyuntura venezolana es importante desde el punto de vista salvadoreño pues es
innegable la alianza del gobierno de Caracas con el partido oficial, además es
de todos conocido el antagonismo entre el chavismo y Estados Unidos que es a su
vez el principal socio comercial de este país.
Más allá de las pasiones que
despierta este tema debemos reconocer estas realidades:
1- Las elecciones parlamentarias
del 6 de diciembre pasado dejan sin argumento ese falso mito que en Venezuela
existen procesos electorales amañados donde siempre se favorece al oficialismo,
pues se respetaron los resultados del pueblo venezolano, gana nuevamente la
democracia y la voluntad popular.
2- El presidente Maduro no es
Hugo Chávez y el auge del socialismo del siglo XXI llega a su fin, esta es la
primera derrota contundente después de 17 años desde que Chávez surgió a la
escena política; sin embargo, el chavismo no ha perdido votos pues mantiene su
caudal de aproximadamente 5 millones y medio, la diferencia se marca por el
aumento de más de dos millones y un cuarto de electores que ganó la oposición.
3- Por mucho que el FMLN diga
que no le afecta esta derrota electoral del chavismo, sí es un duro revés en
sus aspiraciones a ganar las elecciones presidenciales para el 2019.
De 167 escaños que tiene el
parlamento venezolano 112 pertenecen ahora a la Mesa de Unidad Democrática
(oposición) y 55 al Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (chavismo). Esto
significa que el gobierno de Maduro pierde su margen de poder legislativo, pues
más de 2/3 partes del parlamento ya no le son fieles, esto sin duda afectará su
capacidad de influencia en la geopolítica regional e internacional, que se
traduce a concesiones especiales y diplomáticas a países periféricos como El
Salvador.
Más allá de la turbia y
antagónica relación que tiene Miraflores con la Casa Blanca y viceversa, la
cual se ha mantenido desde 15 años atrás y que todos conocemos; parece que el
desabastecimiento de productos de consumo básicos en Venezuela, la caída de los
precios del petróleo en el mercado internacional, la corrupción generalizada
típica de la centralización del Estado y la implicación de militares
venezolanos en el narcotráfico, han sido suficientes para frenar la maquina
chavista que impulsa el socialismo de siglo XXI en el continente.
Si bien es cierto las pasadas
elecciones fueron una derrota categórica para los intereses izquierdistas
latinoamericanos, aun hay suficiente gasolina venezolana para no parar los
motores rojos, pero algo sí es seguro y concluyente, si continúan cometiendo los
mismo errores la gente les repudiará en las urnas y esta derrota chavista será
el principio del fin del ciclo socialista latinoamericano de las primeras décadas
de este siglo.
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