23/8/14

Qué es la democracia tropical

Qué es la democracia tropical

Siempre nos contaron desde que estamos en secundaria que “democracia” es el poder del pueblo, basándose los conceptos en los clásicos griegos (Aristóteles y Plantón); sin embargo, Las definiciones de pueblo, Estado, gobierno y ciudadano han cambiado significativamente a través de los siglos, por ejemplo en las ciudades helenas los ciudadanos votaban y deliberaban en plaza pública sobre políticas importantes de Estado pero no lo hacían los esclavos ni las mujeres ya que no tenían el estatus de “ciudadanos”.

Tratemos de explicar entonces el nivel de democracia que hemos alcanzado y cómo nos tropicalizan la idea del poder del pueblo a los salvadoreños, así como en muchos países de América Latina y Estados Unidos también.

La república

Tenemos aproximadamente 200 años de vivir en un Estado republicano desde que concebimos la independencia de España, antes éramos colonias de ultra mar con un gobierno central en Madrid, bajo la monarquía de los reyes Borbones y mucho antes vivíamos en los estamentos del cacicazgo de lo cual muy poco se sabe y no es de interés en este artículo profundizar.

Lo que sí podemos afirmar es que los “padres de la patria” allá por 1811 y en otras emancipaciones que le continuaron al famoso “primer grito de independencia” se dieron la tarea de concebir la república en épocas de la ilustración y la figuraron en la división de los poderes del Estado: Presidente, Diputados y Jueces. Que en palabras académicas sería, poderes ejecutivo, legislativo y judicial. En ideograma sería el famoso triangulo de nuestro escudo bajo la aureola del gorro frígido símbolo del pensamiento “iluminado” de la ideología de la ilustración con cimientos en la revolución francesa y su bandera tri-color, azul rojo y blanco, incluso un fundador del partido ARENA me contó una vez hace tiempos que la bandera de dicho partido estaba inspirada en ésta como símbolo republicano de su ideario.



Igualdad, fraternidad y libertad, fueron en esa época las consignas de lucha de liberales contra conservadores en los anales de la república. Todos conocemos la historia y no vamos a recontarla, sino mas bien señalemos lo que a veces obviamos, por ejemplo, la exclusión de los pueblos originarios, pues aun después de la firma del acta de independencia estos no eran reconocidos como ciudadanos sin derecho a ejercer su voto, no es de extrañarse pues que el mismo partido “liberal” - tri color les haya negado los votos hace un par de meses para reconocerles sus derechos como pueblos originarios.


Existieron varios filtros ya que la “igualdad” republicana no reconocía en estatus ciudadano a personas que no tuvieran por ejemplo un empleo “digno”, o que no supieran leer y escribir. Es el principio de la exclusión institucionalizada que debemos entender, asumirla y conocerla para superarla, dejar de ser una democracia tropical es sinónimo de ser un país en vías de desarrollo, lograrlo significa un Estado de derecho pero para ello necesitamos por fuerza cruzar la línea y caminar a una democracia plena.

La democracia del siglo XXI

Después de la guerra civil salvadoreña se fortalecen las instituciones como parte de los acuerdos de paz, especialmente electorales y jurídicas,  el parlamento acepta el multi pensamiento ideológico y los antiguos alzados en armas (FMLN) se convierten en partido político y entran en la justa electoral. Pasaron veinte años sin lograr el poder Ejecutivo, pero antes fueron poco a poco logrando escaños en el parlamento y ganando municipalidades claves.

Pero, ¿qué es en realidad el parlamento o Asamblea Legislativa? El principio o espíritu del parlamentarismo es uno de los elementos básicos de la república que nos diferencia del totalitarismo y de las monarquías. Los diputados son los que crean las leyes con las que se rige el país y éstos son la voz del pueblo, es decir, sus representantes. Por eso deben ser electos por voto directo o popular. Hasta ahí todo bien, pero veamos cuál es el truco de la democracia del siglo XXI o más bien dicho nuestra democracia tropical.

Un curul o diputado en la asamblea tiene en “teoría” 26 mil votos ciudadanos (sufragios) que los respaldan, es lo que se conoce como “voto calificado”, cada diputado es equivalente a un número determinado de electores que depende de cuantos votantes hallan en cada elección, por ejemplo en las elecciones pasadas a diputados en el 2012 hubieron 2 millones 250 mil votos validos, esto dividido entre 84 curules nos da en principio un número aproximado de 26 mil votos por cada diputado.


Pero la aritmética jurídica electoral dista, a mi opinión, del espíritu de la democracia que es como dijimos “el poder del pueblo”. La moral y ética junto con reglamentos electorales amañados rayan con injusticias insólitas que burlan la decencia y el principio de la representatividad o voto calificado de cada diputado.

Veamos algunos ejemplos concretos

1-    Rodrigo Samayoa actual diputado del departamento de San Salvador por el partido GANA obtuvo sólo 13 mil 800 votos, pero a pesar de ello es diputado, y de paso, golpeó a su esposa (25 años menor que él) en una riña intrafamiliar y sobre toda moral aún su voto es calificado.

2-    Francisco Merino un diputado que viene siendo reelecto desde el siglo pasado y que fue ex vicepresidente de la “república” por el partido tri color, célebre por dispararle borracho a una policía y evitó la cárcel aprovechándose del fuero legislativo, actualmente continua siendo parlamentario por el departamento de Santa Ana cuando solamente obtuvo 11 mil votos, incluso su partido en total en este departamento sólo alcanzó 18 mil sufragios, pero aun así es diputado.


3-    Maritza Herrera Rebollo ex candidata a diputada de San Salvador por el partido ARENA para las elecciones 2012 obtuvo más de 59 mil votos a su favor pero no es diputada al igual que Leodan Figueroa del FMLN que logró 50 mil votos; sin embargo, Rodolfo Parker del Partido de “la Esperanza”, sí lo es, con menos de 7 mil votos por el mismo departamento, incluso el partido ya extinto PDC re nombrado de “La Esperanza” obtuvo en todo el departamento de San Salvador un poco mas de 13 mil votos, muy lejos de los 26 mil necesarios para adjudicarse un curul (en la lógica democrática sería imposible pero sí lo es en la aritmética legislativa tropical).

4-    Para aspirar a ser diputado en nuestra historia reciente había que ser militante de un partido político y someterse a la voluntad de estos institutos para ser postulado y suscrito, por eso los votantes tenían que fiarse en las banderas como único elemento de confianza al emitir un voto. La ley así lo decía y lo permitía (tomando en cuenta que la hacen los mismos diputados). Al menos hasta las elecciones parlamentarias de 2012, porque la Corte Suprema de Justicia emitió una resolución años antes en la cual obligaba al Estado salvadoreño a respetar el principio del voto consiente, es decir, voto por rostro no por partido e introdujo la “innovación” de los candidatos NO partidarios.

La partidocracia

Si queremos evolucionar como pueblo debemos dejar a un lado los dogmas y dejar las banderas ya que de lo contrario es confiar ciegamente en una idea preconcebida (enlatada como decimos los comunicadores), en lo personal prefiero confiar mejor en las personas, en sus rostros, en su ética y en su moral.

Me da lástima como los correligionarios de un partido gritan: - ¡“patria sí comunismo NO”!, mientras levantan su puño derecho en señal gallarda de lucha frente al rostro de su líder fallecido (no mártir) pero asesino del arzobispo de San Salvador monseñor Arnulfo Romero.



De igual forma me da lástima ver cuando jóvenes regatean en el juego inconsciente de la oferta y la demanda queriendo comprar una camiseta roja con el monograma del rostro del Che Guevara como si eso los hiciera más o menos revolucionarios, haciendo de la ideología un artículo de moda.

Muchos creen que la revolución es parte del vocabulario exclusivo de la izquierda, y si me permiten opinar no lo es. La revolución es tal como lo dice literalmente la palabra, va más allá de los dogmas y los prejuicios, es evolucionar y cambiar en forma rápida, es evolucionar al cuadrado para los matemáticos o mutar para los biólogos. El concepto de revolución no debe de darnos miedo, es más, debemos de enorgullecernos por ser futuristas, una revolución no necesariamente es violenta, en la medida que impere el respeto sabremos dirimir en conveniencia mutua el desarrollo, sino pregúntenle al Mahatma Gandhi o a los canadienses con sus conflictos de secesión con la provincia de Quebec hoy en día.

La dictadura de los partidos políticos debemos romperla, no mas caudillos ni dogmas, no mas modelos importados, institucionalicemos el debate y olvidémonos de las banderas e iconos para emitir nuestro voto, la realidad que vivimos nos dice que no es el camino (por lógica común), por lo tanto, si reflexionamos sobre la democracia y el poder del pueblo les recomiendo “razonar el voto” para las elecciones del 2015, de lo contrario preparémonos para explicarle a nuestros hijos el concepto de “la democracia en las repúblicas tropicales”.








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