Mi
amigo el árbol
De qué sirve
una canción tan bonita y mágica como “Mi árbol
y Yo” de Alberto Cortez, sino cala en el imaginario, en nuestros patrones de
conducta, en la cotidianeidad del día a día.
Buena parte
de mi infancia la pasé jugando en un predio propiedad familiar contiguo a la
casa donde viví. Ahí correteábamos con los vecinos de la cuadra durante
aquellos años maravillosos; ladrón librado, mica, escondedero, e incluso, hacíamos
hasta guerra de terrones.
Con el pasar
de los años, sin que ni para qué, nació un Maquilishuat en medio del predio, yo
entraba y salía de casa y llegué a la adolescencia, con eso del estudio y otros
quehaceres fui adquiriendo cierta conciencia ambiental, mientras el árbol creció
raudo para convertirse a los pocos años en el soto mayor entre malezas y otras
hierbas del predio baldío contiguo.
Imagínense... todo lo que ahí pudo haber pasado bajo su sombra, aprendí a fumar mientras me
escabullía de mi madre, también mi hermano solía ir al maquilishuat a comer
jocotes con la vecinita.
Como mi
padre se dedicaba al negocio de la construcción convirtió el predio en un
plantel de bodega y taller de obras, mientras tanto el árbol desplegaba cada
vez más su buen recaudo y follaje; tanto llegó a tener que un día de esos
mientras regresaba temprano después de mis clase en la universidad, me topé que
había un fulano arriba de él cortando sus ramas para posteriormente tumbarlo.
Sin pensarlo
mucho le grité al señor que estaba en plena faena, para que descendiera y
cesara la acción. Me explicó el buen hombre que era orden expresa de mi padre
porque el maquilishuat botaba muchas hojas; no obstante llegué a un acuerdo y
le pagué la jornada al trabajador, despachándolo a su casa, esperando algunos
improperios por parte del jefe cuando me regañara por sobrepasar su autoridad;
pero no fue así, sorprendiéndome al día siguiente por no decirme nada.
El tiempo
continuó y así como dice la letra de la canción de Cortez, sucedió que el árbol
creció… Y vaya que sí lo hizo, en él viven ardillas, zanates, orugas y alguna
que otra orquídea que le he puesto. Cuando florea es maravilloso ver como caen
todos los pétalos lila formando un manto agasajado donde camina la señora bella
de mis melodías.
Por razones
del destino y designios de la vida ahora el predio es mío, y el lugar se ha
transformado en un local donde venden pizza; sin
embargo, mi amigo el árbol siempre está protegido en las clausulas del contrato
del arriendo, siendo su estadía y bienestar un punto no negociable.
Ahora a las
puertas de mi quincuagésimo natalicio llego de vez en cuando a platicar con mi
amigo, incluso nos abrazamos. A veces cuelgo en él una hamaca, soliendo leer
libros enteros mientras me mece el viento, por ratos hablamos sobre cómo voy armando los
argumentos de mis nuevas novelas y cuentos; los que me ven creen que estoy loco…
más no saben todo lo que hemos vivido mi amigo y yo.
EL LIBRO:
SEGUNDA ENTREGA: EL LIBRO EN AMÉRICA Y EL SALVADOR
TERCERA ENTREGA: EL LIBRO Y LA REVOLUCIÓN
CUARTA ENTREGA: EL LIBRO, LA GENERACIÓN COMPROMETIDA Y LOS LIBREROS
CUARTA ENTREGA: EL LIBRO, LA GENERACIÓN COMPROMETIDA Y LOS LIBREROS
QUINTA ENTREGA: EL LIBRO Y LAS EDITORIALES SALVADOREÑAS
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