25/8/19

Suicidio adolescente

Suicidio adolescente

La semana pasada mi hijo de quince años me contó consternado que un compañerito suyo había muerto. Al continuar hablando con él e indagando con otros padres me doy cuenta que fue un suicidio.

Nadie está exento de este fenómeno extremo provocado por la depresión, condición que cada vez es más patológica en las sociedades modernas; sin embargo, considero que la juventud aunada a las situaciones peculiares de nuestra sociedad los coloca en una posición vulnerable ante los suicidios.

La adolescencia es la etapa de la vida que los psicólogos del desarrollo llaman “la edad de la introspección”, es decir, durante estos años las personas son reflexivas, observando e interpretando el mundo que los rodea, y muchas veces sin la debida orientación.

A esta edad los problemas familiares o de la comunidad tienden a afectarles más, de igual forma las condiciones sociales y políticas la juventud la asimila de forma directa (sin los filtros que los adultos solemos aplicar), entre estos: los niveles de inseguridad, la problemática medioambiental y energética, la crisis económica, el deterioro institucional y de los valores ético-morales, son unos de los tantos factores.

En apariencia creemos que la adolescencia es indiferente ante estas situaciones, pero no es así. Consultando con un amigo quien es psiquiatra me explicaba que todas estas condiciones alteran en formas insospechadas los patrones conductuales de nuestros hijos, en algunos casos los muchachos se declaran en franca rebeldía, pero en otros la depresión marca el carácter del individuo.


La apatía, el retraimiento, la insurrección, las adicciones, el bajo rendimiento académico, son entre tantos el reflejo que presentan los hijos ante las descomposiciones sociales y familiares.

En un entorno social hostil que en la mayoría de veces escapa de nuestro control debemos los padres tener una especial atención a sus expectativas, pero si no tenemos cuidado y no comprendemos esa etapa de “la introspección” podríamos colocar a nuestros jóvenes en una posición delicada y peligrosa, al no prestar atención a su problemática social, familiar, escolar y la de ellos mismos también.

No atenderles sus problemas propios de adolescentes es el peor error que pudiéramos cometer, me explicaba mi amigo doctor en psiquiatría, que la comunicación es la mejor medicina preventiva para su salud mental, hacerles sentir que no están solos es un buen paso, que siempre pueden contar con el apoyo de su madre y padre; y ojo, es importante explicarles que el mundo sí les necesita, por lo que es imprescindible que se incorporen en un futuro cercano con todas sus energías e inteligencia a la conducción de esta casi náufraga nave colectiva a la que llamamos “planeta”.


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