Daniel
Ortega no solo perdió el control en su país, sino, amenaza en forma significativa
el frágil equilibrio centroamericano. Nicaragua está en plena guerra civil y la
situación ciñe en convertirse en un conflicto de escala mayor.
Más allá de
cualquier postura ideológica de condena o apoyo al régimen Ortega – Murillo, me
gustaría valorar la irresponsabilidad del gobierno nicaragüense hacia los
pueblos vecinos.
El hecho que
a plena luz del día (sin esconderse) bajo la mirada de organismos de derechos
humanos, periodistas y miles de teléfonos, los grupos paramilitares accionan en
forma impune al margen de la institucionalidad; convierte esta situación en un
polvorín peligroso para los demás países centroamericanos.
Tanto
salvadoreños, hondureños y guatemaltecos conocemos a la perfección que este
tipo de grupos mutan en forma fácil a lo que conocemos como “escuadrones de la
muerte”, y sabemos además que estos son una lacra que medianamente hemos
superado, por lo tanto, que Daniel Ortega lo permita como método para
solucionar el conflicto interno es una afrenta contra la región, siendo por
lógica una clara amenaza a nuestras sociedades.
Los países
del triangulo del norte centroamericano ya tenemos suficientes problemas con el
fenómeno de las pandillas, ahora si incrementamos grupos paramilitares que
accionen en forma descarada al margen de la ley en nuestro ambiente, estaríamos
frente a una nueva descomposición social a gran escala; algo inaceptable, más
aun, viniendo de un referente tan solidario con el pueblo como es Daniel Ortega
y Rosario Murillo, o quizá no lo son.
Grupos parapoliciales entran a una iglesia y agreden a obispos. Fuente: agencia internacional EFE
Estoy claro
que la problemática nicaragüense debe solucionarse entre nicaragüenses, y me
gustaría que mis palabras no se confundan en contra ó a favor del gobierno, lo
único que le pediría al régimen nicaragüense como ciudadano centroamericano es
que utilice métodos apegados al Estado de derecho porque ese camino que ha
escogido de utilizar mercenarios, matones, milicianos, parapolicías, o cómo los
quieran llamar, nos amenaza seriamente por la cercanía y hermandad entre los
pueblos centroamericanos.
Señor Ortega
y señora Murillo, por favor sean responsables en sus acciones y dejen de utilizar
a estos grupos facinerosos, es una política insensata y estúpida. No se
necesita una bola de cristal para saber que esta receta es una bomba de tiempo
tanto para ustedes dos, como para el resto de Centroamérica.
Nota: En entrevista para CNN el pasado 27 de julio, Humberto Ortega (hermano del presidente nicaragüense) afirma categórico que las leyes permiten en este país que la población civil apoye a la policía en forma
voluntaria pero en acciones “preventivas”, inhabilitándoles de funciones
represivas, mucho menos de portar y usar armas de restricción militar.
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