20/4/20

El verdadero rostro del virus

El verdadero rostro del virus
El Salvador

Que pandemia más perniciosa a la que nos enfrentamos… más aún, a una clase política que contrapone la vida de los ciudadanos versus su interés de tomar el poder.

El tener el control de los poderes de Estado parece quitarles el sueño a nuestros políticos, incluso, es más importante para ellos sus ínfulas que procurar el bienestar de los ciudadanos, la gente del montón, los votantes, los de la llanura, los de a pie, los pequeños comerciantes, con suerte empleados; es decir, la mayoría de la gente, la clase civil, el pueblo.

La forma más fácil para hacer un análisis político en El Salvador es tomar un bando, tomar partido, y de ahí justificar, alabar y aplaudir, para luego despotricar contra el antagónico y ya. Enarbolamos “el bulling” con una respectiva dosis de odio y obtenemos al final un producto periodístico de alto rendimiento.

Ahora si queremos ver la problemática con cabeza fría y sin fanatismo les comparto un simple y breve análisis.

Hace dos años la mayoría de salvadoreños decidieron dejar de confiar en la tradicional clase política, llámese partidos de izquierda o derecha, representados por los institutos establecidos, los mismos que tienen bandera y suelen usar  propaganda y al final aparecen en la papeleta.

Hace dos años un joven patricio llamado Nayib Bukele planteó la idea de romper el bipartidismo, y dentro de sus mismas filas saltó raudo y logró quebrar el esquema y… henos aquí, lo demás es historia.

En otras palabras la gente despreció la representación en los cargos de poder a los partidos ARENA, FMLN y los demás también. Ahora el presidente es el joven patricio y hay un nuevo partido dispuesto a competir, diferente, aunque no necesariamente bueno, lejos de perfecto.

Las siguientes elecciones parlamentarias y municipales serán dentro escasos 9 meses, podría ser el entierro de un sector político tradicional que fracasó en su discurso y, al parecer, en su práctica también. Por eso es lógico que hagan hasta lo imposible por no desaparecer.

Aunque repito, no necesariamente los nuevos rostros que ingresen a la palestra sean buenos por antonomasia, eso aún está por verse.


En este escenario entra de golpe el fenómeno de la pandemia que vivimos, el COVID 19, el coronavirus, la enfermedad que está cambiando al mundo. Lo que sería un 2020 lleno de retos a nivel mundial se convirtió en un año de crisis.

En la política doméstica salvadoreña esto lo traducimos en: lo que hagan o no hagan en estos momentos de crisis los diputados, alcaldes, fiscal, procurador y magistrados, justo sus acciones los están definiendo como personas dignas de confianza, en otras palabras se están jugando su futuro electoral, porque nosotros los votantes los observamos, notamos lo sinvergüenza y pasmados que son.

Los políticos creen que la gente es tonta, y que con simples pastillitas de charlatán de bus van a tener aplaudiendo como focas al pueblo; no es así, lo que pasa es que en El Salvador como en cualquier otro país del mundo, al final se termina eligiendo al menos peor.

Lo que menos existe en el discurso de nuestros mandatarios es salud mental, no hay intención de trabajo conjunto ni sentido común, nuestros políticos reflejan agresividad y cinismo a la vez, es normal entre ellos faltarse al respeto y además se prestan a juegos sucios en diferentes formas anti éticas.

Termino entonces con la intrincada reflexión, ¿Qué es peor, el COVID 19 o nuestra clase política?





  

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