A pesar de que
era un niño de diez años recuerdo en forma vívida el día que mataron a Monseñor Romero, estaba junto a mi madre
cuando llegó mi padre a contar la noticia, ella impactada se sentó y se llevó
las manos a la cara en señal de angustia. Luego con los años supe que la
historia se alteró de un antes y un después del magnicidio de óscar Arnulfo
Romero.
¿Cuál fue el
significado inmediato? La guerra civil abierta se declaró, porque si asesinaron al Arzobispo de San Salvador por denunciar los niveles de violencia e
injusticia, entonces el mensaje fue que podían matar a cualquiera, la muerte de Monseñor significó
la extinción de la vía diplomática para la solución del descontento
social.
Después me
acuerdo que veía por televisión el sepelio de Monseñor Romero que sucedía en la Plaza
Gerardo Barrios, y pasó lo que todos ya sabemos, empezaron a disparar contra la
gente y hubieron unos que ya estaban armados y se defendieron; las personas se
desbordaron y entre el tumulto hubieron muertos, unos de bala y otros
atropellados por el tropel. Recuerdo bien la montaña de zapatos que luego
hicieron de todo el calzado que la gente dejó al huir despavoridos.
Pero a casi
cuarenta años de esos acontecimientos ¿Qué le debemos decir ahora a las nuevas
generaciones? ¿Cómo debemos asumir la historia? o bien, la pregunta más
importante sería: ¿Cuál es el significado de la figura del ahora San Óscar
Romero para la cultura global?
Les comparto
entonces lo que le cuento a mi hijo, quien tiene casi la misma edad de la que
yo tenía cuando supe la fatídica noticia de la muerte de Monseñor Romero.
A dos mil
años después del martirio del nazareno el legado espiritual cristiano es más
importante que la condena de quienes lo llevaron a la cruz, o las circunstancias políticas de ese momento entre judíos y romanos; no nos
inculcan a odiar a Poncio Pilatos, ni a Caifás o a Barrabás, tampoco el culto
se centra en el desprecio a Judas Iscariote, sino mas bien, la enseñanza de
Jesús es que ofrendó su humanidad para que aprendiéramos a perdonar, porque si
él lo hizo con sus captores porqué no nosotros con nuestro prójimo, la
enseñanza es que la venganza y el odio no debe ser el patrón de conducta del
futuro.
De igual
forma el legado de Romero es que debemos aprender a escuchar a quienes son
excluidos, dándole voz a los sin voz. El legado de Romero a nuestra cultura es
la solidaridad con la gente pobre y con los menos afortunados. Su enseñanza es
que debemos procurar un futuro más igualitario entre las personas.
Por eso fue
asesinado, porque en su momento lo tildaron de comunista y subversivo, pero
¿Cómo no alzar la voz ante un orden injusto?
En cuanto a
sus asesinos le digo a mi hijo: “Todos sabemos quienes fueron y ellos tienen
que cargar con esa culpa, y sé que eso no es cosa fácil; la gente los ve y los
saluda por educación o por política, sabiendo que la peor condena es la de
sus mismas conciencias”.
Entonces le
reitero a mi crío: “San Óscar Romero no es santo porque la iglesia lo canonice,
Romero es santo porque resucita una y otra vez en la conducta de solidaridad de
cada quien, su verdadero misterio y milagro es que dejemos de una vez por todas
la cultura de la exclusión y procuremos ser más fraternos con el prójimo”.
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