Entre animales y humanos
¿Cuándo
dejamos de ser animales y nos convertimos en humanos? ¿Cuándo dejamos de ser
humanos para convertirnos en animales?
Más allá del
juego de palabras es sin duda una pregunta que todos en más de alguna ocasión
nos la hemos formulado.
No soy filósofo ni antropólogo, no soy cura ni sacerdote y mucho menos pastor, soy nada mas alguien que apenas sobrevive en esta humanidad, de la misma forma en que decía el célebre poeta y músico argentino Jaime Dávalos: “…aunque me tiren al río… en la espuma he de volver”.
Les comparto
entonces el pensar y sentir de una modesta reflexión.
Nos
convertimos en Homo Sapiens Sapiens cuando comenzamos a enterrar a nuestros
muertos, cuando decidimos memorar a los ancestros, siendo ahí el momento justo que iniciamos la ruta a
ser seres culturales, pero sobre todo espirituales, porque comenzamos a
guardar un legado generacional, de esa manera nos preocupamos por las tumbas,
las osamentas y como seres intermedios nos afanamos a su vez por nuestra
descendencia; el legado de lo que recibimos y de lo que dejamos, así de esta
manera se construyeron las civilizaciones y lo que somos hoy en día.
Veamos entonces
el otro lado de la moneda, la deshumanización y la involución de la especie;
nuestro camino al apocalipsis y la extinción de nuestra vida social tal como la
conocemos.
Cuando no
nos interesa la historia ni lo que hicieron los abuelos, cuando no le guardamos
ni una oración a nuestros muertos, cuando se nos olvida saludar a nuestro
padre, cuando tenemos poca madre, cuando dejamos nuestros hijos extraviados,
cuando ellos caminan sin legado, y como resultado a la vuelta de la esquina andamos
sin pertenencia e identidad.
Involucionamos
a la distopía cuando la infancia llega a niveles de indigencia y lo vemos con
indiferencia en las calles, creyendo que esto no nos repercutirá en el entorno
social y familiar, siendo ahí justo ahí, el momento exacto cuando erramos el
camino y escogemos en la bifurcación de las rutas la senda equivocada.
Entonces henos
aquí cerrando fatídicos un año más, abriendo la tercera década del siglo 21,
mientras su servidor apela nada más al asunto en cuestión, ser o no ser humanos,
por aquellas sencillas cosas de la reflexión.
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