Apuntes
de la reforma universitaria.
Qué tan malo
podría ser que el modelo universitario del país fuese democrático. Valga la
reflexión en una sociedad donde la juventud ha sido desatendida a tales niveles
que unos prefieran migrar como mejor opción, otra buena parte con espíritu
emprendedor prefieren hacerlo en forma directa sin pasar por una carrera
universitaria porque no le encuentran sentido, también están los más
desafortunados que por fenómenos sociales terminan enrolados en pandilla o
diferentes ilícitos.
Para muchos
las universidades son cada vez menos atractivas, una profesión académica deja
de ser parte de sus expectativas, porque un título de educación superior no
garantiza la estabilidad económica y menos un empleo seguro.
Hay varios
factores que influyen para que esta tendencia se generalice cada vez más: una,
es la poca protección legal que tiene el profesional titulado (ingenieros,
doctores o licenciados por ejemplo deben de tener un techo mínimo de salario,
entre otras seguridades legales); dos, la misma economía del país hace que el líquido
monetario sea escaso; y tres, la poca participación del estudiante mismo en su
proceso educativo.
En esta
última me gustaría reflexionar, las otras dos son temas aparte de amplia discusión.
La reforma universitaria es un paso necesario para todas las casas de estudios si queremos dejar un mejor futuro a las nuevas generaciones,
o bien, si las nuevas generaciones quieren romper este esquema caduco que les
es obsoleto a sus necesidades.
¿Para qué
estudiamos una profesión? A lo que las personas responden: para tener un
estatus quo, para tener un trabajo digno y mejor salario, para contribuir en
forma cualitativa a un futuro próspero. La respuestas son diversas dependiendo
la educación familiar, carácter y valores de cada quien. Pero el problema
radica en que no hay garantías de lograr esos objetivos después de coronar una
carrera universitaria.
El modelo
universitario que tenemos propicia más incertidumbre que garantías, pues la
juventud asume que no solo se trata de sacar buenas notas para tener éxito en
la vida profesional, se necesita de más. Y en gran medida eso significa dar el
paso por democratizar el modelo universitario.
Una
comunidad universitaria está constituida por varios sectores que son: sus
autoridades (rectores y decanos), sus estudiantes, sus profesores y los
profesionales graduados. Pero el estudiantado es el centro de la actividad de
una universidad, es la razón de ser de un Campus. Entonces: ¿Por qué es tan
difícil asumir la idea y práctica que estudiantes participen en la
administración y toma de decisiones curriculares de sus mismas carreras? Es
decir, incorporar a estudiantes, profesores y profesionales en las tomas de
decisiones académicas.
La respuesta
es sencilla: Porque la educación superior no
es concebida en su conjunto como un bien público, sino, como un negocio. Un
negocio lucrativo con una tradición de empresarios voraces que poco les importa
si su producto final (los profesionales) cumplen sus expectativas o no. En
última instancia cobran en anticipo.
La
democratización de los estudios universitarios no es un ideal nuevo, ya tiene
un siglo de haberse promulgado, y de hecho constituye la base del modelo
universitario latinoamericano, que es adoptado por las mejores casas de estudio
superior de este continente.
La reforma
de universitaria de Córdoba (Argentina) en 1918 marcó la pauta de la
democratización universitaria, introduciendo conceptos como: el co-gobierno
universitario, la gratuidad educativa, el campus a puertas abiertas, la libre
cátedra, entre otras.
¿Por qué no
habíamos escuchado de este documento promulgado hace cien años? Bueno, porque
no le interesa darlo a conocer al sistema educativo, ni a los analistas de
renombre, tampoco a los medios de comunicación y menos a la clase política. En lo
personal esperaba que en diez años de gobierno de “izquierda” se reformara la
ley de educación superior introduciendo la democratización del modelo
universitario en todas las
universidades. No fue así.
La única
universidad que funciona bajo esta legislación es la UES, la universidad
pública, así como toda Centroamérica las universidades estatales son las que
guardan este esquema; sin embargo, la mayoría de sus mismos estudiantes
desconocen el modelo en el cual estudian, porque son producto de un sistema de
educación media de carácter vertical.
Las
universidades privadas funcionan como feudos donde los dueños actúan sin esmerarse
por su producto final, aun cuando sus eslóganes digan lo contrario.
Me decía un
rector de una universidad privada, quien fue antes profesor en la UES ¿Max, por
qué un grupo de jóvenes tendría derecho a subvertir el orden de esta
universidad si no es de ellos?
Dejo
entonces el apunte para la reflexión de cada quien.
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