16/4/09

Desde la llanura

por: Max Herrador


Analizando en frío los cambios que enfrenta el país nos damos cuenta que depende de nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes, que la vida política en El Salvador siga igual o si en realidad la sociedad va a evolucionar como dios manda.


La gente tiene la esperanza que en verdad las cosas cambien y los primeros signos que emita el presidente electo Mauricio Funes cuando se siente en Casa Presidencial serán los decisivos para generar la confianza, sino entrará la sospecha a la que todos tememos ¿hemos sido timados nuevamente con los discursos electorales?. Si se empieza a tratar la realidad con paños tibios nos vamos a dar cuenta que tenemos frente a nosotros más de lo mismo, que la guayaba simplemente ha cambiado de mano, de derecha a izquierda y siempre la gente de abajo la ve pasar… y la injusticias… bien gracias.


El altamente evolucionado pueblo salvadoreño quiere que las cosas cambien para mejorar, pero la clase política parece estar todavía tratando de descifrar el mensaje del pueblo, la gente el 15 de marzo votó por un cambio más que por un partido, se fue a las urnas en forma masiva y ordenada, en paz y guardándonos el respeto a todos por igual, a pesar que el ambiente generado por la clase política fue deplorable. La violencia estuvo a la orden del día durante la campaña, el odio feroz entre los militantes cobró al menos una vida y muchos lesionados, eso fue definitivamente mal visto ante los ojos de cualquier salvadoreño, pero fue aun más detestable, toda la violencia mediática que tuvimos que soportar. Pero hay que darle vuelta a la página.


Lo que vemos ahora es que muchos políticos aun pretenden continuar jugando su mingo-mingo. ARENA y el PCN, tratarán de que el partido de las manitas conserve la Corte de Cuentas de la República y que Ciro Cruz Zepeda sea el presidente de la Asamblea Legislativa, al menos el jefe de bancada arenera ya lo vaticinó, Guillermo Gallegos dijo tener los votos necesarios para que esto último sea factible aun cuando perdieron las elecciones. Es una lástima que personajes de la política cotidiana de este país no sean estadistas y no sepan entender lo que la gente quiere. Ellos son antidemocráticos y demagogos.


Desde los acuerdos de paz, la sociedad política dejo de evolucionar, sin embargo el pueblo continuó transformándose para bien. Comparemos la cultura cívica que vimos en estas elecciones pasadas a lo que vivíamos en los años ochenta, nos matábamos unos a otros por razones meramente ideológicas, veíamos por ejemplo a familias dividas porque entre sus miembros habían unos que eran de izquierda y otros de derecha. Peor aun si nos vamos más atrás en las décadas 60 y 70 en donde querer enseñarles a leer y a escribir a los campesinos implicaba ser comunista y por consiguiente era perseguido el profesor por el ejército para un seguro martirio.

Fue así que dimos el paso histórico de los Acuerdos de Paz, vimos nacer instituciones como la Policía Nacional Civil, separando la seguridad pública del ejército. Pudimos ser testigos de ver en el banquillo de los acusados a generales del ejército siendo juzgados por asesinato, sin duda mejoró el aparato judicial del Estado. Vimos también el nacimiento del Tribunal Supremo Electoral con una estructura en ese tiempo innovadora en donde los partidos se fiscalizaban entre si.


Pero sobre todo evolucionó la sociedad, incluyendo los políticos, por la capacidad de tolerancia ideológica que aprendimos a tenernos unos con otros, se institucionalizó como partido el FMLN antigua guerrilla alzada en armas y eterna oposición de la derecha salvadoreña. Parecían no tener un punto de reconciliación entre ambas partes pero las ganas de querer vivir en paz prevalecieron al odio y la guerra, se dieron las circunstancias históricas aun discutibles pero al final se firmaron así los acuerdo de paz para bien de todos los salvadoreños, algo que hubiese sido inaudito si los salvadoreños no lo hubiéramos añorado tanto, después de todo somos una cultura de paz y progreso.


Sin embargo, ahora en el 2009 la gente a través de las urnas demanda más cambios. No tiene sentido entonces quedarse callado, hay condiciones para que los cambios de verdad se hagan, las instituciones que se crearon en los acuerdos de paz hay que darles un nuevo giro, algunas otras hay que transformarlas y en el mejor de los casos hay que crear nuevas. Los salvadoreños estamos claros que hay que hacer los ajustes necesarios ya que queremos evolucionar, por eso optamos por el cambio de rumbo no por un continuismo, aun cuando sabemos perfectamente que existen grupos de poder que están perfectamente cómodos así como están y que se opondrán férreamente al cambio, es necesario entonces vencerlos.


Ahora para ser específicos y puntuales hay que mencionar las instituciones que debemos transformar: la Corte Suprema de Justicia una de las que urge de una reingeniería desde su elección hasta su proceder. No es porque lo dice su servidor, o porque lo dice zutano o mengano, lo dice repetidamente cada año el informe del departamento de estado de los Estados Unidos de América; sin embargo, los magistrados y jueces se escudan en la autonomía e independencia de los poderes para seguir siendo nido de corrupción. A fuerza de amenazas difamatorias ellos se siguen presentando ante el pueblo como “los niños cantores de Viena” cuando en realidad todos sabemos que en el sistema judicial salvadoreño todo se hace o se deshace a base de intereses y pisto.


Otro cambio necesario es el funcionamiento del Tribunal Supremo Electoral TSE. Es imprescindible una revisión periódica del padrón electoral, en estos momentos urge una depuración de dicho padrón, de no hacerse la misma democracia está en peligro de retroceder.
El TSE hay que despolarizarlo, es decir, romper con toda su estructura de elección partidista, en su momento esa forma de que los partidos políticos se vigilaban unos a otros tuvo su validez, sin embargo en estos tiempos no tiene sentido tal principio, los magistrados deben de ser reconocidas personalidades morales y honestas de la sociedad civil, no pertenecer o haber pertenecido a las estructuras de algún partido político.


No es correcto que veamos a un personaje tan impopular como Walter Araujo a la cabeza de un órgano tan delicado como éste, después de ser diputado y presidente del COENA, no genera nada de confianza a la población, esas cosas definitivamente no deben de suceder, son clamores populares que hay que escuchar, así como recomendaciones de la misión de observadores de la ONU.


El sistema de asignación de curules es otro tema pendiente que hay que tocar, en realidad los salvadoreños cuando vamos a elecciones legislativas no sabemos por qué diputados en especifico estamos votando, a la hora de pedir alguna reivindicación ciudadana no sabemos a quién buscar en especifico, siendo una seria deficiencia de nuestro sistema legislativo, por eso insistimos hay que evolucionar.


La rendición de cuentas de las finanzas de las campañas de los candidatos y los partidos políticos es otra urgencia que hay que solventar, ésta es de carácter moral y ético. Hasta la fecha no sabemos de dónde vienen todos estos millonarios fondos, no sabemos a ciencia cierta si gobiernos extranjeros les hacen favores a nuestros presidentes o diputados antes de ser electos, o si peor aun son financiados por narcotraficantes u organizaciones delictivas. Esta desregularización deja abierta las puertas para mucha especulación que no es saludable a ningún sistema democrático, después de todo en arca abierta hasta los santos pecan.


Sin duda el tema de las reformas electorales en el país es grande y es necesario empezar cuanto antes posible para que sus frutos nos fortalezcan, al menos para las próximas elecciones municipales y legislativas en el 2012. Otro tema no menos importante es la institucionalización de un debate electoral serio y programado entre los candidatos presidenciales. Eso que los candidatos se escondan y traten de disimular sus propuestas a base campañas millonarias huecas no debe de suceder mas, deben de debatir obligatoriamente cara a cara, hacer discusiones de temas específicos y transparentes, siendo lo más indicado la participación de verdaderos líderes de opinión de la sociedad civil, representantes de entes colegiados entre otros. Los candidatos nos darían entonces suficientes elementos a los electores para poder tomar mejores decisiones a la hora de ir a las urnas. ¿Quién ganaría entonces?, El Salvador y nada más.


La propaganda debe de regularse definitivamente para que el tono de ésta no se salga de los límites de lo civilizado, ofensas y calumnias deben quedar vetadas y a los medios de comunicación hay que pararles el carro para que no se presten al juego del terrorismo mediático, esto es un tema complejo y discutible por eso lo dejamos para el siguiente articulo.


En otras palabras no es fácil el trabajo de Mauricio Funes en los próximos cinco años, pero el salto histórico que demanda la gente es ineludible, queremos cambiar las instituciones para que nos garanticen un juego democrático más limpio, queremos dejar de ser un país con una democracia incipiente y pasar a ser uno con una democracia plena. Para eso necesitamos meterle el colmillo desde ya, tanto el poder ejecutivo como la sociedad civil en sus formas organizativas, debemos mejorar cualitativamente la institucionalidad del país.


Tenemos entonces los ciudadanos comunes y corrientes el reto y salir de donde estemos empezando a ser gestores de cambio. Darnos el tiempo necesario para que cada quien según su vocación ayude a que los cambios que pedimos sean realizados. Los colegios profesionales, el estudiantado, movimientos sociales, las gremiales, ONG`s, todos de alguna manera debemos pasar a la práctica.


Insistimos entonces que las primeras maniobras del nuevo presidente serán claves para denotar sus intenciones, ya que la gente misma será su mejor aliada a la hora de viabilizar los cambios demandados, no existirá entonces bancada legislativa alguna que se oponga a cambios altamente populares, de oponerse esta clase política rezagada a la evolución de su mismo pueblo tenderá a desaparecer y serán entonces figuras obsoletas de la sociedad dignas de su extinción.

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