27/5/09

Paisaje Atardiado de San Salvador

Llego el día con su fuego de pétalos rojos que queman el aire tibio de abril, destellos de vida cuelgan por las avenidas, los mangos se extienden caritativos, las veraneras se escapan como tentáculos salomónicos en los callejones de colores vivos. Se anuncian jardines tropicales en la privacidad de los castillos, con balcones metálicos en forma de caracol serrano y paredes anchas que separan las grandes alcobas de las veredas públicas donde transitan los viandantes de la época, época barroca de fin de verano.

Observan las doncellas con sus ojos impacientes bajo el velo de la supuesta inocencia el continuo movimiento iracundo de allá afuera, una escena tras otra ven a través de las ventanas de cristal que les niegan respirar lo inmundo y lo bello que nunca pudo entrar, gotas de lluvia en los cristales deslizantes añorando calor, brisas secas con aires de libertad, viejos cuentos prohibidos.

Vibran los grandes balcones de Toledo de rejas con pechos de paloma, o bien, arcos de medio punto en formas de santa fe alejados de las comedias de mala gracia, de la pornografía un mendigo arrastrándose sin piernas por el mercado, tragedias insólitas, niños timbones en medio de barrios piratas o pequeños espectros con bocas de thinner, dragones de alameda, buitres negros sobre la pepena de la miseria, canciones de Odín y el tamagás frente al paso del caminante.

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